Memoria, verdad y justicia

Fernando Morales

“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”

Antonio Machado

Más allá de la espectacular pluma de Machado, tal vez como nunca una pequeña frase nos permitiría reflexionar durante días sobre el tristemente célebre modelo, el no menos triste relato y el fin de una década que para la mayoría de los argentinos quedará en la memoria como un mal recuerdo. Mientras que para otros tantos seguramente será parte de lo más glorioso de la historia política argentina.

Divagues al margen, lo concreto es que para bien o para muy bien ya está, ya pasó. A medida que pasan las horas, la “década ganada” comienza a adentrarse en el terreno de los historiadores y se aleja del día a día de la gestión de Estado.

Un acto inicial de Gobierno nos brindó la primera imagen mágica, el Presidente recibiendo a sus competidores electorales. ¡Bien ahí! La segunda —impensada hasta antes del 10 de diciembre— nos exhibió a los 24 jefes de Estado distritales juntos, incluida la segunda persona con sangre Kirchner a cargo de un Poder Ejecutivo provincial luego de Néstor Kirchner (la ex Presidente era K por adopción, bueno es recordarlo).

Ahora, analizando, por ejemplo, el evidente beneplácito del gobernador Juan Manuel Urtubey con las primeras medidas adoptadas, leyendo las declaraciones del Sheriff Granados (ex ministro de Seguridad bonaerense), cuando expresa: “Yo no tengo nada ver con los kirchneristas”, interpretando al propio Daniel Scioli, dispuesto a salir de gira para conseguir fondos y hasta viendo la tierna sonrisa con la que Alicia K miraba a Mauricio Macri durante el asado interprovincial, sería bueno preguntarse cómo será la tercera foto con la que en cualquier momento nos sorprende MM.

Evidentemente esta será la que brinde testimonio de la reunión entre el nuevo líder de la política argentina con los máximos dirigentes del arco opositor, es decir, con los jefes de los partidos políticos.

¿Podría usted, querido amigo lector, ilustrarme acerca de quién es hoy el referente institucional del Partido Justicialista? Porque, al margen del amor residual que algunos dirigentes y periodistas militantes siguen expresando por la líder con mandato cumplido, nadie parece hoy por hoy augurarle a la señora un futuro promisorio en la política. Ciertamente, por ahora su mayor problema será tratar que sus coquetos vecinos de Recoleta la acepten como habitante del barrio.

De Lino Barañao a Jorge Telerman, pasando por funcionarios políticos de la Administración General de Puertos, todos los que van recibiendo el convite macrista cruzan el charco ideológico sin mayores inconvenientes. Le diría, querido amigo lector, que no lo veo del todo mal. Al fin y al cabo, si un funcionario es bueno para el país, ¿por qué tomarlo como propiedad privada de la gestión anterior?

Pero lo que ocurre es que estas actitudes republicanas no van muy de la mano con la doctrina amigo-enemigo que imperó durante 12 años. En ese contexto y dados los saludables nuevos vientos que han comenzado a surcar estas pampas, sería muy difícil que quien encarnó el odio como herramienta política, la intolerancia con el opositor como directriz ideológica y el pensamiento único como guía tan sublime que hasta se creó una Secretaría de Estado para tal fin, pudiera pretender erigirse en la referente de la oposición. Al menos no en esta nueva era. Es de suponer que Ella ya lo sabe. Si no lo sabe, lo intuye y si no lo intuye, alguien se lo deberá decir cuanto antes.

Macri y su equipo intentan dejar en claro que no harán tierra arrasada con la gestión saliente. A diferencia de Néstor, no pretenden convencernos de que la patria arrancó el 10 de diciembre de 2015: lo bueno se quedará, lo útil se usará y con todo lo demás se verá.

Desde esta humilde columna, deseo poner énfasis en uno de los pilares de la década ganada y gracias a Dios terminada, un pilar que se abre en tres patas, a saber:

Memoria

Para recordar mientras podamos todas y cada una de las cosas que nos tocó vivir en doce años de gestión kirchnerista. Desde la bajada de cuadros hasta el descenso de los índices de ocupación, de educación, de industrialización, de salud, de seguridad y tantos otros.

Para recordar también las promesas incumplidas: desde el tren bala al diálogo político que nunca se convocó. Los hospitales con bonita fachada y sin médicos ni equipamiento. La obra pública en manos de amigos, los sobreprecios, la corrupción galopante, la pésima relación con el mundo, el pacto con Irán y la alianza con los regímenes más siniestros de la Tierra.

Verdad

En grandes dosis, para que los argentinos y el mundo puedan de una vez conocer la real situación en la que han dejado al país estos “salvadores de la patria” para poder saber cuál es la inflación real, cuáles son las reservas del Banco Central, cuántos son los empleados sin más méritos que su fervor militante a los que deberemos pagar sus salarios y cuánto nos han costado material y moralmente los caprichitos de la Presidente de los cuarenta millones de argentinos.

Justicia

Simplemente para que todos los que se pasaron un milímetro o varios metros de la raya de la ética y la honestidad en el ejercicio de la función pública o se sirvieron de ella para beneficio personal paguen con sus bienes y con su libertad (de corresponder), pero que lo hagan más temprano que tarde. Démosle a nuestros mayores la posibilidad de ver que la justicia existe mientras aún estén en este mundo.

Qué bonito será aplicar estas tres máximas aprendidas a fuerza de ser reiteradas en la TV Pública y medios afines durante una gestión de Gobierno distinta a la que las impuso. En mi constante afán de ir un paso más allá, quiero despedirme con otra máxima de la democracia moderna, una que aprendimos en los albores mismos de estos 32 años de continuidad institucional y aplicarla no a una idea política, sino más bien a una nefasta concepción del poder y que nos tocó padecer a todos en mayor o menor medida.

Para ellos, para los cultores de un mecanismo que transita delicadamente entre el ejercicio de la autoridad y el autoritarismo vaya esta frase tan contundente como la que dio inicio a la columna de hoy, aunque mucho más corta.

Nunca más.