Rieles chinos varados en el puerto

Estas épocas de internas políticas –como hemos dicho en alguna columna anterior- tienen la particularidad de enfrentar delicadamente (o no tanto) a quienes se suponen juegan en el mismo equipo. Menos mal que no hay elecciones internas en los equipos de futbol para elegir al capitán; si no, ¿se imagina querido amigo lector la cantidad de goles en contra que habría cada domingo?

La bonita historia marinera que le contaré a continuación tiene mucho que ver con esta peculiar costumbre de la política vernácula de anteponer los intereses personales de sus protagonistas al bien común de los gobernados; es decir usted, yo, nosotros, todos y todas.

Cuento chino y marinero:

Con el orgullo propio de todo capitán que tiene bajo su mando un buque recién construido, el “Master” del buque carguero “Lentikia” se aprestaba en la mañana del 9 de marzo a amarrar por primera vez esta nave en la Dársena “E” del puerto de Buenos Aires. Luego de una maniobra náuticamente impecable; amarró el navío sobre su banda de estribor y –como decimos los marinos- lo “cosió” al muelle; sujetándolo con cuatro cabos “largos” por proa y popa y otros cuatro laterales (otro día le doy nombres más técnicos). Seguramente, este capitán no tenía la menor idea de que su buque y su carga, consistente en 30.000 toneladas de rieles ferroviarios, serían parte de los dimes y diretes de la feroz interna que enfrenta a los señores Florencio Randazzo, Axel Kicililoff y Ricardo Echegaray, en una suerte de todos contra todos, a juzgar por los resultados de la puja.

Lentikia

Sabido es que el Ministro de Transporte (el mismo que pronto le pedirá una “selfie” para hacerse el DNI más rápido) está realizando su campaña interna en base a locomotoras y vagones ferroviarios. Si hasta se da el lujo de exponerlos en los lugares más impensados, bases navales incluidas.

Una de las promesas que Randazzo se propone cumplir en forma urgente, es la renovación de los sistemas ferroviarios del NEA y NOA; más que las necesidades de los productores locales, lo apura la agenda de inauguraciones preelectorales. Pero, claro, sin rieles no hay trenes y es por ello que la maniobra de arribo de este preciado cargamento y su traslado a Chaco le urgen. Los ferrocarriles son el pan de cada día para el ministro: le dan alegría; los barcos y los puertos en cambio solo le dieron disgustos. Un Subsecretario de Puertos “indomable” y un Director Nacional de Transporte Marítimo, recientemente acusado de hacer desaparecer documentos de la dictadura, fueron más que suficientes para que quitara esa área del transporte de sus manos y se la endosara a Axel quien, siempre ávido de poder y de partida presupuestaria para manejar, la aceptó gustoso. ¿Se estará arrepintiendo el Ministro?

Los susodichos rieles chinos llegaron un poco estropeados según parece; al menos una parte de ellos. No obstante se hace necesario posicionarlos en el terreno de trabajo y para ello deben ser descargados del “Lentikia” y embarcados en barcazas aptas para navegar por la hidrovía Paraná – Paraguay y, sorteando codos, recodos y demás escollos fluviales, hacerlos llegar a destino.

Fruto del desencanto de don Florencio con las autoridades portuarias y marítimas, todo este operativo fue arrebatado de las manos de los responsables del puerto de Buenos Aires; recordará amigo lector que el gerente de operaciones de AGP (quien fuera la cara visible del desembarco de miles de vagones en los spots ministeriales) resultó ser el aparente cabecilla de una red de venta de mercadería ilegal en los galpones del propio puerto. Dicha tarea fue asignada a la Administración de Infraestructura Ferroviaria. Su máximo jefe Ariel Franetovich comprendió, a poco de iniciar la tarea, que no todos los “pibes para la liberación” trabajan en equipo.

El ya mencionado transporte de los rieles desde Buenos Aires hasta Chaco es, técnicamente hablando, un tráfico fluvial. La normativa vigente indica que el transporte fluvial debe ser realizado en buques de bandera Argentina. Si no hubiera bodega argentina disponible, el transportador debe solicitar una dispensa (waiver) que hace que un buque extranjero reciba un tratamiento de buque nacional. Casualmente quien otorga estos permisos es el mismo funcionario que en uso de un particular doble empleo, violó varias normas sagradas para el modelo vistiendo uniforme naval.

