La década ganada de las llamadas perdidas

Ernesto Sanz

Si el anuncio de licitación de 4G hubiese sido hace tres años, nuestro país habría estado en ritmo con lo que sucedía en América Latina. Si hubiésemos querido estar en la punta en telecomunicaciones, como antes del kirchnerismo, el anuncio tendría que haber sido hace cinco años. Hoy somos furgón de cola.

Comunicaciones inaudibles, ruidos extraños, llamadas que se cortan sin explicación, zonas sin señal en pleno centro, mensajes de texto que llegan nunca, o llegan mal, o llegan tarde. Pobrísima cobertura de redes de internet móvil. ¿Quién no sufre alguna de estas situaciones a diario?

Entre 2001 y 2012 la cantidad de aparatos celulares en servicio aumento de seis a cincuenta y ocho millones de teléfonos, pero las inversiones en infraestructura no acompañaron ese crecimiento. Lógicamente, a mayor demanda con infraestructura constante, hay un inevitable deterioro del servicio e inconvenientes propios de un sistema que no está preparado para soportar la exigencia.

En estos años además de la cantidad de teléfonos, hubo otros aumentos: un crecimiento exponencial de quejas por parte de los usuarios. Solemos chocar contra estructuras oligopólicas que ponen en evidencia que el Estado no cuenta con regulaciones para evitar abusos. El gobierno se niega sistemáticamente a avanzar en regulaciones transparentes, estrictas y eficaces. Se deterioran las comunicaciones y no se defiende a los usuarios.

Según OpenSignal, empresa que confecciona mapas de cobertura de redes móviles en todo el mundo, en enero de 2013 en Buenos Aires y los veinticuatro partidos del conurbano, cada antena abasteció a más del doble de celulares que en el Gran San Pablo, más del cuádruple que en Santiago de Chile y casi doce veces más que en Londres.

El anuncio del 4G es una buena noticia que llega muy tarde. Es notable que Argentina tenga una enorme cantidad de frecuencias vacantes sin licitar y sin uso, frecuencias que de estar en servicio descomprimirían considerablemente la situación actual. Tenemos infraestructura desperdiciada por desidia política.

Frente a esta situación propongo una urgente introducción para impulsar la innovación tecnológica. Además de habilitar nuevas frecuencias bajo condiciones estrictas de calidad, desarrollo e inversión en 4G, y que garantice el ingreso de nuevos prestadores, debemos ir planificando el 5G para el año 2020, porque es cuarenta veces más rápido que el 4G.

En estos momentos, en el mundo, se despliega una nueva forma de empresas, servicios, trabajos, oportunidades y conocimiento a partir de la conjunción de telefonía móvil e Internet. Es imperdonable que nuestro país desaproveche esta oportunidad histórica (porque tiene el talento humano y la potencialidad tecnológica) por culpa de la negligencia y la falta de visión de futuro de este gobierno.

En el siglo XXI no hay progreso posible con malos servicios de comunicación y accesibles de telefonía celular e Internet. Esta gran deuda histórica que deja este gobierno va a ser saldada cuando desde el 2015 impulsemos políticas que pongan en el centro de la escena la conjunción de crecimiento, desarrollo, progreso y bienestar.