A la guerra sí, al desfile no

A 32 años de haber abandonado (esperemos que para siempre) las pretensiones de ser una alternativa de poder, los altos mandos militares afrontan por estos días preocupaciones mucho más modestas que las que desvelaban a sus pares del siglo pasado.

Algunas no obedecen a objetivos muy lícitos, aunque sean apañadas por el máximo escalón del poder político. Se relacionan con el estudio de la conflictividad social, la neutralización de jueces y fiscales y espionajes varios. Otras mucho más humildes pasan por tratar de evitar que se sigan hundiendo naves surtas en puerto e intentar frenar los cada vez mayores desprendimientos de mampostería y mármoles que recubren las paredes exteriores del edificio sede de la fuerza y que evidencian una decadencia casi terminal. Continuar leyendo

Palabras e imágenes

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El pasado 1 de mayo, mientras el grueso de la población disfrutaba de un nuevo fin de semana XL en virtud de la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, muchos habitantes del país cumpliendo sus obligaciones laborales acudieron a sus puestos de trabajo como lo hacen en un día normal

Un grupo muy particular de esos ciudadanos se dio cita en las instalaciones de la 1° Brigada Aérea de El Palomar, para conmemorar el 33° aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto bélico de Malvinas. Se recuerda aquella misión que, al mando del Capitán Norberto Dimeglio, despegó de puerto San Julián a las 17:45 del 1 de mayo de 1982, constituyendo el ataque aeronaval más contundente de la FAA. Tres buques de gran porte de la Royal Navy resultaron severamente averiados.

Ni siquiera el todopoderoso “Relato” ha podido desvirtuar el prestigio adquirido por nuestra aviación militar durante las operaciones bélicas en el Atlántico Sur. Cincuenta y cinco hombres de esa fuerza perecieron durante el conflicto y es mucho lo que nuestros propios enemigos de entonces han escrito respecto al profesionalismo, valentía y entrega que nuestros pilotos pusieron de manifiesto durante la contienda. Obviamente, esta fuerza es la que más profesionales puso en juego ya que no había soldados conscriptos en sus aviones, sino militares de carrera entrenados adecuadamente (algo que obviamente no sucede en la actualidad, por falencias de presupuesto y material)

Siendo la fuerza aérea la más joven de las tres que integran el sistema defensivo del país, las acciones de aquel 1° de mayo son como le dije antes, querido amigo lector, las que marcan esa fecha como el bautismo de fuego, un hecho siempre icónico en la historia de una institución militar

Cualquier honor es poco para estos cincuenta y cinco héroes de la patria. En esta ocasión, el homenaje incluyó la condecoración a la bandera de guerra de la escuela de Suboficiales y también a la del escuadrón “Fénix”  Este escuadrón tiene un valor agregado de sublime ponderación. Estuvo integrado en su mayoría por pilotos civiles, los que de la misma forma que los marinos mercantes  ofrecieron generosos sus vidas para pelear una guerra sin más armas que su tremendo amor por la patria

En un país serio o, mejor dicho, en un país con un gobierno serio, actos de este tipo son encabezados por el Presidente de la Nación; pero… justo a la Fuerza Aérea se le ocurrió atacar al enemigo Inglés un 1° de mayo feriado. No es justo distraer a la Comandante en jefe que goza de su merecido descanso en el lejano sur.

Tomó  la posta en este caso el ministro de Defensa Agustín Rossi. El hombre le puso el pecho al día festivo y se desplazó hacia la base aeronáutica casi como un soldado más.  Brindó a los presentes un “emotivo” discurso,  del que me permito destacar esta frase: “Reiteramos el compromiso con la bandera, con la Patria y con los argentinos”, con ese tono de arenga  que todo político sabe utilizar, la verdad a uno se le eriza la piel.  Lindas palabras.

No obstante su alto grado de compromiso oratorio, poco tiene que ver con las deslucidas imágenes captadas por algún camarógrafo “apátrida o pagado por los medios hegemónicos” y que han inmortalizado al Sr. Ministro con sus manos en el bolsillo y su corbata adolescentemente desalineada, justo en el sublime momento de condecorar a esa misma bandera con la que había asegurado en su discurso estar “comprometido”.

