Obama en Cuba y Argentina

Eduardo Menem

La visita del Presidente Obama a Cuba y a nuestro país tiene una gran trascendencia, aunque por distintos motivos, en cada uno de esos destinos.

Su presencia en Cuba constituye la culminación de un proceso de regularización de las relaciones con los EEUU. que estuvieron lamentablemente rotas por más de medio siglo, con motivo de la adhesión del régimen castrista al partido comunista y a su consiguiente alianza con la Unión Soviética en plena guerra fría.

El bloqueo económico a Cuba fue uno de los peores errores de la política exterior de EEUU porque no sirvió para el invocado propósito de derrocar al gobierno cubano para instalar un sistema democrático en la isla. Los que más se perjudicaron con el embargo fueron los ciudadanos cubanos que se vieron privados de acceder a toda clase de productos, alimentos, maquinarias y medicamentos provenientes de los EEUU. A su vez la sanción del bloqueo fue hábilmente utilizado por el régimen castrista para culpar a los norteamericanos por las privaciones que sufría el pueblo cubano.

Después del embargo económico y otras medidas restrictivas sancionadas por el Congreso de los EEUU, pasaron más de una decena de Presidentes y renovaciones de los legisladores, sin que ninguna acción pudiera hacer mella en la estabilidad de Fidel Castro primero y de su hermano Raúl después. Las sanciones a Cuba bajo la acusación de violación de los derechos humanos, quedaban sin sustento por cuanto hubo y hay muchos otros países susceptibles de la misma imputación pero que siguen manteniendo relaciones diplomáticas y comerciales con los EEUU y varios de sus aliados occidentales.

Es por eso que resultó justa e inteligente la acción del Presidente Obama de reanudar las relaciones diplomáticas con Cuba, coronada ahora con su visita a la isla. Solo resta que el Congreso norteamericano deje sin efecto rápidamente el bloqueo, siendo de esperar que las controversias por la campaña presidencial no constituyan un obstáculo para lograr el valioso objetivo de terminar con una sanción injusta que tanto perjudica al pueblo cubano.

En cuanto a la visita de Obama a nuestro país tiene el significado de relanzar y fortalecer nuestras relaciones con el país más poderoso del mundo, las que se habían visto empañadas por la actitud injustificadamente agresiva del Gobierno kirchnerista para con el país que preside nuestro ilustre visitante.

El destrato grosero a que sometió Kirchner al Presidente Bush en ocasión de la Cumbre en Mar del Plata, organizando una contra cumbre en la misma ciudad con la participación central de Hugo Chávez que no ahorró insultos contra su par norteamericano, fue una de las tantas manifestaciones de esa repudiable descortesía, máxime cuando nuestro país actuaba como anfitrión. La patética irrupción del Canciller Timerman en el aeropuerto de Ezeiza, para violar con un alicate la valija de una delegación de EEUU que venía en una misión de colaboración conjunta previamente acordada con nuestro país, constituyó una verdadera lacra en la historia de nuestras relaciones internacionales.

Las organizaciones de izquierda y los pseudo progresistas de Argentina seguirán con sus anacrónicas protestas y manifestaciones contra el Presidente norteamericano, no obstante que viene de Cuba, donde fue cordialmente recibido por las autoridades y el pueblo cubano, pese a las seis décadas de desencuentros y con situaciones extremas como fue la insólita invasión de los norteamericanos en Bahía de los Cochinos, la crisis de los misiles soviéticos que se pretendía instalar en Cuba y el ya mencionado bloqueo económico que tantos sufrimientos ocasionó al pueblo isleño.

La visita del Presidente Obama debe constituir el restablecimiento de relaciones estables, maduras y sustanciales con los EEUU, como se hizo en la década de los noventa, lo que se trata de desacreditar invocando la frase de “relaciones carnales” atribuida falsamente al Canciller Guido Di Tella porque nunca la pronunció.

La acusación del sometimiento a los EEUU imputada al gobierno del Presidente Menem sólo puede ser sostenida por mala fe o por ignorancia, porque si se analizan con seriedad algunos datos que marcan el nivel de la relación, basta con recordar que: Argentina en ese tiempo rechazó la integración al ALCA pretendida por los norteamericanos, y en las votaciones en las Naciones Unidas, Argentina sólo coincidió en un 40% con las de los EEUU, es decir inferior a la otros países latinoamericanos y europeos. Y otro dato no menor, cuando el Congreso norteamericano pretendió que la ley del bloqueo a Cuba tuviera efectos extraterritoriales, es decir que obligara también a otros países, el Congreso argentino sancionó, en base a un proyecto de mi autoría, la ley 24.871 del 20 de agosto de 1997, por el cual se impidió que los efectos de aquella ley se extendieran a nuestro país.

Finalmente es oportuno recordar que cuando se produjo el sangriento golpe militar del 3 de diciembre de 1990, a pocas horas antes de la visita oficial de George Bush (padre) a nuestro país, sus asesores y colaboradores le habían aconsejado desistir de su viaje frente al peligro que podrían representar esos graves sucesos. No obstante, ello el Presidente norteamericano decidió venir como un gesto de respaldo a la democracia argentina. Felizmente fue el último intento de golpe militar, porque las fuerzas armadas respondieron rápidamente a la orden del Presidente de la Nación de sofocar la rebelión.