La responsabilidad de Occidente

Eric Hecht
Por: Eric Hecht

Esos dos primos palestinos con los ojos llenos de odio y las manos llenas de armas de fuego y cuchillos que entraron en una sinagoga en Jerusalén, donde la gente estaba orando, con la intención de asesinar y descuartizar la mayor cantidad de presentes posible, no son desequilibrados, sino el resultado de una campaña cínica y fanática que tiene como epicentro la Mezquita de Al Aqsa y el Status Quo de la capital de Israel.

A sus acciones ayudaron, siento decirlo, la apatía y la actitud escéptica de Occidente. Es una gran hipocresía luchar contra las decapitaciones de ISIS, por un lado y, por otro, seguir examinando los ataques terroristas contra judios en las últimas semanas como una consecuencia casi lógica de la conducta israelí.

Las condenas que se escucharon en estos días fueron insuficientes y poco claras. Abbas no menciona en sus declaraciones la palabra terrorismo, se limita a condenar el incidente y lo vincula al odio religioso.

Es sorprendente la curiosa similitud entre la declaración de un miembro de la familia de los dos asesinos y las cosas que se dicen en estos días por parte de los representantes de los países europeos y sobre todo algunos líderes latinoamericanos, según los cuales el ataque tuvo lugar debido a la presión de las fuerzas de ocupación del gobierno israelí sobre el pueblo palestino, especialmente en la Mezquita de Al Aqsa, y que el ataque es normal para cualquier persona conectada a su pueblo, el coraje y el Islam.

Es impresionante cómo para muchos líderes occidentales la forma de detener la violencia en Jerusalén sea la sistemática condena a Israel por las construcciones en los territorios en disputa, en vez de centrarse en la enorme cantidad de mentiras propagadas incluso por el mismísimo  Abbas sobre la Mezquita Al Aqsa, que es que Israel quiere cambiar el status quo del Monte del Templo para expulsar a los musulmanes, falsedad descarada y desenmascarada ya que el gobierno israelí declaró en varias ocasiones que no tiene intención alguna de hacerlo. ¿Cómo es posible que a nadie se le ocurra pedirle a los palestinos que siguen perpetuando día tras día ataques terroristas mortales en Jerusalén que se abstengan de realizar actos que puedan empeorar la situación?

La no condena enérgica de Occidente convence a los palestinos de que las acciones agresivas serán comprendidas y justificadas y que podría llevar al nacimiento de un Estado palestino no como una forma de compromiso, sino como una forma de compensación. Este modus operandi fue confirmado en el pasado por gran parte de gobiernos latinoamericanos y lo está siendo ahora por algunos europeos con el reconocimiento del Estado palestino por el gobierno sueco, el Parlamento británico, italiano y español.

La elección de la defensa contra un mundo hostil y fanatizado y la decisión de Israel de no ceder a compromisos territoriales fáciles debe ahora ser claro incluso a los líderes occidentales que en estos días se limitaron a protestar y no a condenar. Si podemos comparar las reacciones de los familiares de los dos asesinos, con algunos líderes occidentales, entonces los ataques de hoy en día son en parte el resultado de la actitud complaciente y débil de nuestro mundo hacia los palestinos y Abbas, un compañero de fierro y fiel del gobierno de Hamas.