PEOR QUE PEOR

Ayúdeme, amigo lector, a sacarme una duda: ¿le estará faltando el respeto a todos esos “valientes” Brigadieres, Generales y Almirantes que se encontraban en posición de firmes y cara circunspecta, o directamente nos demuestra lo que piensa de nuestra bandera, la que por otra parte representa al país, que el ministro Rossi aspira a presidir?

Un ministro que hace agua

Las internas políticas sirven, entre otras cosas, para que compañeros y aliados incondicionales de ayer  se saquen a relucir mutuamente y con mayor o menor crudeza sus “trapitos al sol”. Aquellos que otrora se abrazaban emocionados al borde de las lágrimas por algún triunfo electoral del espacio político al que pertenecen miden en campaña cada gesto, cada palabra y cada movimiento que los pueda posicionar un pasito delante del compañero, correligionario o camarada competidor.

Como en tantas otras cuestiones que hacen a la mística de la política e incluso de las organizaciones mafiosas, hay para estos “ataques” límites y códigos que respetar, como así también chicanas y trapisondas que son prácticamente de manual.  Se trata, como dijimos, de pegarle al otro sin que la sangre que le hagamos derramar salpique nuestro propio traje.

En este contexto, las tan peculiares “ primarias” de la política vernácula ofrecen condimentos no menos peculiares. Podríamos haber naturalmente imaginado a Macri compitiendo en elecciones generales contra Carrió , el radicalismo y el Fpv. Pero ver a los tres primeros compitiendo en internas entre sí… es cuando menos algo imprevisto.

Están también los líderes partidarios que comienzan a bajar líneas que indican que no quieren en determinados cargos más de un candidato y, obviamente,  por encima de toda esta  miseria terrenal está “Ella” y toda la corte de laderos que en cada acto,  aparición o reunión de trabajo tratan de interpretar una palabra, una sonrisa e incluso hasta un reto dirigido a sus personitas como un guiño cómplice, una especie de “Te banco a morir”

Los que no tenemos ticket para ingresar a la carpa del circo nos conformamos con sentir desde afuera el rugido de las fieras cuando están solas y sus aullidos de dolor cuando la domadora los castiga con látigo. Los vemos de lejos mover la cola si ella les tira un terrón de azúcar y también observamos como vuelven mansitos cada uno a su jaula cuando termina la función. Pero quien más quien menos,  todos tenemos algún amigo payaso que nos tira de tanto en tanto algún chimento de la interna circense

Randazzo, el más “mimado”; Scioli, el “ hijo no deseado” y Rossi, el “desterrado”, se muestran simultáneamente como los candidatos  del modelo.  Cada uno recurre al fotomontaje para encarar la costosa impresión de afiches con los que el transeúnte desprevenido llegue a creer que realmente “Ella” posó sonriente  para la foto junto a cada uno u otro. Pero mientras Randazzo no para de comprar vagones y locomotoras  y mientras ya va por su quinta emisión de documentos cada vez más modernos y seguros, Rossi con lo que juntó de caja chica está trayendo cuatro trastos viejos que apenas flotan para nuestra desmantelada Marina de Guerra y consiguió mandar cuatro tanques  a un taller de chapa y pintura de Bulogne.  Scioli por su parte, a falta de mayores cariños, apela a la fe,  a la esperanza y a su modelo de Provincia “viable”.

Vivimos días de “carpetazos”. El término se volvió popular y, en esta suerte de todos contra todos pre-electoral, una foto, un legajo, una comprita o viajecito fuera de lugar y hasta las patéticas fotos con escenas de la diversión de un fiscal trágicamente muerto sirven para desprestigiarse entre  todos.

Resulta interesante ver como el ministro Rossi  no para de recibir golpes que provienen la mayor parte de las veces de su retaguardia.  El misil perdido, las 26.000 balas, las 8 toneladas de explosivos, de lo que poco se ha dicho, el robo de una unidad de control de un simulador naval  y hasta el incendio de la propia sede del ministerio que lo dejó sin oficina a él y a sus generales durante varios días. Lo tienen  más cerca de la sección policiales que de la de política en los grandes diarios nacionales.

Randazzo venia zafando. Su gestión en lo referente al mejoramiento del transporte público y la facilidad con la que ahora accedemos a nuestros documentos de identidad son indudablemente porotos que hay que sumarle a un ministro que se muestra serio y ejecutivo. Pero, imprevistamente, comenzó a hacer agua precisamente desde las poco visibles  áreas húmedas de su ministerio. La ciudadanía y la prensa están siempre atentas a trenes que no funcionan o a aviones demorados.  Pero los barcos, el puerto y los ríos no suelen llamar la atención.

