Macondo

Fernando Morales

Mis columnas como ud ya sabe –amigo lector- son más bien largas. Será tal vez fruto de mi dificultad para expresar lo que pienso en pocas palabras o por mi afán de abundar en detalles; pero lo mismo me pasa cuando dejo fluir mis ideas sobre un determinado tema en forma verbal.

Sin ir más lejos hace un par de días, mientras debatíamos entre camaradas sobre la realidad actual, una catarata de palabras propias y de terceros, obtuvo como respuesta de nuestro interlocutor solo una. “Macondo”. Sin prestarle mucha atención seguimos enfrascados en nuestra charla hasta que por segunda vez nos espetó: ¡¡¡Macondo!!! Si la capacidad para resumir un concepto fuera directamente proporcional a la inteligencia, este buen señor además de ser un gran amigo sería un verdadero genio. Por ello con su permiso le robo su magistral resumen para mi columna de hoy.

Recuerda a Macondo ¿no?, el pueblo que imaginó el genial Gabo García Márquez en “Cien años de Soledad”. Si leyó el libro, recordará también las distintas escenas, divertidas a veces, violentas otras y en su mayoría protagonizadas por las familias Buendía e Iguarán. Recordará también la lluvia de cuatro años de duración y las dantescas escenas en torno al fantástico diluvio. Cuánto talento y cuánta imaginación para volcar en palabras, relatos de una sociedad tan enferma como ficticia y que difícilmente podría encontrar un parecido en comarca alguna del mundo real…

La cuenta regresiva que desembocará en el recambio presidencial avanza lenta (tal vez demasiado) pero inexorablemente. La posibilidad de re reelección está definitivamente desvanecida. Y ningún miembro de la familia Buendía… perdón, Kirchner, tiene la menor chance de ganar el favor del pueblo. Esto no es un problema menor para la actual conducción ya que nadie parece gozar de la confianza de la jefa absoluta de la Nación, la que teme que en 2015 ya no se rebauticen puentes, calles, cines y porque no estrellas de la bóveda celeste con el nombre de su difunto esposo. Ni que hablar del temor a la tan mentada revisión judicial de buena parte de lo actuado en la “década ganada”

Mientras el reloj sigue su marcha, el hoy aquí y ahora nos encuentra enfrascados en resolver problemas de todo tipo y color. El sueldo que no alcanza para llegar a fin de mes, va privando a una cada vez mayor porción del pueblo argentino de la posibilidad de cubrir sus necesidades básicas. Ni que hablar de cuestiones tales como la diversión. Afortunadamente muchos de nuestros dirigentes no escatiman esfuerzos para que podamos al menos ser espectadores de su propia diversión.

Martín, la principal espada que durante los últimos comicios esgrimió el “Frente para la Victoria” ( para la victoria de quién? ) se nos casa y ha decidido tirar la casa por la ventana. Tal vez con un poco menos de glamour que George Clooney pero sin escatimar en gastos. Uno de los principales relatores del modelo nacional y popular, tuvo la gentileza de obsequiarnos innumerables imágenes de la despedida de solteros que hizo para sí y para su mediática novia. “Nos divertimos mucho con juegos acuáticos” justo el mismo día que el pueblo al que representa también lidiaba con el agua pero claro, con menos alegría y muy poco de diversión

Los detalles de la boda del servidor público que como tal cobra un sueldo del Estado Nacional y su novia bailadora televisiva, prometen llevar alegría a millones de argentinos. Seguro querido amigo que a Ud. le llegó la tarjeta de invitación a la boda. “Let’s Party MTHFCK”, reza la misma. Quiere decir algo así como “Vamos a festejar, hijos de p….” claro, en inglés suena mucho menos grosero.

Tal vez por la sensación de inseguridad, la “Party” arrancará durante el día; si bien piensan seguir danzando hasta la medianoche y la clase política por estas horas no sabe exactamente que será lo correcto; si sumarse al top show de la temporada o escudarse en cuestiones de agenda.

