Palabras e imágenes

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El pasado 1 de mayo, mientras el grueso de la población disfrutaba de un nuevo fin de semana XL en virtud de la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, muchos habitantes del país cumpliendo sus obligaciones laborales acudieron a sus puestos de trabajo como lo hacen en un día normal

Un grupo muy particular de esos ciudadanos se dio cita en las instalaciones de la 1° Brigada Aérea de El Palomar, para conmemorar el 33° aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto bélico de Malvinas. Se recuerda aquella misión que, al mando del Capitán Norberto Dimeglio, despegó de puerto San Julián a las 17:45 del 1 de mayo de 1982, constituyendo el ataque aeronaval más contundente de la FAA. Tres buques de gran porte de la Royal Navy resultaron severamente averiados.

Ni siquiera el todopoderoso “Relato” ha podido desvirtuar el prestigio adquirido por nuestra aviación militar durante las operaciones bélicas en el Atlántico Sur. Cincuenta y cinco hombres de esa fuerza perecieron durante el conflicto y es mucho lo que nuestros propios enemigos de entonces han escrito respecto al profesionalismo, valentía y entrega que nuestros pilotos pusieron de manifiesto durante la contienda. Obviamente, esta fuerza es la que más profesionales puso en juego ya que no había soldados conscriptos en sus aviones, sino militares de carrera entrenados adecuadamente (algo que obviamente no sucede en la actualidad, por falencias de presupuesto y material)

Siendo la fuerza aérea la más joven de las tres que integran el sistema defensivo del país, las acciones de aquel 1° de mayo son como le dije antes, querido amigo lector, las que marcan esa fecha como el bautismo de fuego, un hecho siempre icónico en la historia de una institución militar

Cualquier honor es poco para estos cincuenta y cinco héroes de la patria. En esta ocasión, el homenaje incluyó la condecoración a la bandera de guerra de la escuela de Suboficiales y también a la del escuadrón “Fénix”  Este escuadrón tiene un valor agregado de sublime ponderación. Estuvo integrado en su mayoría por pilotos civiles, los que de la misma forma que los marinos mercantes  ofrecieron generosos sus vidas para pelear una guerra sin más armas que su tremendo amor por la patria

En un país serio o, mejor dicho, en un país con un gobierno serio, actos de este tipo son encabezados por el Presidente de la Nación; pero… justo a la Fuerza Aérea se le ocurrió atacar al enemigo Inglés un 1° de mayo feriado. No es justo distraer a la Comandante en jefe que goza de su merecido descanso en el lejano sur.

Tomó  la posta en este caso el ministro de Defensa Agustín Rossi. El hombre le puso el pecho al día festivo y se desplazó hacia la base aeronáutica casi como un soldado más.  Brindó a los presentes un “emotivo” discurso,  del que me permito destacar esta frase: “Reiteramos el compromiso con la bandera, con la Patria y con los argentinos”, con ese tono de arenga  que todo político sabe utilizar, la verdad a uno se le eriza la piel.  Lindas palabras.

No obstante su alto grado de compromiso oratorio, poco tiene que ver con las deslucidas imágenes captadas por algún camarógrafo “apátrida o pagado por los medios hegemónicos” y que han inmortalizado al Sr. Ministro con sus manos en el bolsillo y su corbata adolescentemente desalineada, justo en el sublime momento de condecorar a esa misma bandera con la que había asegurado en su discurso estar “comprometido”.

PEOR QUE PEOR

Ayúdeme, amigo lector, a sacarme una duda: ¿le estará faltando el respeto a todos esos “valientes” Brigadieres, Generales y Almirantes que se encontraban en posición de firmes y cara circunspecta, o directamente nos demuestra lo que piensa de nuestra bandera, la que por otra parte representa al país, que el ministro Rossi aspira a presidir?

Que las Malvinas queden a salvo del “relato”

La última semana de marzo y la primera de abril marcan año tras año una especie de conexión directa entre el presente y el trágico pasado de la patria. Desde que por designio de la política el 24 de Marzo se destina a ejercitar la memoria (aunque esta sea bastante parcial) el largo desfile radial y televisivo de ex “jóvenes idealistas” y familiares  de desaparecidos durante la dictadura cede lentamente paso a la entrada en escena de los protagonistas de otro “ícono” del Proceso: la guerra de Malvinas.

Ciertamente ambas fechas fueron perdiendo entidad a partir de su utilización con fines turísticos; una cosa es hacer “memoria” en el aula explicando a los más jóvenes los sucesos recordados y otra muy distinta es ejercitarla recordando donde “ turisteamos” el año anterior para no repetir el destino vacacional. Hace años, los Veteranos iniciábamos nuestro día con un saludo presidencial en el Regimiento Patricios o en alguna dependencia militar; los actos finalizaban invariablemente con nuestro orgulloso desfile ante las autoridades presentes. Ahora el único desfile notorio es el conformado por la larga caravana de autos marchando presurosos hacia la costa. Continuar leyendo

Contradiciendo a Belgrano

“Una Nación que deja hacer por otra una navegación que puede realizar por sí misma, compromete su futuro y el bienestar de su pueblo”. La frase precedente, fue escrita por el Secretario del Real Consulado de Buenos Aires, el Dr. Manuel Belgrano. La misma representa el fundamento ideológico que el prócer favorito de la Presidente usó como base para inaugurar -un 25 de noviembre de 1799- la Escuela de ciencias matemáticas y náuticas. Con razón sostenía Don Manuel que era necesario dotar a estas tierras de pilotos y marinos para tripular naves que afiancen el transporte del comercio exterior de la región. La escuela de náutica por el creada habría un futuro promisorio destinado a “jóvenes animosos y capaces que quisieran aprender una profesión honrosa y lucrativa”.