Las últimas semanas comenzaron a ser de aguas agitadas, en el sentido literal de la palabra: históricos escándalos como sobreprecios e ineficiencia en el dragado de canales y accesos portuarios, sospechas que funcionarios de la subsecretaria de vías navegables siguen siendo titulares de astilleros donde el Estado repara buques y otras cosas que pasan generalmente  inadvertidas tuvieron dos excepciones. De pronto, tomó estado público la existencia de “La saladita” del puerto de Buenos Aires, una colosal feria de venta de artículos robados que desde hace años funciona en los galpones de la Administración General de Puertos, dependiente de Ministerio de Transporte y que al parecer era regenteada por un gerente de AGP, protagonista de varios spots ministeriales en los que lo solía ver supervisando el desembarco de los famosos trencitos chinos. Nadie duda que esta súbita perla arrojada a las fauces del oligopolio mediático provino de alguna operación  con el clásico aroma a ilegal inteligencia interna. Recuerde amigo lector que hoy el espionaje nacional viste de verde oliva, usa botas y gorra.

Rossi y Randazo  compartían algo más que su devoción por el modelo: un funcionario que milagrosamente trabajaba para los dos con “dedicación exclusiva”. El hombre cobró fama por haber herido de muerte al relato, cuando días pasados se desprendió sin miramientos de centenares de carpetas clasificadas y de información confidencial de un destino naval que dirige para Rossi, desobedeciendo órdenes expresas  sobre preservación de material relacionado con los años de plomo.  La desprolijidad demostrada en este accionar contrasta con la prolijidad extrema que demuestra en su cargo nacional como funcionario del área de transporte marítimo y fluvial.

Sus subordinados lo describen como un verdadero “caballo de Troya” que hace daño en Defensa y mérito en Transporte.  Masticando rabia y cuidando las formas, Rossi como pudo se lo sacó de encima y le otorgó una generosa licencia para que se dedique full time a su importante tarea  como funcionario nacional. Randazzo lo recibió con los brazos abiertos y antes que comenzara a disfrutar de sus valiosos servicios a tiempo completo, comienza a recibir señales  que un destructor de archivos de la dictadura  puede ser un bonito salvavidas de plomo, siempre siguiendo la línea naval de este relato.

Rossi es –prima facie- el candidato perdedor, lo que no quiere decir que se resigne al menos por ahora a bajar de la contienda. Le toca competir desde un escenario con poco glamour: tanques viejos y generales gordos contra trenes nuevos y jóvenes señoritas que nos hacen el DNI en los shoppings. Por lo que puede apreciarse estos amigables contendientes han decido no arrojarse carpetas, directamente se tiran con funcionarios.  Scioli entre tanto los mira y sonríe.

Defensa en penumbra

Aunque un poco devaluado por la profunda crisis económica que atraviesa con mayor o menor fuerza a casi todas las clases sociales argentinas, puerto Madero conserva buena parte de su movida nocturna. Transito intenso, peatones deambulando por ambas márgenes de esos diques que alguna vez albergaron a la poderosa flota de nuestra Marina Mercante y que hoy con holgura cobijan a  medio centenar de lujosas embarcaciones deportivas; mucho atuendo típico del extranjero en plan turístico  y una interminable hilera de restaurantes y bares bastante colmados de gente, conforman una postal digna de la prosperidad que indica el modelo y pregona el relato.

Pero al llegar a la esquina de Alicia M de Justo y Av. Belgrano, el brillo incandescente de las luminarias se interrumpe abruptamente. Un enorme “agujero negro” de cien metros de largo por ochenta de alto “encandila” con su oscuridad los ojos de transeúntes nativos y foráneos.

Esa enorme estructura edilicia a oscuras brinda al instante dos mensajes contrapuestos que podrían resumirse con la frase: “el orgullo de haber sido y el dolor de ya no ser” . Construido hacia el fin de la década del 30, el Edificio Libertador General San Martín es una joya de la arquitectura local. De estilo francés y techos rematados con pizarras negras como detalle de categoría, supo ser el primer ministerio de guerra de una Argentina con vocación de potencia regional.  A diferencia de otros palacios de nuestro país, al margen de las distintas denominaciones que sus ocupantes le dieron a sus dependencias, siempre representó ser algo así como la sede central de la defensa nacional.

