Deuda para más deuda

Eduardo Epszteyn

En la sesión de la Legislatura porteña del último jueves, el PRO -con la complicidad de UNEN- aprobó un nuevo endeudamiento en dólares; esta vez, por 185 millones. El destino de ese dinero no estará en obras faltantes del arroyo Vega para evitar inundaciones en el barrio de Belgrano o la urbanización de algún asentamiento informal. El objetivo del nuevo préstamo es el de financiar vieja deuda y cederle las obligaciones a la próxima gestión.

La herencia que Mauricio Macri le piensa dejar al próximo Jefe de gobierno luego de recursos récord durante años es una deuda millonaria en dólares sin un caudal de obras de magnitud que lo justifique. El que ocupe el sillón de Bolivar 1 a partir del 10 de diciembre de 2015 tendrá que ir armando un plan estratégico para cancelar las obligaciones contraídas por el ingeniero.

Este año, entre amortizaciones e intereses de deuda, la Ciudad debía abonar 373 millones de dólares, pero con este endeudamiento sólo deberá desembolsar la mitad. Sin tener en cuenta nuevos préstamos que pueda contraer el gobierno el año que viene -y suponiendo que el peso de esta nueva obligación caiga en 2016-, el sucesor deberá afrontar alrededor de 1.200 millones de dólares entre intereses y capital en sus dos primeros años de gestión. Esto es tres veces más a lo que acostumbra a cubrir por año Macri.

Cuando el PRO comenzó a estar al frente del Ejecutivo, a fines de 2007, la Ciudad de Buenos Aires tenía un stock de deuda de 587 millones de dólares y abonaba 27 en concepto de intereses. Según datos oficiales, en 2013 esos valores pasaron a 1.794 y 119 millones, respectivamente. En otras palabras, con la gestión del PRO se triplicaron las obligaciones que debemos asumir los porteños. Además, el monto a abonar en intereses creció 340 % en 6 años, siempre en dólares. Para dar un ejemplo de la magnitud del pago de los intereses, lo abonado el año pasado por ese rubro equivale a la implementación de dos metrobuses como el de la Av. 9 de Julio.

Al contrario de lo que indica la lógica de un buena gestión, las descomunales obligaciones que tendrá que afrontar el próximo Jefe de gobierno no tendrán como contrapartida una herencia importante de obras públicas. El porcentaje del gasto público en capital sobre el total del presupuesto es todavía inferior a la época en la que no se incurría en excesivos endeudamientos (19 % en 2008 frente a 16,5 % en 2013).

La política de pedir deuda para pagar deuda y no para realizar obras de envergadura es una vuelta al pasado. Seguimos hipotecando el futuro de la Ciudad.