La historia de la patria, rica en grandezas y miserias de gobernantes y gobernados, asestaría varios golpes certeros a este emprendimiento ideado por Belgrano; su escuela y el consecuente desarrollo de una marina mercante de bandera nacional que sirva de sostén logístico al comercio exterior sufriría distintas clausuras y reaperturas;  produciéndose recién en 1895 la reapertura definitiva de la misma. En nuestros días se la conoce como Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano” y su decadencia guarda estrecha relación con la situación de la Marina Mercante Nacional y porque no de la patria misma…

Seguramente habrá reparado, querido amigo lector, en una columna publicada en este portal hace pocos días atrás, en la que el ex vicecanciller Roberto García Moritán aludía a la necesidad que tiene nuestro país de contar con una política naviera.

Al margen de lo acertado o no  de la nota, resulta gratificante ver que una personalidad de la talla de García Moritan se ocupe de un tema sobre el que la clase política en general demuestra un desconocimiento supino; solo abren asombrados los ojos cuando algún especialista en la materia les cuenta que entre lo que pagamos por fletes de importación y dejamos de cobrar por fletes de exportación, las flacas arcas del BCRA tienen al año unos cinco mil millones de dólares menos.

Si bien supimos tener una flota mercante de cierta importancia a nivel regional, la misma se componía en gran parte de flotas estatales (ELMA e YPF) y de un interesante elenco de empresas navieras privadas de bandera argentina que aseguraban la presencia del pabellón argentino en casi todos los puertos del mundo.  La desregulación y privatización de los 90, el cambio de paradigma en materia de transporte internacional por agua, la desaparición de las líneas regulares de transporte marítimo, de las conferencias de fletes y algunas otras cuestiones hicieron que de aquella marina mercante solo queden imágenes en la mente de la gente de mar y en algunas maquetas navales distribuidas en diferentes despachos oficiales cuando finalmente cayó el telón.

Las privatizaciones de Menem y Cavallo tuvieron un capítulo especial para esta actividad. Mientras que las empresas de Electricidad, Agua, Gas, Teléfonos y otras fueron vendidas pero siguieron funcionando, las empresas navieras estatales fueron desguazadas; las naves, vendidas; el personal, despedido y sus edificios poco menos que demolidos o transformados en otra cosa.

Luego llegó la refundación de la patria. El modelo y el relato y con ellos la promesa de nuevos vientos de cola para la marina mercante nacional -y si hay algo en lo que el viento de cola es útil es precisamente en la navegación.

Una de las primeras cosas que hizo el ex presidente Kirchner fue firmar un acuerdo con Hugo Chávez para construir cuatro buques petroleros. Esto marcaría un renovado impulso para la industria naval nacional. Por ahora, y a 12 años de aquel solemne momento, no hemos terminado ni el primero y como es de suponer, difícilmente se lleguen a hacer los otros tres.  Asimismo, la promulgación del decreto 1010/04 prometía la panacea naval, haciendo que mágicamente las popas de los buques vuelvan a ver flamear la bandera de la patria con todo lo que ello implicaba.

El mundo,  la realidad o las cuentas (como usted prefiera) demostraron que hacía falta algo más que un emotivo acto en el salón blanco (todavía lo usaban por aquellos días) para que aquel pedazo de papel cumpliera su cometido.  No podemos negar una tibia (muy tibia) recuperación de la actividad, pero nos sobran los dedos de las manos para contabilizar las naves de nuestra marina mercante (no cuento los botes a remo de los lagos de Palermo ni las lanchas del Tigre; cosa que sí  parecen hacer algunos informes oficiales.

Para no seguir abrumándolo con historia antigua, amigo lector,  déjeme simplemente contarle que hoy 25 de noviembre se “celebra” en todo el país el día de la marina mercante argentina. El festejo esta empañado por la muerte de un joven oficial de la marina mercante ocurrida a bordo de un buque surto  en el taller naval del ministerio de Defensa (TANDANOR) y sobre la que curiosamente las autoridades no han informado nada aún.

Ha visto, querido amigo lector, hoy volví a las fuentes. A los barcos, a contarle algo de una actividad que, además de ser un importante negocio, es un factor fundamental de la geopolítica y la estrategia nacional. Uno de los brazos del poder naval de la Nación. No hay fuerza naval militar que pueda operar en tiempo de guerra si no tiene el sostén logístico de una flota mercante que transporte los víveres, los tanques, el combustible y hasta el personal militar.  Malvinas lo demostró: la marina mercante aportó 30 buques, 700 hombres y mujeres con 16 muertos en combate.