Hoy en sus dieciséis pisos se encuentran: el ministerio de Defensa de la Nación, el Estado Mayor Conjunto de las FFAA, la Jefatura del Estado Mayor General del Ejército y varias dependencias de esta fuerza, entre ellas la sede del “todopoderoso” Servicio de inteligencia del ejército, con instalaciones totalmente remozadas que incluyen una espectacular sala de situación con paredes enteladas y detalles de diseño.  Durante la gestión de Nilda Garré al frente del ministerio se dispusieron locaciones para los jefes de la Armada y de la Fuerza Aérea,  las que aún permanecen vacías  ya que la cultura militar y la poca noción que aún tienen nuestros mandos militares sobre la conjuntes  operacional  hacen que ningún brigadier o almirante de cuatro estrellas quiera compartir edificio con el mandamás local, el Jefe del Ejército

Así las cosas, y como usted sabe, amigo lector, el miércoles pasado y, al igual que el resto de la Capital y el gran Buenos Aires, las arterias conductoras de fluido eléctrico, telefónico, informático  y todo otro cableado del imperial palacio colapsaron.  Y colapsaron mal, literalmente fueron arrasados por el fuego miles de metros de distintos  cables, fruto de una perversa combinación de baja tensión y exceso de carga.

Tal vez a raíz de las bondades de la década ganada,  los pisos del “Libertador” fueron viendo incrementar año tras año la cantidad de huéspedes que se cobijan en sus coquetos ambientes. Tantos son que la arquitectura tradicional cedió frente al avance de los paneles de “roca de yeso” de marca muy conocida.  Cientos y cientos de cubículos para albergar a nuevos asesores de nuevos secretarios y subsecretarios  que ocupan las también nuevos cargos a partir de las sucesivas modificaciones orgánicas de la cartera ministerial . Cientos y cientos de jóvenes militantes ávidos de viajar en esos aviones “Hércules” que ya casi no despegan o dorar sus torsos bajo el arrullo marino y el velamen de la fragata Libertad.  Todos con función jerárquica, todos con despacho, todos con confort nacional y popular que obviamente incluye aire acondicionado, microondas, centritos de computo por doquier y mucho pero mucho smart TV para seguir de cerca el devenir nacional.

Y así fue que el coqueto y octogenario edificio dijo ¡basta! El calor acumulado en sus cables por tanto consumo no calculado, mutó en llama (ciertamente no sagrada) y no quedó nada.  Desde el conmutador que nos daba la bienvenida  ya no con sones marciales pero sí con algún tangazo, hasta los servidores de la dirección de informática del ministerio, pasando lógicamente por los equipos de  acumulación de información del generalísimo Milani.  Agentes de campo que no tienen a quien reportar y analistas sin “luz”  son la consecuencia  más patética de la triste realidad.

Podría hablarle, querido amigo lector, de otros sectores. La FM Soldados,  la sastrería militar, las dependencias de la obra social del Ejército  y por qué no de  las instalaciones del recién creado comando de “Ciber-Defensa”. Todos y todas los que aquí trabajan  están  de franco en sus casas, en una decisión transversal e inclusiva que une a civiles y militares, espías y distraídos; políticos y administrativos, militantes y a aquellos pocos que aún no lo son.

Si bien la defensa nacional no es algo que importe mucho, tampoco es para no preocuparse. Los espías del General tienen en Campo de Mayo sus instalaciones de “back up”; ya se comenzó a estudiar la posibilidad de llevar a los más de 700 agentes de Inteligencia hacía allí. Pero, claro, mudar a nuestras  “99” lejos del jardín maternal de sus hijos y hacerles  rendir las “SUBE” con los mayores costos de transporte más que asemejarlas a la mítica agente de “Control” las sumerge en un absoluto y verdadero “ Caos “ (esos eran los malos ¿se acuerda?)

Gracias a la ausencia de hipótesis de conflicto, y a que merced a nuestra política exterior  nos hemos ganado el “cariño”  de nuestros vecinos, no se avizoran en el corto plazo peligros bélicos. Lo que es una verdadera suerte ya que si los hubiera el eventual enemigo no tendría dónde entregar la declaración de guerra y el ministro Rossi debería instalar el tablero táctico en living de su casa.

