Multiculturalismo y taharrush

En 2010, ante una audiencia de jóvenes de su partido, Ángela Merkel pronunció algunas palabras que ya son parte de la sabiduría convencional. Expresó que los intentos de crear una sociedad multicultural en Alemania habían fracaso estrepitosamente. Un año más tarde, David Cameron y Nicolás Sarkozy sumaban sus voces a esta posición. Los inmigrantes de otros entornos culturales —argüían los líderes— no habían logrado integrarse a la idiosincrasia occidental, esto es, a la vida comunitaria, social y cívica del continente europeo.

Este discurso, que algunos etiquetan como una maquinación racista, ha dejado de representar exclusivamente a las plataformas conservadoras o derechistas. Con justa razón, los europeos están cada día más alarmados por el embate cultural que se está produciendo en el seno de sus comunidades. En Europa se habla de zonas liberadas, en donde las fuerzas de seguridad tienen prohibido el paso. Se habla de barrios en donde la ley de facto es la sharia, la ley islámica, y se habla de escuelas y centros comunitarios que instan a atentar contra las instituciones seculares del Estado.

Hoy el último fenómeno que está sacudiendo el Viejo Continente es uno que ha ganado terreno en las calles de Egipto y Magreb. Se trata de las violaciones grupales, el llamado juego de taharrush gamea, “acoso colectivo”. Si bien no está emparentado con el islam per se, es un subproducto derivado de la religión. Concretamente, viene de una herencia cultural tradicionalista que reacciona violentamente frente a la emancipación de la mujer. Continuar leyendo

¿Por qué no hay refugiados sirios en el golfo Árabe?

La portada de El País de España del 8 de agosto lo decía todo. Una imagen habla más que mil palabras, y lo que entonces se veía era desgarrador. Tal como leía el periódico, se veía “el caos” migratorio en el Mediterráneo. Decenas de personas luchando para mantenerse a flote y no ahogarse y quizás, con la gracia de Dios, llegar a salvo a territorio europeo. Se trata, en su mayoría, de desplazados que huyen de la guerra en Siria y buscan establecerse en la seguridad y relativa prosperidad del continente europeo. Por ello, con sus periodistas indignados por la situación, Al Jazeera expresó que dejaría de referirse a los damnificados como “migrantes”, para en cambio reflejar la realidad con el término “refugiados”.

También me llamó la atención una reflexión que se difundió por Facebook. En ella, apelando a la misma fotografía, un profesor de historia se confesaba avergonzado de la civilización o cultura occidental y cristiana, que, de acuerdo con el autor de la publicación, “pasará a la historia como la más cruel, sanguinaria y terrorista que jamás haya conocido la humanidad”. Si no, está Banksy, el famoso artista callejero satírico de Inglaterra, quien montó una imagen compuesta por cuerpos flotando en el agua, en un círculo que mimetiza la bandera de la Unión Europea, con el azul marino de fondo. Continuar leyendo