Argentina tiene que volver a ser moderna

Ernesto Sanz

El 26 de junio de 1884, hace 130 años, se sancionó una de las leyes más importantes de la historia argentina, la ley de educación primaria conocida como 1420, que guió la educación de millones de argentinos. La escuela primaria tiene por objeto favorecer el desarrollo moral, intelectual y físico de todo niño. La educación debe ser obligatoria y gradual. La obligación escolar comprende a todos los padres de los niños en edad escolar.

Gratuidad y obligación de la enseñanza, el reconocimiento de la diversidad de cultos, la construcción de jardines de infantes y el compromiso de construir miles de escuelas, esa ley sancionada en una Argentina que estaba en plena construcción social y cultural, fue moderna e inclusiva y constituyó un desafío para un Estado que cumplió con creces el objetivo y que hizo del argentino uno de los pueblos más instruidos del mundo.

Ese mismo día, pero siete años después, se constituía uno de los primeros partidos políticos modernos de América Latina. Nacía la Unión Cívica Radical. Compuesta principalmente por jóvenes, muchos de ellos los primeros en sus familias que accedieron a educación, hijos y nietos de inmigrantes, constituyeron un movimiento social imparable aglutinado en torno a la reivindicación por los derechos civiles y la decisión de no acordar con un régimen que negaba la igualdad de derechos políticos a sus ciudadanos.

Esa generación de jóvenes dirigentes políticos fue protagonista de uno de los períodos de progreso más importantes de Argentina: un extraordinario crecimiento económico, la asimilación de millones de inmigrantes, un importante crecimiento cultural y la disposición política de medidas estratégicas como la creación de YPF, la reforma universitaria y el impulso al desarrollo de los ferrocarriles marcaron una época de oro para el país.

Recordar hitos en la historia del país carece de sentido si se lo hace de memoria o solo para la memoria. De recuerdos no vive el hombre y tampoco prospera un país. Pero mirando y recordando se aprende. Y el 26 de junio es una fecha ideal para tomar inspiración y recuperar aspiraciones. Argentina alguna vez fue moderna y tiene con qué volver a serlo.

Hoy, en 2014, un 50% de los chicos no termina la secundaria en nuestro país. Hoy, en el siglo XXI, hay un 9% menos de estudiantes en las escuelas públicas que hace diez años. Hoy y ahora, el rendimiento de los estudiantes argentinos es menor que el de los chicos que estudiaron en los primeros años de este siglo.

Pero estos datos duros, que nos cachetean sin piedad, contrastan con un mar de oportunidades. El campo argentino produce más del doble de soja que hace diez años, los yacimientos de Vaca Muerta multiplican por 40 nuestras reservas de gas, y por 10 las de petróleo. Una quinta parte del litio que hay disponible en todo el mundo está en Argentina, y el litio es un mineral fundamental para la industria del siglo XXI. Finalmente, en un mundo preocupado por el agua, Argentina es el 17° país con más reservas de aguas subterráneas del mundo.

Tenemos recursos naturales estratégicos, y no solo eso: nuestra población es joven, la mayor parte de los argentinos tienen edad de estudiar y trabajar, producir, innovar y crear. A diferencia de muchos países de Europa por ejemplo, no tenemos una población vieja, sino que contamos con una enorme oportunidad demográfica de desarrollarnos antes de envejecer.

Argentina está en las puertas de la oportunidad más grande de su historia. No de los últimos años, de su historia. Pero aunque las oportunidades lleguen, si los hombres y mujeres que habitamos este país no las aprovechamos, veremos pasar otro tren y en donde hay esperanza habrá una nueva frustración.

Mirar para atrás sirve para darnos impulso. Este 26 de junio, además de recordar a aquellos argentinos visionarios de la 1420 y a aquellos ciudadanos comprometidos y convencidos de 1891, tomemos de ellos el coraje y la voluntad de cambiar.

Cambiemos, innovemos y emprendamos un camino distinto. Argentina puede progresar. La cultura de la decadencia no es un impedimento cuando un país decide avanzar. Depende de nosotros tomar la decisión y aprovechar esta nueva oportunidad.