Ironías y bromas al margen,  el incendio y posterior  apagón del “Libertador” es una alarmante muestra a escala de la situación de la Nación. Declamamos abundancia pero respiramos miseria; pregonamos eficiencia estatal, pero exudamos inoperancia, clientelismo y mediocridad de gestión; alardeamos planificación federal; pero se nos apagan las centrales, se nos caen las redes y hasta se nos queman los cables.

Y se sigue construyendo una “ nueva Argentina” con bases cimentadas con discursos groseros, con columnas erigidas  con ilusiones delirantes, con planos proyectados con modelos y relatos vacíos de lógica y razón. Una patria  que es inclusiva en la oscuridad fruto de cables finitos  y mentes estrechas, igualitaria en la inseguridad para todos y todas, ecuménica en lo que respecta a los avatares socio-económicos. En fin, mediocre, ficticia y decadente.

Mientras tanto, desde alguna locación descentralizada del ministerio de Defensa, un empleado por estas horas ha de estar redactando aquello que los empresarios amigos del poder esperan con ansia y que comienza más o menos así:  “ Llamase a contratación directa por razones de urgencia impostergable a la renovación integral de toda la instalación eléctrica del edificio Libertador. No importa lo que cueste, a la hora de contratar esta gestión no escatima en gastos”.

Balas perdidas

Inagotables resultaron ser la década ganada, el modelo y el relato a la hora de sorprendernos. Uno cree que lo ha visto y oído todo, que ya no queda nada más por descubrir, ninguna otra miseria humana por emerger de los pliegues del poder; nada nuevo que nos pueda estremecer hoy más de lo que nos estremecimos ayer o el mes pasado o el año anterior…. Hombres de poca fe; siempre hay un poco más de espanto para todos y todas.

No vamos a transformar la columna en un tratado de seguridad militar; pero usted, querido amigo lector, podría razonablemente inferir que las bandas delictivas que se le animan a entidades bancarias prestigiosas dudarían mucho a la hora de ir a robar una base o cuartel militar. Hay un axioma fundamental en la actividad militar que se denomina “AFA” (no se me vaya para el lado del futbol) este principio determina que toda operación militar para ser realizable debe ser fundamentalmente: Apta, Factible y Aceptable. Le diría, sin temor a equivocarme, que este precepto aplica a casi toda las cosas de nuestra vida. Lo invito a hacer pasar por este tamiz, desde el análisis de una compra futura para su hogar, hasta la posible solución a problemas cotidianos. Después le doy un ejemplo. Continuar leyendo

Tragedia y oportunismo

Tal como es de público conocimiento, desde hace 15 días cuatro ciudadanos argentinos que tripulando el velero de 12mts de eslora TUNANTE II se dirigían desde Buenos Aires a Rio de Janeiro, fueron sorprendidos por un fuerte temporal a la altura del estado de San Francisco Do Sul, encontrándose perdidos desde pocas horas después a que ellos mismos informaran su posición y declaran su propia emergencia

Como se ha explicado reiteradamente, el hecho constituye un claro caso “SAR” (Search and Rescue). El SAR es un protocolo implementado por la OMI (Organización Marítima Mundial) por el cual los estados partes del convenio para la salvaguarda de la vida humana en el mar, asumen a través de sus autoridades marítimas o armadas la responsabilidad de búsqueda y rescate de personas en peligro de vida en el mar

Naufragios, incendios, colisiones de grandes buques o pequeñas embarcaciones deportivas como en este caso. Ponen en marcha enormes y costosos procesos que movilizan hombres y medios en defensa del más preciado de los bienes: la vida humana.

El Tunante II se accidentó en una ubicación geográfica que cae bajo responsabilidad SAR del estado brasilero. La Armada del país vecino estuvo a la altura de las circunstancias y desplegó a la zona de probable ubicación del velero a medios navales y aéreos

Casualmente, en fecha coincidente con el siniestro, la Argentina estaba a punto de desarrollar junto a las marinas de Brasil, Uruguay y Sudáfrica el tradicional ejercicio conjunto ATLASUR. Dada esta circunstancia, la corbeta argentina ARA Rosales se encontraba en posición de sumarse a la búsqueda en forma solidaria, ya que como dijimos el área del siniestro no está bajo responsabilidad de nuestro país.