Así las cosas, la empresa “Maruba” de aceitados lazos con la actual administración, resultó ganadora de la compulsa de precios para realizar el traslado del material ferroviario hasta Chaco y, al no contar con barcazas de bandera argentina, solicitó el correspondiente permiso para hacerlo con unidades de bandera boliviana las que serían “empujadas” por un remolcador argentino con tripulantes argentinos (el verdadero sentido del “waiver” es proteger la mano de obra local, la que en este caso está más que asegurada)

Los días pasaron y pasaron, y el Director de Transporte Marítimo y Fluvial de la Nación pareció ignorar el pedido. Randazzo enfurecido por el accionar de quien ya no le depende ni obedece, ordenó al propio Secretario de Transportes Alejandro Ramos que se ocupe del tema; el sí obediente, Ramos estampó su bonita firma en el ya por entonces muy ajado “waiver” y los satisfechos cargadores se dirigieron a la aduana para mostrar que “tudo bom tudo legal”. Pero no; ni bien ni legal ni nada de nada. Ramos, otrora jefe de los díscolos y problemáticos funcionarios del área marítima nacional, no tiene –según la Aduana- facultades para arrogarse la firma de un documento como el requerido. No puede tampoco tirar de las orejas a sus ex subordinados porque ya no es más el jefe de todo el transporte de la Nación; el agua ya no le pertenece. Y sus ex dependientes no lo quieren ni un poquito.

Mientras muchos especulan con una trapisonda de quien según se dice por allí, será el vice del candidato Scioli, otros achacan la “torpeza y las trabas” al macabro jefe de la AFIP que hace su propio juego y mientras los rieles de la discordia duermen el sueño de los justos en la bodega de un buque maltés, el Capitán del “Lentikia” afina su español. Él y su tripulación se hacen conocidos en los lugares típicos de la noche porteña. Y la demora en la descarga genera un sobrecosto de U$S 15.000 diarios: un par de “soluciones habitacionales” o un equipamiento médico de mediana complejidad o la reparación de una escuela o la comida de un montón de gente o tantas otras cosas mucho más útiles que tener contento al dueño de un buque que está cobrando mucha plata por el solo hecho de ser “victima” de la desidia nacional.

Hace pocos días, la Armada Argentina fue condenada a pagar $ 50.000 por daño moral, a un empleado civil maltratado por un funcionario naval. Ese mismo funcionario y el área que desmaneja tal vez cumpliendo órdenes… ahora le cuestan al país 15.000 dólares diarios desde aquel 9 de marzo y el reloj sigue corriendo por puro capricho; me pregunto si Dios y la Patria no se lo demandan… ¿lo podremos hacer nosotros?

 

Un ministro que hace agua

Las internas políticas sirven, entre otras cosas, para que compañeros y aliados incondicionales de ayer  se saquen a relucir mutuamente y con mayor o menor crudeza sus “trapitos al sol”. Aquellos que otrora se abrazaban emocionados al borde de las lágrimas por algún triunfo electoral del espacio político al que pertenecen miden en campaña cada gesto, cada palabra y cada movimiento que los pueda posicionar un pasito delante del compañero, correligionario o camarada competidor.

Como en tantas otras cuestiones que hacen a la mística de la política e incluso de las organizaciones mafiosas, hay para estos “ataques” límites y códigos que respetar, como así también chicanas y trapisondas que son prácticamente de manual.  Se trata, como dijimos, de pegarle al otro sin que la sangre que le hagamos derramar salpique nuestro propio traje.

En este contexto, las tan peculiares “ primarias” de la política vernácula ofrecen condimentos no menos peculiares. Podríamos haber naturalmente imaginado a Macri compitiendo en elecciones generales contra Carrió , el radicalismo y el Fpv. Pero ver a los tres primeros compitiendo en internas entre sí… es cuando menos algo imprevisto.

