Entre el autoritarismo y el fracaso

Eduardo Amadeo

Si alguna duda quedaba acerca del rumbo que tomará la ecuación economía- política en el futuro inmediato de las decisiones del Gobierno, la aplicación de la ley antiterrorista a una empresa norteamericana y el proyecto de ley de abastecimiento, no dejan dudas.

Hace ya tiempo que es evidente que- como lo dijese Axel Kicillof en su tesis doctoral- el Gobierno cree que la idea de “equilibrios macroeconómicos” es un invento liberal que solo busca frenar la posibilidad de aplicar recetas heterodoxas. Concepto como “equilibrio fiscal”; “productividad” y aun “estabilidad” son para el kirchnerismo resabios de lo peor del conservadurismo, porque suenan a ajuste y recesión .

Cuando la economía- y la sociedad- se emperran en no funcionar como quiere el Gobierno, es necesario entonces aplicar recetas duras, como el cepo cambiario, el control de precios; prohibiciones de exportar e importar y falsear las cifras del INDEC.

Pero dado que la recesión comienza a mostrar sus dientes, entonces el Estado debe asumir plenamente su poder de policía, de modo de obligar a las empresas a alinearse, no con las señales que reciben de la economía sino con los objetivos políticos y sociales del Gobierno. En esta tensión entre realidad económica y deseos políticos, se trata de mostrar el costo que se ha de pagar por formar parte de conspiraciones de diversa laya que “solo pretenden desestabilizar” al Proceso.

Aun cuando lo describo con alguna ironía, esta es la esencia de la nueva etapa que se inicia en estas semanas: a la “violencia” de los agentes económicos, el Gobierno ha de contestar con todo el peso de las leyes que con ese objeto desarrollará y aplicará.

Varias son las reflexiones que tanta insensatez nos inspiran. La primera, es que se comienza- en las palabras y en las acciones- a bordear el definitivo camino de la autocracia. Pocos opositores acompañaron la aprobación de la ley antiterrorista, pues desde la derecha y la izquierda se vislumbraba lo que está sucediendo: dar al kirchnerismo una herramienta para manejar los límites de las calificaciones penales a su placer. La historia política está llena de estos conceptos elásticos que han justificado las mayores atrocidades en nombre de Dios, la paz, el proletariado, el mercado, por citar sólo algunos fundamentalismos.

La segunda es que esta nueva etapa de la política K está destinada irremediablemente al fracaso. Es como intentar tapar el sol con la mano. El miedo sirve para muchas cosas menos para frenar la recesión, la inflación y la demanda de divisas. Y por más que se inventen nuevos programas de promoción productiva, cuando la macro (en la que Kicillof no cree) se desordena, solo se puede resolver ordenando las variables económicas.

Venezuela comienza cada vez más a convertirse en un espejo para este tipo de políticas, porque parte de la misma base: los controles son mas importantes que los incentivos. El resultado es un nivel de desabastecimiento y el consecuente mercado negro que hace imposible la vida cotidiana de los ciudadanos, en especial de los más pobres que no tienen recursos para pagar los sobreprecios que el mercado negro exige.

La tercera conclusión es que el impacto social perverso de esta política también es irreversible. Cuando se profundiza la recesión, los pobres son los primeros en perder el trabajo y los últimos en recuperarlo; al tiempo que sus escasos ahorros se van en intentar sobrevivir. No hay planes sociales que logren restañar plenamente el daño producido por la inflación o la recesión.  Aunque para Kicillof suene a afirmación liberal, es más factible superar la pobreza con orden que con desorden económico.

Pero lo que debemos hacer- además de oponernos en todos los foros a estos avances autoritarios- es redoblar el esfuerzo por construir los consensos que permitan dejar atrás esta etapa y generar bases consistentes para un crecimiento y una distribución sólidas y estables.

Los países exitosos han confiado en las virtudes de los buenos incentivos antes que en el garrote del Estado; han señalado el camino en lugar de obligar a transitarlo; han pensado más en el futuro que en el pasado; han convertido a la estabilidad en una Política de Estado.

Como en el yudo, cada error del kirchnerismo debe darnos fuerza para tener claro lo que queremos y como lo hemos de lograr.