‘Los brasileños se acostumbraron a tener las necesidades cubiertas’

Fabiana Suárez

Gustavo Segré es economista especializado en temas del Mercosur. Ceo de Center Group, con sede en Brasil y Argentina, desde 1990 se dedica a la constitución de empresas de capitales argentinos en el país carioca. Argentino de nacimiento, desarrolló su carrera universitaria y empresarial en San Pablo, una ventaja competitiva a la hora de entender la lógica de ambos países.

No es frecuente ver “indignados” en Brasil, al menos en las últimas dos décadas. Más allá de la suba del transporte público, ¿qué desencadenó semejante protesta?

Primero tuvimos una manifestación muy agresiva llamada “Pase Libre” pidiendo una reducción en los boletos de colectivo. De 3 reales que estaba el pasaje, pasó a 3,20.  Si lo llevamos a pesos eso equivale a 6,78.

Cuando esta manifestación se hace tan violenta, toda la población fue contraria a ella.

El 13 de julio, se realiza otra manifestación y allí fue la policía la que estuvo agresiva, y cambió la visión de la gente.

Se dejó entonces de manifestar por la cuestión del valor del colectivo y empezó a observarse que el mar de fondo era otro. Por ejemplo se pedía que el gobierno no invierta tanto en estadios de fútbol,  y sí lo hiciera en salud, seguridad y educación.

Dos ejemplos más: el estadio de Brasilia, donde se invirtieron  750 millones de dólares con un presupuesto inicial 300 millones.  Donde se juegan dos partidos de la Copa de las Confederaciones y algo así como tres partidos de la copa del mundo el año próximo. Pero Brasilia no tiene campeonato local.  Hay otro ejemplo peor: Manaos, capital del estado de Amazonas, donde se  invirtieron 570 millones de dólares y no hay equipo de fútbol en la ciudad.

La juventud, entonces, aprovecha este descontento y comienzan a manifestarse 300.000 personas en nueve capitales. Situación que nos hizo acordar a la época del juicio político a Fernando Collor de Mello en 1992,  cuando la población prácticamente lo echa.

¿Entonces el enojo tiene raíz en la corrupción?

No me parece que sea el caso, corrupción hay en todo el mundo, en todos los gobiernos.

El punto hoy es que millones de brasileños entraron en la pirámide de consumo donde antes no tenían empleo, no ganaban dinero, no tenían crédito, y de repente comienzan a tener su sueldo, a comprar sus cosas en cuotas. Esa necesidad que antes tenían hoy ya está cubierta. Si a vos te aumentan el sueldo, el primer mes vas a estar feliz de la vida, en el segundo vas a gastar más y en el tercero querés que te aumenten de nuevo.

Qué distintas son las escalas de los argentinos y los brasileños… A ellos se les agrandó,  tienen un techo más alto, más ambiciones, más expectativas, cosa que está muy bien. Aquí en Argentina, con escándalos de corrupción, inseguridad y narcotráfico creciente, inflación anual de dos dígitos, no reaccionamos…

En toda Argentina el cacerolazo estuvo orientado al gobierno.

En el caso de Brasil la gente fue contra todos: el gobierno de Dilma Russeff, el congreso,… y no encontrás un partido político que diga esto es contra el PT.

Igual lo cierto es que la imagen de la presidente está cayendo. Fue abucheada en la Copa de Confederaciones en el partido de Brasil y Japón, y ya se evalúa la posibilidad que si esto no se revierte, el candidato en el próximo año a la presidencia de la república sea Lula en vez de Russeff. 

La suerte de Brasil tiene un impacto directo en la economía argentina, más haciendo nosotros las cosas mal, lo cual nos obliga a depender de factores exógenos: precios del sector agrícola y el crecimiento de ustedes.

El crecimiento económico de Brasil, hoy es bastante bajo, pero el objetivo principal del gobierno es controlar la inflación y me parece saludable.

Acá se quejan por una inflación alta que es del 6,5% anual. Es alta para los brasileños que ya se acostumbraron a tener inflación baja, porque como te dije antes, se acostumbraron a tener las necesidades cubiertas.

El crecimiento brasileño, que es bastante pobre, tiene relación directa con una política económica amparada en tres aspectos desde hace muchos años: superávit fiscal, esto es con metas desde 1999, época de otro presidente, Fernando Henrique Cardoso. Metas inflacionarias de 4,5% con techo del 6,5% y por otro lado tasa de cambio libre. Y esa tasa de cambio libre que hoy está en 2,16 es una de las otras preocupaciones del gobierno, porque por un lado le permite que el producto brasileño sea más competitivo, pero por otro lado le impacta en inflación. Entonces yo diría que la situación de Brasil hoy es de cuidado. Estimamos que si no cambian rápidamente algo los indicares económicos, Brasil en el próximo año puede llegar a perder el grado de inversión (investment grade) que hoy tiene, y esto no sería bueno en época de elecciones.

En relación a la  Argentina, en este momento el ministro de Industria Fernando Pimentel está reunido con autoridades de tu país, para que Argentina no le pare tanto el flujo comercial y le daría en contraparte una “estirada” del acuerdo automotriz por 18 meses. Eso es lo que imaginamos siendo que aún la información no salió.

Con lo cual Argentina sigue siendo importante para Brasil, es el tercer mercado. Y Brasil es mucho más  importante para Argentina, es el primer mercado. Pero aún en esta relación de fuerzas, Brasil cuida más de Argentina, que ustedes a nosotros.

Bueno en realidad estamos peleados con todo el mundo, incluido nuestro socio natural. El gobierno tiene una comunicación unidireccional en su política doméstica, pero también en la externa.

Deberíamos pelearnos un poco menos, sobre todo con el que paga nuestras cuentas.