Están también los líderes partidarios que comienzan a bajar líneas que indican que no quieren en determinados cargos más de un candidato y, obviamente,  por encima de toda esta  miseria terrenal está “Ella” y toda la corte de laderos que en cada acto,  aparición o reunión de trabajo tratan de interpretar una palabra, una sonrisa e incluso hasta un reto dirigido a sus personitas como un guiño cómplice, una especie de “Te banco a morir”

Los que no tenemos ticket para ingresar a la carpa del circo nos conformamos con sentir desde afuera el rugido de las fieras cuando están solas y sus aullidos de dolor cuando la domadora los castiga con látigo. Los vemos de lejos mover la cola si ella les tira un terrón de azúcar y también observamos como vuelven mansitos cada uno a su jaula cuando termina la función. Pero quien más quien menos,  todos tenemos algún amigo payaso que nos tira de tanto en tanto algún chimento de la interna circense

Randazzo, el más “mimado”; Scioli, el “ hijo no deseado” y Rossi, el “desterrado”, se muestran simultáneamente como los candidatos  del modelo.  Cada uno recurre al fotomontaje para encarar la costosa impresión de afiches con los que el transeúnte desprevenido llegue a creer que realmente “Ella” posó sonriente  para la foto junto a cada uno u otro. Pero mientras Randazzo no para de comprar vagones y locomotoras  y mientras ya va por su quinta emisión de documentos cada vez más modernos y seguros, Rossi con lo que juntó de caja chica está trayendo cuatro trastos viejos que apenas flotan para nuestra desmantelada Marina de Guerra y consiguió mandar cuatro tanques  a un taller de chapa y pintura de Bulogne.  Scioli por su parte, a falta de mayores cariños, apela a la fe,  a la esperanza y a su modelo de Provincia “viable”.

Vivimos días de “carpetazos”. El término se volvió popular y, en esta suerte de todos contra todos pre-electoral, una foto, un legajo, una comprita o viajecito fuera de lugar y hasta las patéticas fotos con escenas de la diversión de un fiscal trágicamente muerto sirven para desprestigiarse entre  todos.

Resulta interesante ver como el ministro Rossi  no para de recibir golpes que provienen la mayor parte de las veces de su retaguardia.  El misil perdido, las 26.000 balas, las 8 toneladas de explosivos, de lo que poco se ha dicho, el robo de una unidad de control de un simulador naval  y hasta el incendio de la propia sede del ministerio que lo dejó sin oficina a él y a sus generales durante varios días. Lo tienen  más cerca de la sección policiales que de la de política en los grandes diarios nacionales.

Randazzo venia zafando. Su gestión en lo referente al mejoramiento del transporte público y la facilidad con la que ahora accedemos a nuestros documentos de identidad son indudablemente porotos que hay que sumarle a un ministro que se muestra serio y ejecutivo. Pero, imprevistamente, comenzó a hacer agua precisamente desde las poco visibles  áreas húmedas de su ministerio. La ciudadanía y la prensa están siempre atentas a trenes que no funcionan o a aviones demorados.  Pero los barcos, el puerto y los ríos no suelen llamar la atención.

Las últimas semanas comenzaron a ser de aguas agitadas, en el sentido literal de la palabra: históricos escándalos como sobreprecios e ineficiencia en el dragado de canales y accesos portuarios, sospechas que funcionarios de la subsecretaria de vías navegables siguen siendo titulares de astilleros donde el Estado repara buques y otras cosas que pasan generalmente  inadvertidas tuvieron dos excepciones. De pronto, tomó estado público la existencia de “La saladita” del puerto de Buenos Aires, una colosal feria de venta de artículos robados que desde hace años funciona en los galpones de la Administración General de Puertos, dependiente de Ministerio de Transporte y que al parecer era regenteada por un gerente de AGP, protagonista de varios spots ministeriales en los que lo solía ver supervisando el desembarco de los famosos trencitos chinos. Nadie duda que esta súbita perla arrojada a las fauces del oligopolio mediático provino de alguna operación  con el clásico aroma a ilegal inteligencia interna. Recuerde amigo lector que hoy el espionaje nacional viste de verde oliva, usa botas y gorra.

Rossi y Randazo  compartían algo más que su devoción por el modelo: un funcionario que milagrosamente trabajaba para los dos con “dedicación exclusiva”. El hombre cobró fama por haber herido de muerte al relato, cuando días pasados se desprendió sin miramientos de centenares de carpetas clasificadas y de información confidencial de un destino naval que dirige para Rossi, desobedeciendo órdenes expresas  sobre preservación de material relacionado con los años de plomo.  La desprolijidad demostrada en este accionar contrasta con la prolijidad extrema que demuestra en su cargo nacional como funcionario del área de transporte marítimo y fluvial.

