Drogas, el precio de la hipocresía

Eduardo Amadeo

El polifacético secretario de Seguridad Sergio Berni ha cometido un grave error ético y político: ha metido el tema de las drogas en la pelea política, con sus “ingeniosasreferencias al distrito de Tigre. Francamente, no conozco lo que sucede en Tigre, pero sí sé lo que sucede en todo el país con este verdadero desastre que -sin ninguna duda- ha generado el kirchnerismo. Podrá discutirse si la política económica o social o internacional han sido mejores o peores a los largo de los últimos 10 años, pero no puede nadie negarse que lo que ha sucedido en este período en el campo de las drogas constituye un delito de lesa humanidad. 

Los niveles de consumo han explotado, según las cifras de la misma Sedronar, duplicando y hasta triplicando la utilización de diversas drogas, en especial entre los jóvenes. El informe mundial de drogas nos coloca en un vergonzoso tercer lugar entre los mayores países de tránsito. Se ha instalado el sicariato, con periódicos ajustes de cuentas entre narcos. Aparecen también ajustes de cuentas entre Fuerzas de Seguridad y otras formas inéditas de corrupción. Los trabajadores sociales que están en los barrios confiesan estar desbordados por el avance de la droga en los hogares y el impacto que esto tiene sobre personas y familias.

¿Qué ha hecho el kirchnerismo para qué todo esto sucediera? Dos blanqueos escandalosos, en el primero de los cuales se quemaron 4 mil causas penales. No haber implementado el viejo plan de radarización ni los escáneres en los puertos. Haber cortado los contactos con el exterior en temas de inteligencia. Haber mantenido a la Sedronar en un segundo plano, con un presupuesto misérrimo y en los últimos 4 meses no haber nombrado secretario ni  haber puesto este tema entre las políticas prioritarias del Estado, al punto de que no hay prácticamente menciones al tema en ningún discurso del matrimonio Kirchner. No haber implementado políticas masivas de prevención. No haber ayudado a las provincias a contar con más recursos, al punto tal que hay una verdadera rebelión de los secretarios de Drogadicción provinciales. La provincia de Buenos Aires está cerrando centros de prevención de adicciones por falta de presupuesto, sin que la Nación la ayude.

No cabe duda alguna de que la responsabilidad primaria de definir la estrategia, conducirla y financiaría, corresponde al Gobierno Nacional, como sucede en todos los países en los que el tema adicciones figura entre las prioridades de Estado. La ejecución descentralizada es eficiente sólo en la medida en que haya un eje coordinador que fije prioridades con visión estratégica.

Con estos antecedentes, es una verdadera hipocresía que Berni meta el tema político dentro de este drama, quitando energías a lo que debería ser la prioridad ética fundamental: resolver el problema. Si el señor Berni tomase conciencia del daño en vidas humanas causado por la lenidad en el comportamiento del Gobierno que integra, tal vez dejaría de jugar a las elecciones con el sufrimiento ajeno.