Sálvese quien pueda

Fernando Morales

Sin la menor posibilidad de duda, la única orden que un capitán no desea dar jamás es la de “sálvese quien pueda”. Esta instrucción a los pasajeros y tripulantes de una nave en peligro tiene la particularidad de ser irreversible; una vez pronunciada por quien ejerce el comando, la autoridad de quien la dio caduca automáticamente; cesan las jerarquías, el deber de obediencia, la responsabilidad e incluso el respeto por reglamentación alguna por parte de todos los alcanzados por esa directiva final. A partir de allí, y hasta la hora final o hasta que eventuales rescatistas asuman el control, cada individuo queda facultado para hacer lo que considere necesario para asegurar su supervivencia; aunque para conseguirlo deba realizar actos que conspiren contra la vida de los demás. Disputar un lugar en una balsa; arrancar el chaleco salvavidas de otro náufrago; robar alimentos y agua y todo aquello que usted, amigo lector, se anime a imaginar, luego todo quedará borrado; perdonado y olvidado cuando la ley vuelva a imperar para los sobrevivientes a la tragedia.

Una vez más la crítica situación que atravesamos me sorprende fuera de la Patria; tal como sucede cuando se desea apreciar una obra de arte, tomar cierta distancia permite observar detalles que de cerca no se aprecian.  Por cierto que la Argentina de hoy dista mucho de parecer una obra de arte; excepto que la asimilemos a una magistral película de terror.

Como siempre le digo; explicar lo inexplicable ante las preguntas de quienes no habitan estas pampas se torna prácticamente imposible; por solo citar una semana de vida argentina exhibida ante el mundo, la realidad  es tan pintoresca como increíble; en orden completamente aleatorio los últimos días son una prueba acabada de ello

Un empresario de 78 años de edad, volando su propio avión y sin copiloto, se precipita a tierra sobre uno de los barrios más coquetos del gran Buenos Aires y se abre una discusión sobre la “conveniencia” de alterar el corredor aéreo que casualmente pasa por sobre las cabezas de miles de almas. Se inicia al mismo tiempo  una investigación sobre la conveniencia de limitar la edad de otorgamiento de los brevets. Otro importante empresario muere en el acceso a Rosario y es la familia del fallecido quien alerta a la policía y a la fiscal de la causa, que el accidente se debería a un intento de robo y no a un error de conducción.

Mientras sin solución de continuidad se exponen casos de menores abusados por docentes a quienes sus padres los confiaron.  La legislatura bonaerense aprueba una ley que permite a personas sin título quedar nada menos que al frente del cuidado y educación de la franja  de edad más vulnerable del desarrollo humano. Casi al mismo tiempo no saber nada, saber muy poquito o saber un poco más pero no lo suficiente, es lo mismo; todo vale 4 (igual que  en el truco), al fin y al cabo para qué queremos diez números, si toda la maravilla de la tecnología informática se maneja con lógica binaria basada en ceros y unos. Entretanto y con el mismo criterio “todopoderoso” se intentó correr el Día de la Primavera para que las blancas palomitas no se estigmaticen haciendo un picnic un día domingo, dado que el domingo está hecho para descansar y el festejo estudiantil es de última una actividad curricular

El hijo de la Presidente de la Nación, se junta con un grupo de amigos, alquila unos cuantos micros y llena un estadio de fútbol; esforzándose por hablar como su difunto padre, revindica la figura de su mamá como candidata a disputar una vez más la primera magistratura; sin lugar a dudas un buen hijo que no tuvo en cuenta que su propia madre votó una Constitución que se lo prohíbe. Por otro lado un diputado declama que lo que importa es lo que piensa el pueblo y no lo que dice la Carta Magna y otro legislador opina que tal vez lo mejor sea cerrar el Congreso (en el que trabaja). Mientras tanto el procesado Vicepresidente de la Nación se apresta a quedar al frente del país el mismo día que suma una nueva denuncia penal en su contra, ya no por un mega negociado internacional, ni por espionaje, ni por nada demasiado escandaloso. Solo por falsear su domicilio ubicándolo sobre un banco de arena en el medio de una playa.

La realidad económica, entretanto, ofrece alternativas no menos difíciles de ser explicadas y obviamente de ser entendidas; la descontrolada inflación sufre el proceso inverso que el de las notas de los estudiantes; en este caso lo que resulta no estigmatizador es que, a fin de cada mes, no llegue al dos; por ello todo lo que supere ese valor es análogamente al caso anterior, eliminado de la escala. La cotización de la sucia divisa verde no debería alcanzar los valores que alcanza, porque el talentoso Ministro de Economía así lo dice; el mundo sigue conspirando en tal sentido y si un diplomático de segunda línea nos desea “salir rápidamente del default” por qué será bueno para nosotros; es acusado de superchería, amenazado con la expulsión y declarado prácticamente  enemigo de la patria. Igual de enemigo que cualquier empresario que pregunta como hace para importar los insumos necesarios  para su producción si cuando requiere la divisa para pagarlos el Estado le dice que no hay. Luego ese mismo Estado lo acusará de no producir para atentar contra el pueblo.

Las batallas cotidianas de un gobierno nacional y popular, encabezados por una líder carismática que en cada día de los últimos ocho años no repitió jamás su atuendo en ninguna de sus apariciones en público; que nos exhorta a consumir productos nacionales, mientras luce sus carteras importadas y bebe agua mineral francesa, llaman poderosamente la atención del ávido interrogador foráneo. La Nación contra los imperios, contra el “establishment”, contra los fondos buitre, contra la Corte Suprema de USA, pero también contra una imprenta que se funde; contra una aerolínea que no vende pasajes a futuro o contra un  chacarero que guarda su producción para venderla cuando la cosa mejore, son por demás llamativas.

La lista es abrumadoramente más larga, las preguntas se suceden sin solución de continuidad y uno se va dando cuenta que no hay respuesta racional para casi ninguna de ellas. Lo que uno si puede llegar a ver es que –volviendo al primer párrafo de la columna- en realidad sí hay una situación peor que la allí descripta; ésta ocurre cuando el pasaje advierte el peligro antes que el capitán y sus oficiales, alertando a los mismos sobre el irremediable final que los acecha si no se toman medidas urgentes. En este extremo caso; es muy probable que quien se cree “iluminado” por el mando, tilde de ignorantes a los que están alertando, pudiéndose llegarse a la particular situación de que sean los propios pasajeros quienes decidan iniciar por su propia iniciativa el abandono de la nave; de hecho, si miramos a nuestro alrededor podríamos descubrir cada vez más gestos de auto salvación, realizados curiosamente por quienes están más cerca del capitán. Cuidado con eso, porque cuando el pasaje comience a hacer lo mismo que los que están al mando, el naufragio será irreversible