Por recomendación de la Armada, y en una acertada decisión , días después el ministerio de Defensa autorizó la zarpada de otra corbeta. En este caso, la más moderna de la flota de mar ARA Gomez Roca (de la clase Meko 140) y además un avión de exploración P3 Orión. De acuerdo a la normativa internacional, este tipo de acciones de rescate no generan ningún tipo de resarcimiento al estado rescatador; obviamente mucho menos al colaborador. Lo que permite inferir que el esfuerzo presupuestario de esta misión con fecha aún incierta de terminación será absorbido en su totalidad por el Estado Nacional

Hasta aquí todo impecable. La acción de nuestros hombres y mujeres de la fuerza naval, pero también la predisposición de las autoridades políticas del área al autorizar a la Armada a cumplir con una tarea humanitaria. Pero la noticia emanada ayer desde la cartera que dirige Agustín Rossi amerita un pequeño llamado de atención

“El ministro de Defensa dispuso que la fragata Libertad se sume a la búsqueda del velero Tunante II”. La noticia sorprendió a la comunidad especializada en temas navales por la sencilla razón que la “Libertad” no es un medio básicamente idóneo para tareas de búsqueda. No tiene un sistema de propulsión que le permita desarrollar una gran velocidad, su condición de buque velero lo hace poco ágil para la maniobra, tampoco lleva equipamiento apto para la tarea de búsqueda y, obviamente, al ser un buque escuela, el grueso de su tripulación son cadetes con poca experiencia en el mar.

Hace algunas horas, algunas autoridades del ministerio aclararon que en realidad el buque tenía previsto zarpar de regreso a nuestro país en la mañana del 10 de setiembre y que en su navegación normal de regreso al sur atravesará durante dos días parte de la zona de búsqueda. No se desviará ni hará otra cosa que no sea prestar atención extraordinaria a lo que pueda acontecer a su alrededor

Esto es técnicamente correcto y estrictamente obligatorio. Mientras dure la emergencia decretada por la armada de Brasil, todo buque civil o militar que navegue por la zona tiene obligación de hacerlo. Pero considerando que cuatro familias siguen con infinita esperanza cualquier novedad que se produzca en relación con los navegantes perdidos, sería bueno dejar de lado la propaganda política propia de ministros en campaña y respetar el sufrimiento de esas familias intentado no borrar con el codo del oportunismo político. Una buena decisión que mereció, por una vez, que los marinos argentinos se sintieran orgullosos de su ministro de Defensa.

De hijos y entenados

En plena cuenta regresiva para el fin de la era K, son públicas y cada vez más notorias las tiranteces entre la tropa oficial en la natural búsqueda de acciones que permitan a los candidatos  posicionarse de la mejor manera posible en la primera interna real que tendrá el partido gobernante ahora que Néstor no está y Cristina no puede candidatearse.

Habrá notado, amigo lector, que los distintos postulantes oficialistas se esmeran en marcar sus diferencias internas en todos los casos, contra el gobernador Daniel Scioli.  Sus recientes declaraciones sobre una eventual polarización del voto entre su propuesta y la opción macrista, han enfurecido a los soldados de Cristina quienes raudamente han salido al cruce de tamaña “ofensa”.

Entre las espadas más filosas de los soldados de la “Jefa” se destacan el actual ministro del Interior y Transportes Florencio Randazzo y de defensa Agustín Rossi. Si bien un análisis primario podría determinar con certeza que la Presidente no marca aún sus preferencias – al menos en público- se puede realizar con todo derecho una segunda lectura que indica claramente que el título de esta columna tiene sobrado fundamento.

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Luz… cámara… ¡¡Berni!!

Deberíamos convenir que, a diferencia de otros funcionarios del actual gobierno nacional y popular, el inefable secretario de Seguridad Sergio Berni tiene algunos méritos a destacar. En primer lugar, es obvio que disfruta su trabajo y no le escapa al bulto, ya se trate de una tragedia aérea, un piquete rutero, el desbaratamiento de una banda narco o un gatito asustado en la copa de un árbol. El siempre estará ataviado para las circunstancias, sea con ropajes pseudo extraterrestres, casco de bombero, paracaídas o chaleco antibalas en posición invertida.