Menos mal que la oposición reaccionó como corresponde y también salió a alegrar al pueblo con las aventuras románticas del otro Martín. Quien no se emocionó, lloró o rió, tomando posición a favor o en contra del galán economista que aspira a ser canciller y nos muestra con orgullo sus twitters con la blonda columnista de América o su morocha colega de la corpo. Sería muy constructivo que ambas beldades compitan en una suerte de “PASO” y que seamos nosotros los que decidamos cual de las dos asume la presidencia del corazón del ex banquero central del modelo, devenido ahora en férreo opositor.

Seguramente, mientras seguíamos por los medios oficialistas u opositores estas alternativas románticas de nuestros líderes, no percibíamos que el agua iba colándose por entre los umbrales de nuestros hogares. Abrumado por la consecuencias no solo de la furia del temporal, sino por el peso de las obras hidráulicas no realizadas, el gobernador de la provincia más castigada por la tempestad, súbitamente visitó Pilar; se lo esperaba ataviado con ropa de agua y botas aptas para incursionar en las anegadas calles del pueblo; pero no; vestía ropa deportiva y como buen motonauta que supo ser, no dejó que unas gotitas lo amedrentaran y se jugó un picadito; seguramente para confortar a los más de 5000 evacuados que ya bastante sufrimiento tenían como para privarlos de su “jogo bonito”. Se dio el gusto además de estallar colérico por el descaro periodístico de mostrar su ya famosa camiseta naranja y su cara roja (de furia no de vergüenza)

Llovía sin parar. A pesar de los esfuerzos de los unos y los otros para distraernos de la tragedia, era necesario hacer algo más; apelar a la reflexión profunda; tal vez a la oración. Pero como Francisco está lejos y la diferencia horaria no es una cuestión menor, tomó la posta el ministro de desarrollo bonaerense Eduardo Aparicio. Su invocación religiosa no solo fue magistral sino también ecuménica. Un Verdadero mensaje pastoral. “El agua llega para todos, Dios es justo, de arriba nos mira a todos por igual” Solo le faltó agregar. Aleluya hermanos los gorilas del barrio privado se inundaron también.

La emergencia climática, no alcanzó para eclipsar los avatares de la salud de la líder máxima, la jefa de la mayoría de los personajes antes citados. De pronto nos encontramos con la noticia de una nueva internación. Algo intestinal, o estomacal, o en el colon. Debido a un virus, a una bacteria o a un alimento en mal estado. Algo que amerita un mero control o una internación de varios días con tratamiento endovenoso. Algo que es para preocuparse pero que es una pavada. Algo que tal vez debería hacer que la ciudadanía sepa quién está en este preciso momento al frente del timón de la Nación. Una ligera indisposición quizás no hubiera impedido un breve mensaje de consuelo a miles de argentinos despojados de lo poco que construyeron con años de esfuerzo. Máxime considerando lo mucho que le gusta a nuestra Jefa trasmitir sus pensamientos y ocurrencias por medio de la cadena nacional. Algo más serio debería haber colocado a quien se encuentre al mando (si es que hay alguien en ese puesto) a decirnos: “No teman ciudadanos, me hice cargo del problema, tengo la autoridad suficiente para movilizar a los medios de la nación para ayudarlos y así lo haré” En lugar de ello, pudimos escuchar a varios jefes comunales echarse en cara desde la construcción de barrios privados que alteraron la topografía citadina , hasta la clandestina apertura de compuertas aliviadoras para enviar el agua a municipios linderos transfiriendo así el problema

La lluvia en Macondo duró cuatro años once meses y dos días. La lluvia en nuestro suelo no llegó a 48 horas. En Macondo, las intrigas las traiciones, la corrupción y el grotesco son fruto de una pluma magistral. En Argentina los mismos males son obra del descaro, la desvergüenza, la ineptitud y la total falta de escrúpulos de buena parte de nuestros gobernantes. El autor de Macondo recibió lo que merecía. El premio Nobel de Literatura en 1982. Me queda la duda sobre qué es lo que merecen los autores de nuestra realidad actual y si habrá algún ente terrenal o celestial que en algún momento les otorgue eso que merecen…