Mar de fondo

Fernando Morales

Tal vez por alguna extraña alineación planetaria, los últimos días han tenido a las distintas ramas de la actividad marítima del país como protagonistas de situaciones de lo más variadas. La catástrofe ambiental que mantiene en llamas a miles de hectáreas de bosques y la tragedia marina acaecida la semana anterior frente a las costas de Villa Gesell han movilizado a hombres y medios de nuestra Prefectura Naval, Marina Mercante y Armada para distintas tareas de socorro que exaltan una vez más lo mejor de nuestras distintas vertientes de hombres y mujeres de mar

Por otra parte y en otro plano, la política; el relato y el modelo se ocuparon casi simultáneamente de obligar a propios y extraños a anteponer el mal uso que se le da a recursos materiales y humanos; los que una y otra vez se ven envueltos en actividades que los alejan de su vocación y de sus aptitudes profesionales.

Un poco por hartazgo y otro poco por una comprensible necesidad de hacer que la sociedad conozca algunas cosas, muchos marinos retirados y en actividad alzaron discretamente sus voces a efectos de que todos conozcamos la grosera alteración de la actividad de la base naval de Mar del Plata durante casi tres meses. La misma no pretendía conectar a la sociedad “terreste” con la actividad de la Patria en el mar. Todo lo contrario: un predio militar con funciones estratégicas tan sensibles como ser el asiento de la flota que patrulla y previene la pesca ilegal en una buena porción de nuestro mar, fue transformado en un parque de atracciones, que poco tenía que ver con el sano propósito de difundir una actividad profesional o despertar vocaciones.

Un viejo almirante me decía días pasados que en muchas partes del mundo las bases militares se abren a la comunidad – y es muy cierto- lo que no se hace en ninguna parte del mundo es alojar en instalaciones militares a activistas partidarios y usar a los medios navales como transporte de jóvenes o no tan jóvenes militantes, sin ninguna otra finalidad que su “sana diversión”.

Dentro del gran desastre nacional, cuando vemos una factura confeccionada a mano por una recién nacida sociedad anónima, por un monto varias veces millonario en concepto de servicios dudosamente prestados a una de las provincias más pobres del país, o cuando vemos la acumulación de causas por corrupción de los principales funcionarios del país, el gasto originado por los simpáticos pasajeros navales puede resultar insignificante. Lo grave es que de a poco nos vamos acostumbrando a la existencia de fuerzas militares que más allá de la finalmente lograda subordinación al poder político, se van transformando en el personal de servicio de los dirigentes de turno.

Fue muy emocionante ver a miles de turistas sacándose fotos en la Fragata Libertad, y muy pintoresco también ver a los dinosaurios de tamaño natural que la custodiaban, no tan emocionante resulta saber que no zarpará este año para hacer aquello para lo que fue construida (instruir a los futuros oficiales de la armada) y que tal vez, y de acuerdo a como resulten los comicios, zarpará en “misión” a China; al parecer la tan declamada integración con las armadas latinoamericanas, ha dado paso a otro tipo de alianzas repentinas y acomodadas al nuevo y último capítulo del relato.

Y en este punto, querido amigo lector, usted se dará cuenta al igual que yo que nuestras vidas no cambiarán sustancialmente en función de los mares que vaya a surcar nuestro brioso velero mayor; es simplemente una de las tantas cosas que van dejando de servir a la Patria para servir a unos pocos y tal vez a satisfacer caprichos hormonales con muy poco sustento estratégico.

Completando este pequeño “panorama noticioso” un nuevo “robo militar” fue ampliamente difundido durante estos días; esta vez una unidad académica de nuestra Armada fue visitada por rateros que dejaron a los cadetes sin un elemento vital para su formación. La noticia escaló rápidamente y este robo escolar compartió cartel con la desaparición de un misil y de 26000 municiones de combate. Tal vez con razón el devaluado Ministro de Defensa, argumentó que no podían compararse los hechos… Tal vez, sólo tal vez.

Estos tres episodios resultan por ahora los más visibles pero no los únicos. Un par de años atrás, de la misma escuela de la Armada que es noticia hoy, desapareció un colectivo. Algo más grande que una PC, y nunca nadie más lo vio y lo peor es que a nadie le importó. Y, retomando el párrafo anterior. me permito expresarle al Ministro que le doy la razón en cuanto a no comparar la peligrosidad de los hechos, pero todos tienen la misma gravedad. Todos tienen un hilo conductor común que puede resumirse a grandes rasgos en la total falta de interés político con una de las actividades fundamentales de la Nación. La Defensa y por añadidura la gente que en ella trabaja desde un cuartel, un depósito de munición, un buque o un aula.

Le voy a desdramatizar el último hecho. Nadie robó un arma estratégica, el mundo no está en peligro; dicho en términos callejeros; “se afanaron una computadora” importante para la enseñanza, pero tal vez quien la robó la use en este momento para chatear. Pero casualmente este es un especial predio militar que se encuentra en manos de un marino “militante”.

El Director de este Instituto fue ungido por Néstor como funcionario nacional en el área del Ministerio de Interior y Transportes de la Nación. Su amor por la Patria es tan grande que funge también como funcionario de la Armada (Ministerio de Defensa) en calidad de director de la robada dependencia naval. Todo al mismo tiempo y por el mismo precio. Como fiel cultor del modelo, vocablos tales como seguridad, prevención, guardia, vigilancia o control, son malas palabras y retrotraen invariablemente a “las páginas oscuras de la dictadura”.

Y aquí va mi reflexión para Ud., querido amigo: ¿cuáles son los nuevos paradigmas que indican que se puede tomar lo que es todos para usarlo en beneficio propio?; ¿que hacer las cosas bien está mal y que hacer algo tan malo como por ejemplo tener dos empleos del Estado “está bueno”?; ¿por qué no pueden viajar alumnos destacados de todo el país en la fragata y sí lo pueden hacer los chicos y no tan chicos militantes K?; y, por fin y por último, ¿por qué es más grave para el modelo que las cosas se sepan a que las cosas pasen?

Mientras tanto, en silencio y a pesar de todo, muchos argentinos de mar enfrentan el fuego en los bosques o buscan náufragos en las aguas del Atlántico; en el fondo, y por más que se esfuercen, a ellos aún no les han podido aplicar el perverso veneno del relato nacional. Son ellos y tantos otros como ellos los que mantienen la llama de la esperanza encendida.