Con todo, el Teniente Coronel Médico Sergio Berni aquilata algunos activos que muchos de sus compañeros de gabinete le envidian. Por ejemplo, a diferencia de “Pinocho” Rossi (así bautizado por sus subordinados de uniforme), las cúpulas policiales lo respetan y hasta podría afirmar que lo aprecian. Tal vez su condición de militar (aunque no sea de comando) hace que su lenguaje y su mística del mando sean más o menos entendibles y aceptables para las fuerzas federales de seguridad. Por otra parte, y volviendo a la comparación con el área de Defensa, él no tomó como un castigo su salida del poder legislativo para ocupar funciones ejecutivas y, como ya dijimos, le encanta lo que hace a diferencia de lo que perciben los militares de su actual jefe. Por otra parte, a pesar de gozar de un excelente buen pasar económico, no pasea en Porsche, no toca la guitarra en bandas de rock ni sucumbió a las mieles de Puerto Madero -al menos no por ahora.

Tal vez el único vicio ostensible del subsecretario sea su desmedida adicción a la radio y televisión, no como espectador sino como protagonista exclusivo y excluyente. Este fenómeno comunicacional se está dando cada vez con mayor medida en funcionarios de segunda línea que tuvieron durante buena parte de la gestión K totalmente vedado el uso de la palabra. Y parece reafirmarse cada día que la constante denostación a los maléficos medios gráficos, televisivos y radiales es muy comparable a la reacción de la zorra de la famosa fábula de Esopo, aquella que al no poder tomar las uvas para sí por estar muy altas, se conforma convenciéndose que las mismas estaban verdes.

Ellos no odian a los medios y a quienes protagonizan la pantalla: ellos quieren ser los únicos protagonistas de la grilla (y si fuera posible, a toda hora, en todas las frecuencias y en cadena perpetua).  A veces, claro está, algún funcionario poco habituado a hacer uso de la palabra amenaza con ir a la guerra contra el Paraguay para defender nuestra soberanía fluvial, poniendo en un brete a un par de ministros. Pero, ya se sabe, cuando se enciende la luz roja de las cámaras puede pasar cualquier cosa

Ocurre también que, merced a la particular reasignación de funciones a distintos ministerios y secretarias, y así como juntamos al ministerio del Interior con los transportes y creamos un ministerio de Seguridad, casualmente por falta de la misma, le dimos al Teniente Coronel sanitario un rol tan particular que lo hace protagonizar con facultades de “comando” piquetes, protestas sociales varias, partidos de fútbol, choques de trenes, inundaciones, caída de aviones, incendios, derrumbes, toma de viviendas, y una larga lista de etcéteras. Negocia con “desacatados”, pelea con jueces y fiscales, conduce motos policiales, timonea lanchas de prefectura naval y hasta se le anima a los helicópteros de la Federal. Tiene también la costumbre de pedir explicaciones a los cuadros operativos de las fuerzas sobre la tarea que realizaron, para luego ser él quien con “solvencia profesional” se lo explique a los ávidos e inquisidores periodistas

Y es precisamente aquí – amigo lector- donde me quiero detener a reflexionar sobre un tema que es ya recurrente, al menos en las áreas de acción del gobierno nacional: la avidez de los funcionarios políticos de copar la palabra y de ponerla al servicio del modelo no reconoce límites de ningún tipo. Ni técnicos, ni profesionales, ni siquiera éticos.

Ver al responsable de la seguridad ciudadana dando directivas de abandonar los edificios céntricos frente a una posible nube tóxica en el puerto metropolitano resulta pintoresco, si no fuera porque cualquier entendido que hubiese podido tomar el micrófono hubiera indicado que era mejor encerrarse lo más herméticamente posible hasta que se determinara si había riesgo para la salud. Observarlo sentado como copiloto de un avión de la prefectura naval, explicando como se buscan posibles náufragos en el océano Índico, puede resultar un tanto hilarante porque, después de todo, no le hace mal a nadie.

Sin embargo, el montaje escénico del pasado martes en ocasión de producirse el accidente aéreo en aguas del Río de la Plata debería llamarnos a implorar un poco de respeto. No solo respeto a los familiares de las víctimas de la tragedia sino a la sociedad toda.

El carácter binacional de los sucesos permitió marcar un contrapunto clarísimo en la forma de abordar desde el punto de vista informativo la difusión de los mismos. Mientras que en la vecina orilla la palabra oficial era ejercida por el vocero de la autoridad marítima designado para ello, nuestro subsecretario pareció por momentos llegar al éxtasis enfrentando a los micrófonos para pronunciar célebres frases tales como “En mi experta opinión deben haber fallado los motores” o implorando con la mirada que alguien le arrime algún dato para poder retransmitir.

