La creatividad reinventa los libros

¿Cuántas veces escuchamos decir que el libro está muerto? La industria anuncia su fin al menos una vez por día, los libreros hablan en pasado de “tiempos mejores”, los editores hacen malabares para adaptarse a los catálogos digitales y la venta de ejemplares on line, y los autores se debaten entre el supuesto colapso del mercado editorial y la satisfacción enorme -y barata- de gestionar la publicación de su libro desde su laptop. En el medio, ajeno a este vaivén, está el lector.

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Una comunidad innovadora por naturaleza

Sabemos que el mundo necesita romper con paradigmas antiguos y cambiar el rumbo, y es por eso que cada vez más en Buenos Aires y en el resto del planeta escuchamos hablar de la creatividad y la innovación como los verdaderos motores del cambio.

Ciudades y países que se reinventaron para superar crisis, como la colombiana Medellín que hoy es un modelo a seguir, y más recientemente varias ciudades españolas, no dudaron ni un minuto en apelar al espíritu emprendedor de sus ciudadanos para buscar una solución a situaciones que parecían no tener salida por los medios tradicionales.

El mismo camino seguimos en Buenos Aires, donde día a día encontramos nuevos ejemplos de emprendimientos innovadores que están cambiando la vida de las personas gracias a su alto impacto social, ambiental y económico.

Hoy hay una oferta cada vez más grande de actividades y eventos para que los emprendedores se relacionen entre ellos y conozcan a otras personas que ya están encaminadas en lo suyo. Escuchar historias exitosas de aquellos que se nos parecen tiene un poder inspirador enorme.

Un gran ejemplo de ello es Sandbox, una comunidad global de emprendedores que, con jóvenes de menos de 30 años, ya pusieron en acción proyectos que le están cambiando la vida a cientos de personas en todo el mundo.

Entre ellos hay una chica francesa que creó una Escuela de Filantropía para niños, una brasileña autora de uno de los libros más descargados y leídos sobre la vida en Silicon Valley, y un joven que se animó a revolucionar la industria milenaria del té, para llevarlo desde la India al resto del mundo. Todos ellos estuvieron la semana pasada de visita en Buenos Aires, para que los conozcamos, nos cuenten de sus proyectos y nos presenten a los embajadores de su comunidad que viven y trabajan aquí en la Ciudad, cerca de todos nosotros.

Ideas novedosas, proyectos revolucionarios, historias inspiradoras. Todo esto y mucho más se encuentra en el ADN de un emprendimiento innovador, pero ¿cuáles son sus características?

En este punto, es interesante destacar que no hace falta ser un genio informático o conocer en profundidad todas las posibilidades que la tecnología tiene para ofrecer. Después de todo, “innovar”, según el diccionario es “alterar las cosas introduciendo novedades”. Ni más ni menos que eso.

Cada vez que encontramos una nueva forma de enfrentar un problema común, tomamos un camino distinto para ir a trabajar o descubrimos formas diferentes de hacer las cosas de todos los días, estamos innovando. Si además tenemos una idea y al ponerla en práctica le cambiamos la vida a una, diez o cien personas, estamos generando un impacto que en escala puede ser enorme por más simple que sea.

La capacidad de innovar está presente en todos nosotros. Es ahí donde reside nuestro potencial para transformar el espacio que nos rodea y convertirlo en un lugar mejor para todos, poniendo las buenas ideas en acción para lograr el cambio que hace falta en la Ciudad y el país.

Clic

Las fotos vienen siendo “la noticia” y si se las saca uno mismo, aún más. Aquel domingo de la ceremonia de la entrega de los premios Oscar, la selfie o autofoto que realizó la presentadora Ellen DeGeneres fue la más retuitiada de la historia –según fuentes de Twitter- y no sólo eso, sino que la empresa del teléfono que usó DeGeneres donará 3 millones de dólares para obras de caridad, por haber usado el mismo.

Del daguerrotipo a la selfie hay un largo e histórico camino recorrido, desde los soportes, las luces y sombras, del blanco y negro a los colores, la foto digital y hasta el photoshop, todo ha sido posible dentro de su universo, y aunque tenga tanto que ver la innovación y la tecnología, los cambios no han echado a perder la mística que contiene una imagen congelada. Porque más allá de las cualidades de la foto o la habilidad de su fotógrafo, contemplar una imagen es poder estar y vivir “de alguna manera” en esa foto, transportarse. Hay fotos que han cambiado la historia, que han torcido un destino, otras que han hecho justicia y muchas tantas han hablado más que mil palabras.

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Diseño es identidad

A lo largo de la historia abundan los ejemplos de objetos, prendas y colores que, inevitablemente, quedaron ligados a la imagen de una determinada persona o personaje y viceversa. Los anteojos de John Lennon son un ejemplo cabal de esto: es difícil imaginarse al Beatle sin anteojos, pero sin embargo no fue hasta 1966 -14 años antes de su muerte- que Lennon incorporó el elemento que, hoy en día, más se asocia con su imagen. En 1981, seis meses después del asesinato de Lennon, Yoko Ono usó la imagen de los famosos anteojos para ilustrar la tapa de su primer disco solista. Ensangrentados, los anteojos fueron una sinécdoque perfecta, una referencia inconfundible.

El bigote en punta de Salvador Dalí o el bicolor de Charly García, podríamos pensar en miles de ejemplos similares que nos muestran que, estemos atentos o no, el diseño está presente en nuestra vida, en cómo nos mostramos frente al mundo, es parte de nuestra identidad y puede agregar valor a nuestra imagen personalizándola y hasta en algunos casos volviéndola un ícono, a tal punto que un objeto puede hablar de nosotros más que nosotros mismos. Esto es trasladable a un producto e incluso un servicio o una Ciudad y este mensaje es, justamente, la base de la economía creativa: agregar valor usando como insumo el diseño, la creatividad, el talento.

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