Los políticos y la educación de sus hijos

Edgardo Zablotsky

Según los últimos datos oficiales, en 2011 repitieron en nuestro país el 11,8 % de los alumnos en el ciclo básico del secundario. Un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) reporta que dicha cifra es solo superada por Uruguay, donde repitió el 20,4 % de los alumnos. Guillermina Tiramonti, investigadora de Flacso, resaltó que “si desagregamos las estadísticas por quintil de ingreso de los repitentes, nos encontramos con que quienes más repiten provienen de los quintiles más bajos. Históricamente estos chicos no fueron a la escuela media, cuya propuesta cultural es muy ajena a la cultura de origen de estos sectores sociales”.

Esta columna ilustrará, con evidencia provista justamente por escuelas del Uruguay, que dicha conclusión no es necesariamente correcta si se les otorga a las familias más humildes la posibilidad de que sus hijos reciban una educación de excelencia.

El pasado 23 de febrero el principal diario de Montevideo, El País, publicó una nota en la cual señaló que en el liceo Impulso (colegio secundario gratuito, laico y de gestión privada ubicado en Casavalle, uno de los barrios más pobres de la ciudad), en el ciclo básico repitió solo el 2,5 % de los alumnos en 2014. En otro liceo del mismo barrio, Jubilar, gratuito, religioso y de gestión privada, la repetición alcanzó el 6 %. A modo de comparación, en el liceo público número 73 de Casavalle repitió el 42,58 % de los alumnos.

Jubilar adquirió notoriedad el 17 de marzo de 2013, cuando el papa Francisco reconoció el trabajo de su fundador, el sacerdote Gonzalo Aemilius: “Quiero agradecerle su trabajo”, dijo Francisco, lo abrazó frente al altar de la repleta iglesia de Santa Ana y agregó: “Quiero hacerles conocer un sacerdote que desde hace mucho tiempo trabaja con los niños de la calle, con los drogadictos. Para ellos ha hecho una escuela. Todos estos niños de la calle hoy trabajan, con estudio y tienen capacidad de trabajo”.

En su mensaje para la pasada Navidad, el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla expresó que las experiencias de liceos gratuitos de gestión privada “demuestran que si se quiere, se puede” y agregó que “multiplicando los Jubilares en Montevideo y en Uruguay se estaría dando una respuesta educativa, seria, responsable, que permitirá que los jóvenes se desarrollen en la educación”.

Jubilar se financia con recursos provenientes de empresas y personas que apadrinan el proyecto. El País señala que “uno de sus primeros aportantes fue el papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires”.

El financiamiento es facilitado porque la legislación contempla que las empresas que donan, a modo de ilustración, 100 pesos perciben un costo real de 18,75, ya que el 75 % de lo que donan lo pueden aplicar directamente a impuestos y el otro 25 % es un gasto deducible de la renta.

En abril pasado el cardenal Sturla salió al cruce de las declaraciones del sindicato docente contra este tipo de liceos, señalando que “si ponemos al chico en el centro, hay que apoyarlo. Sea público o privado, no importa. Lo que importa es salvar a los chicos concretos, porque si no, caen en lo que ya sabemos, la deserción escolar y por tanto lo que eso trae aparejado: la droga, la esquina, la cerveza”.

Más aún, si bien la legislación incentiva el financiamiento privado de este tipo de liceos, el cardenal Sturla, en una entrevista televisiva del 3 de junio, fue todavía más incisivo, preguntándose dónde mandarían los políticos a estudiar a sus hijos. Cuando el periodista le contestó que “seguro a centros privados”, el cardenal replicó: “Si fuera así, ¿por qué no le dan a los pobres lo que le dan ellos a sus hijos?”.

Al respecto, el 15 de julio el diputado del Partido Nacional Rodrigo Goñi presentó un proyecto de ley para que los padres más pobres reciban dinero del Estado para que puedan elegir, si lo desean, enviar a sus hijos a colegios privados. El monto se fijaría según el costo que representa la educación de un niño para la enseñanza oficial.

La iniciativa ingresó al Parlamento horas después de que el Movimiento de Participación Popular propusiera restringir las donaciones que pueden recibir liceos como Jubilar o Impulso, bajo la hipótesis de que es injusto que estas superen las destinadas a centros públicos.

Ante esta propuesta, Goñi respondió que “resulta inconcebible y una inmoralidad intentar frenar las iniciativas ciudadanas que con gran esfuerzo están logrando generar mejores oportunidades de educación para nuestros niños”.

La discusión es absolutamente relevante para nuestra realidad. En la Argentina los políticos no debaten propuestas concretas en el terreno educativo.

Sería interesante conocer sus opiniones sobre un proyecto como el de Rodrigo Goñi y de paso preguntarles dónde estudian o han estudiado sus hijos. De responder “en colegios privados”, sería oportuno recordarles aquella pregunta formulada por el cardenal Daniel Sturla: “¿Por qué no le dan a los pobres lo que le dan ellos a sus hijos?”.