Libertad o servidumbre

Facundo Chidini

 “Recordad que a lo largo de la historia, siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo, han parecido invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre.” Mahatma Gandhi

Situándonos en el proceso que llevó al fin de la administración de la monarquía española y a las guerras de la independencia que se libraron en nuestro territorio, ¿qué dio a ese número tan pequeño de hombres el coraje para soportar la fuerza de la corona española y para vencer a esa potencia? En esos sucesos gloriosos y heroicos lo que estaba en juego no era sólo la independencia y la creación de un nuevo Estado, sino, aunque muchos hoy no lo recuerden, lo que verdaderamente se jugaba era la victoria de la libertad sobre la dominación, de la liberación sobre la servidumbre.

No se trataba solamente de constituir un país independiente, se buscaba un país de hombres libres, donde no haya subordinación ni al rey de España ni a un tirano criollo.

La Argentina, ese sueño de país soberano y libre que anhelaron los hombres de Mayo, pareciera desvanecerse con las últimas violaciones constitucionales perpetradas por el régimen autoritario del kirchnerismo.

Son oportunas las palabras de Etienne de la Boétie cuando dice que  “Cómo puede ser que tantos hombres, ciudades y naciones soporten a veces a un único tirano que no tiene más poder que el que ellos le dan, que sólo puede perjudicarles porque ellos lo aguantan, que no podría hacerles ningún mal si no prefiriesen sufrirle a contradecirle”.

Siguiendo estas ideas, podemos comprender que el poder es una interpretación subjetiva sobre la capacidad de generar acción sobre el tirano. La sociedad toda es soberana, los ciudadanos le damos legitimidad para que actúe el gobierno. Por lo tanto, al tirano único que tiene la suma del poder público no es necesario combatirlo. Se desmorona por sí mismo, si la ciudadanía elige no servirlo.

La responsabilidad cae sobre nosotros, los ciudadanos, pues somos los que nos dejamos atropellar nuestros derechos, ya que para liberarnos de ello bastaría con que dejemos de ser súbditos.

Si Mariano Moreno, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano nos preguntarán “¿qué hicieron con la libertad que les hemos legado?”, ¿qué le responderíamos? ¿Que fuimos tan débiles y cobardes que hemos decidido perderla en manos de unos ladrones, corruptos e infames traidores a la patria?

Tengo la firme convicción que la respuesta sería otra, si entendemos que el futuro no está escrito y que nosotros tenemos el poder de escribirlo como lo han hecho nuestros próceres fundadores.

Hoy, la construcción de un poder opositor con posibilidades de torcer el proyecto hegemónico kirchnerista debería proponerse como un verdadero movimiento de reconstrucción institucional de la Nación; donde se privilegie la participación ciudadana y se facilite su acceso al poder. No basta con organizar una alianza de fuerzas políticas opositoras con objetivos electorales. Es tiempo que los opositores comprendan el sentido estratégico de toda acción política que se implemente en el 2013.

Por tanto, es tiempo de traducir a acciones políticas las notables manifestaciones de la sociedad civil del 13S, 8N y 18A y su riqueza de consignas, y convertir la creatividad ciudadana y su vocación democrática y republicana en un programa de transición del postkirchnerismo.

La sociedad civil argentina ya se ha planteado estas preguntas: ¿hasta cuándo seremos un pueblo de corderos que se esclaviza a sí mismo; quien, pudiendo elegir entre estar sometido o ser libre, rechaza la libertad y acepta la sumisión? ¿Hasta cuándo toleraremos que se nos viole nuestros derechos y libertades? ¿Hasta cuando preferiremos ser siervos de un tirano?

Del mismo modo que en las gloriosas jornadas de Mayo de 1810, ahora la pelota está del lado de la dirigencia política opositora. Llegó la hora de demostrar si está a la altura de ejercer el poder delegado, con la convicción de que no es una elección más, sino que es la batalla por la libertad contra la servidumbre.