Sus subordinados lo describen como un verdadero “caballo de Troya” que hace daño en Defensa y mérito en Transporte.  Masticando rabia y cuidando las formas, Rossi como pudo se lo sacó de encima y le otorgó una generosa licencia para que se dedique full time a su importante tarea  como funcionario nacional. Randazzo lo recibió con los brazos abiertos y antes que comenzara a disfrutar de sus valiosos servicios a tiempo completo, comienza a recibir señales  que un destructor de archivos de la dictadura  puede ser un bonito salvavidas de plomo, siempre siguiendo la línea naval de este relato.

Rossi es –prima facie- el candidato perdedor, lo que no quiere decir que se resigne al menos por ahora a bajar de la contienda. Le toca competir desde un escenario con poco glamour: tanques viejos y generales gordos contra trenes nuevos y jóvenes señoritas que nos hacen el DNI en los shoppings. Por lo que puede apreciarse estos amigables contendientes han decido no arrojarse carpetas, directamente se tiran con funcionarios.  Scioli entre tanto los mira y sonríe.

De hijos y entenados

En plena cuenta regresiva para el fin de la era K, son públicas y cada vez más notorias las tiranteces entre la tropa oficial en la natural búsqueda de acciones que permitan a los candidatos  posicionarse de la mejor manera posible en la primera interna real que tendrá el partido gobernante ahora que Néstor no está y Cristina no puede candidatearse.

Habrá notado, amigo lector, que los distintos postulantes oficialistas se esmeran en marcar sus diferencias internas en todos los casos, contra el gobernador Daniel Scioli.  Sus recientes declaraciones sobre una eventual polarización del voto entre su propuesta y la opción macrista, han enfurecido a los soldados de Cristina quienes raudamente han salido al cruce de tamaña “ofensa”.

Entre las espadas más filosas de los soldados de la “Jefa” se destacan el actual ministro del Interior y Transportes Florencio Randazzo y de defensa Agustín Rossi. Si bien un análisis primario podría determinar con certeza que la Presidente no marca aún sus preferencias – al menos en público- se puede realizar con todo derecho una segunda lectura que indica claramente que el título de esta columna tiene sobrado fundamento.

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Gloria en Brasil, desvergüenza en Tucumán

Quiso el destino que razones profesionales me llevaran por estos días a cruzar el “charco” con destino a la vecina orilla, con la más sana intención de contrarrestar en parte el malestar que reina entre nuestros vecinos, a la luz de los últimos nada amistosos gestos que nuestro poco diplomático canciller y algún que otro funcionario de la secretaria de Transportes le han obsequiado a “nuestros hermanos uruguayos”. Así las cosas, luego de la jornada laboral del día 8 de Julio, pantalla gigante mediante, compartí con camaradas charrúas las alternativas de la derrota brasileña a manos de Alemania. Los sutiles comentarios que llegaban a mis oídos sobre los deseos para la jornada venidera me llevaron a la convicción de acelerar mi partida de tal forma que la salida de Argentina a la cancha me encontrara en territorio menos “hostil”.

A punto de abandonar el hotel, me sorprendieron las imágenes de la celebración del 198° aniversario del verdadero nacimiento de la Patria. Como resistir a la tentación de ser “testigo” de ese triste espectáculo. En realidad, tal vez el adjetivo correcto no sea precisamente el de “triste” pero es muy probable que cualquier otro que utilice me lleve invariablemente a tener que pedir perdón por mis dichos y realmente ninguno de los funcionarios allí presentes se merecen que ciudadano alguno les pida perdón -más bien todo lo contrario.

Un 9 de Julio a puertas cerradas, en un estadio “cuidado” mejor que los precios de igual denominación, con la militancia paga de siempre y un amplio operativo de arriado del ganado a sueldo. Ministros, secretarios de Estado, diputados, adherentes varios y jerarcas militares -entre ellos, el mismísimo jefe del Ejército, portando su desempolvado uniforme de súper gala, ya en desuso desde hace años para actos protocolares, ostentoso como lo no lo es su devaluado ejército nacional y popular y encima luciéndolo para sentarse a escuchar los divagues de un procesado por la justicia.