Curiosamente, apenas dos días antes, el mismo río fue testigo de otra tragedia que costó la vida a dos marinos argentinos y dejó secuelas de consideración en otros dos. Un buque fondeado en proximidades del puerto de Buenos Aires perdió a su capitán y a un tripulante en el interior de un tanque de cargamento. Una joven cadete y otro oficial resultaron heridos, y al parecer al no haber cámaras en medio del río, la noticia no pareció tener interés para el intrépido secretario.

Este avasallamiento a funcionarios públicos de carrera, sean estos civiles, militares, diplomáticos o policías, revela algo más que un afán de protagonismo. Creo, humildemente, que esconde un profundo desprecio por todo aquello o  -mejor dicho- por todos aquellos que no están en sus cargos por ser acreedores de favores políticos o por premios a la militancia, sino por haberse esforzado por abrazar una profesión para servir a la patria.

No voy a cometer el atrevimiento de cuestionar aquí la decisión presidencial de colocar a un Coronel médico a manejar la seguridad, ni a una aeromoza a encabezar la representación de Argentina justo frente a Inglaterra. Tampoco a la conveniencia de designar a un religioso para lidiar con la problemática de la droga. Pero parecería ser que esta gestión tiene un particular fastidio contra los escalafones.

Si seguimos por este camino, se podría llegar a la particular situación de encontrar en breve a un embajador de carrera alcanzándonos un refresco en pleno vuelo, a un rudo gendarme extendiéndonos una receta en su consultorio y a un narcotraficante recibiendo nuestra confesión en la catedral.

Una vez más, podemos recurrir al arte para redondear el concepto: “me dijeron que en el reino del revés cabe un oso en una nuez”; “que un ladrón es vigilante y que otro es Juez y que dos y dos son tres”. Qué quiere que le diga querido, amigo lector… Para entender lo que nos pasa no hay que saber de política, es más fácil tener cultura musical o al menos una buena discoteca.

El ministro indefenso

Dígame la verdad -amigo lector-, si usted fuera presidente de la república, de una multinacional, de un club de fútbol o aunque más no sea del consorcio donde vive, ¿no le gustaría tener guardianes que defiendan con tanta pasión su accionar como lo hacen a diario espadachines del modelo de la talla de Aníbal Fernandez, Miguel Ángel Pichetto o Agustín Rossi?

Cada uno en su estilo, representan a la perfección el ideal del subordinado perfecto, del discípulo fiel y hasta creo que para más de una mujer serían casi como el marido soñado, dispuestos siempre a inmolarse por el amor que profesan a su ama. Perdón, a su dama.

Particularmente, en el caso del ahora devaluado ministro de Defensa, no se le puede negar el talento profesional con el que defendió los colores del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados; el hecho de que uno no coincida con su pensamiento ni que nadie le crea nada de lo que dice, sean sus declaraciones para brindar su particular explicación sobre “submarinos emergentes”, la colaboración del Ejército en la lucha contra el narcotráfico o la compra de aviones con más de 40 años para la actual fuerza aérea desalada, es otra cuestión. Pero el hombre le pone garra.

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Me mataste… nos mataste a todos, Martín

Honestidad brutal. Así podría definirse la cruda respuesta del principal candidato a diputado nacional, propuesto por el oficialismo para representar a la provincia de Buenos Aires en la Cámara Baja de la Nación, a la simple pregunta “nombre tres estaciones del ferrocarril Sarmiento”, realizada por Infobae. Con su sonrisa “naif” pintada en su rostro, como siempre, Martín Insaurralde espetó al periodista que lo interrogaba “me mataste”. Es sin duda muy grave que un candidato oficialista u opositor, perteneciente a la mayor provincia del país, se muestre ajeno e ignorante respecto a algo tan básico y que hoy por hoy jaquea al gobierno, a la dirigencia gremial, a los empresarios del sector y conmueve al mismo tiempo a la ciudadanía.

Tanto “caminar” el territorio provincial, tanto contacto con los vecinos, con los más humildes, con los sectores sociales. Tantas inauguraciones de cosas hechas por particulares que prestan el podio para que se luzcan los dirigentes, tanto spot, tanta plata gastada en hacer que conozcamos al candidato y tan poca inversión intelectual para hacer que el candidato conozca un poco el territorio que aspira a representar parece, cuanto menos, una gran tomadura de pelo a la sociedad entera.

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