Creo estimado amigo que coincidirá conmigo si le digo que la cara de pocos amigos con que miraba Florencio Randazzo al Procesado Vicepresidente durante su obsecuente discurso sea tal vez la mejor síntesis de lo que puede sentir cualquier persona con dos dedos frente que es obligada por “obediencia debida” a rendir honores a un encartado judicial (nombre con el que la jerga jurídica denomina a todo delincuente procesado). Por otra parte, mientras la ministra de Industria Débora Giorgi no atinaba a levantar la vista mientras el procesado seguía loando a Néstor y Cristina, el inefable Rossi no conseguía esbozar al menos una tibia sonrisa , y se veía mucho más incómodo que cuando visita una unidad militar.

La postal que mostraban las cámaras oficiales -únicas habilitadas para obsequiarnos a todos y todas las imágenes del evento, aunque sin cadena nacional seguramente por un atisbo de vergüenza oficial- era rica en detalles pintorescos. Uno estuvo constituido por la cantidad de participantes que no demostraban la menor intención de aplaudir las huecas frases del orador, hasta que al ver sus rostros en las pantallas gigantes esbozaban un desapasionado palmoteo así como por las dudas.

Así fue que con la cabeza inundada por esas imágenes casi de ciencia ficción, me hice a la ruta, lugar en el me sorprendió el inicio de la esperada semifinal Argentina versus Holanda. Calles desiertas, rutas desiertas, control migratorio y aduanero desierto ( lo que no está bueno en ningún caso, muchos menores, mucha droga o mucha divisa podría pasar en dos horas de tierra liberada; sería bueno mejorarlo para el próximo domingo). En la más absoluta soledad viví el primer tiempo, el segundo, el alargue… los penales me sorprendieron ingresando a la Ciudad de Buenos Aires, la que de pronto estalló en un solo grito, en una sola consigna, en una sola bandera. La alegría de un pueblo muy castigado por sus dirigentes; el clamor de una sociedad que al menos encontró algo de lo que sentir orgullo, ante tanta vergüenza nacional y popular con la que nos bombardean cada día.

Los últimos kilómetros de mi trayecto contrastaron con las horas de viaje en soledad. La gente en las calles no era conducida por punteros, las banderas no tenían pañuelos extraños, ni nombres propios ni mucho menos flecos amarillos como la que ahora difunde el ministerio de Defensa desde su página oficial. La Plaza, el Cabildo, el Obelisco, las capitales de provincia, todo absolutamente todo se vistió de un legítimo fervor celeste y blanco tan multitudinario como el que ni “Él” ni “Ella” -ni mucho menos sus discípulos- podrían alguna vez conseguir por mucho recurso financiero al que pudieran echar mano.

Y creo, queridísimo amigo lector, que nos merecemos legítimamente disfrutar un poco el ver a la República Argentina, gracias al mérito de nuestros deportistas, entre los primeros puestos de algo positivo. Luego de encabezar tantos índices internacionales de corrupción, de baja calidad institucional, bajo nivel de enseñanza, paupérrima seguridad de incumplimiento de obligaciones financieras y comerciales, y un largo etcéteca.

Pero tenemos que estar atentos y ser conscientes. Mucho cuidado con permitir que nos pretendan arengar el próximo domingo para asociarse a un eventual triunfo o una ya por demás honrosa derrota si no volviéramos con la Copa en la mano. Que ningún caradura desvergonzado, por más “amado” que sea, intente expiar u ocultar sus culpas tras la euforia de un triunfo deportivo. Que ningún genio financiero salga a “prepotear” a jueces y acreedores externos, regalándoles -como ya hizo- algunos cientos de millones de dólares adicionales a los que reclaman, mientras estamos distraídos y para demostrarles que con nosotros “no se jode”.

Si todo sale bien, querido amigo, el domingo píntese la cara. Salte. Grite. Cante. Llore. Tome la bandera. Salga al balcón, a la calle, a la ruta. No permita que nadie le robe su derecho a estar feliz. Pero recuerde que una vez un dictador quiso confundir al pueblo con una causa sublime como Malvinas apropiándosela y el pueblo en la plaza supo responderle con una ingeniosa rima que imagino Ud. recordará. Será cuestión que si se diera el caso, una vez más nuestro tradicional ingenio popular recuerde a nuestros salientes dirigentes con alguna estrofa rimada , que una cosa es la devoción por los actuales portadores de la gloriosa camiseta con el rayado celeste y blanco y otra muy distinta es el desprecio que generan los futuros portadores del famoso y metafórico traje a rayas que identifica a los que abusan de una u otra manera del resto de la sociedad a la que pertenecen.