215 años después, funcionarios de civil y de uniforme formarán hoy frente a la tumba del general Manuel Belgrano para decir como cada año con voz firme y cara de circunstancia “¡Aquí estamos!”. Don Manuel, seguramente viendo lo poco que hacen para cumplir su sueños,  desde el más allá les preguntará: “¿Y para qué vinieron?

Feliz día a todos los hombres y mujeres que día a día intentan seguir construyendo la patria en cada rincón de nuestro mar y nuestros ríos.

El legado de Brown

En noviembre de 1999 fue el momento de la Marina Mercante. En junio de 2010 le correspondió a la Prefectura Naval Argentina. Mañana, 17 de mayo, será el turno de la Armada Argentina para “soplar” sus 200 velitas al alcanzar el segundo centenario de vida institucional. No voy a abrumarlo, amigo lector, con un compendio de historia naval. Basta con recordar que la fecha corresponde al triunfo de la incipiente escuadra de Guillermo Brown sobre la flota realista en el combate naval conocido como “Batalla de Montevideo” acaecido el 17 de mayo de 1814

Personaje curioso de la historia resultó ser este irlandés con espíritu aventurero, emigrado muy joven a los Estados Unidos. Se formó navegando varios años como marino mercante , prisionero luego de la flota inglesa y convertido en forzado tripulante bajo su pabellón. Arribado posteriormente al Rio de la Plata, pretendió seguir con su profesión de marino y comerciante, aunque los avatares de la independencia local lo llevarían a convertirse nada menos que en el padre de lo que hoy conocemos como Armada Argentina y en su primer almirante.

Algo mágico deben tener estas tierras para que muchos extranjeros hubieran arriesgado sus vidas para defenderlas. Si bien fue Brown el más destacado, muchos años después decenas de marinos mercantes italianos y españoles participaron de la gesta de Malvinas a bordo de los buques comerciales que apoyaron las operaciones navales. Muy justamente la propia armada cada año recuerda este hecho que ocasionó la muerte de 16 marinos civiles en mayo de 1982.

Intentar rendir homenaje a una institución de la patria puede resultar para el caso de una fuerza armada un tanto complejo, particularmente para nuestra marina militar. Podría ser muy controvertido si no se lo hace considerando que sus 200 años de historia no pueden estudiarse en forma aislada del resto de la evolución nacional. De la misma forma que otras instituciones o grupos sociales, la fuerza muchas veces fue protagonista de páginas negras de la historia, pero también -y desde su nacimiento- ha encabezado o participado en acontecimientos de importancia superlativa para el conjunto de los habitantes de la patria

Y así como el cine se ocupó de hacer famosa la poco feliz actuación de la oficialidad de “La Rosales” durante su naufragio, poco se sabe sobre el heroico rescate antártico protagonizado en 1903 por la corbeta Uruguay al mando de quien luego fuera el Almirante Irizar, hecho en el que se salva en su totalidad a la tripulación de un buque expedicionario sueco varado en las heladas aguas polares. Una y otra vez recordamos los tristes sucesos ocurridos en la ESMA en los 70 , pero casi nada conocemos sobre los marinos que la idearon como centro de formación de miles y miles de jóvenes que egresaron de sus aulas durante más de 60 años. La locura de la guerra de Malvinas y la condena a los jerarcas militares que la llevaron adelante poco tiene que ver con el valor puesto de manifiesto por oficiales, suboficiales y soldados en las jornadas del conflicto. Sin lugar a dudas el máximo ejemplo de entrega en el cumplimiento del deber lo constituye el Capitán de Fragata Post Mortem, Pedro Giachino, quien cumplió su misión preservando la vida de sus hombres y la del enemigo, tal como se le había ordenado.

En cada acto, de cada día, de cada destino o de cada buque, se han de haber sucedido, sin solución de continuidad en estos dos siglos, los más maravillosos actos de entrega y grandeza, y seguramente también algunos que habrán puesto de manifiesto lo peor de la condición humana. El mar es muy proclive a sacar a relucir, a tan solo un par de días de alejarnos de la costa, lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.

Seguramente mañana, frente a la tropa formada y las naves especialmente traídas al puerto de Buenos Aires para la ocasión, el ministro de Defensa mechará en algún punto el ya tradicional reproche a los militares de hoy por lo que hicieron sus camaradas de ayer y realizará las acostumbradas promesas relativas a mejoras presupuestarias y de equipamiento, al tiempo que exhortará a los hombres y mujeres de la fuerza a la tantas veces declamada e intangible integración cívico-militar. Será una vez más una simplificación conceptual que dejará de lado a buena parte de la historia naval del país. Y aunque sería maravilloso que mi pronóstico falle, ocurre que la democracia argentina (incluyendo a todos los gobiernos desde 1983 a la fecha) aún no ha sabido exactamente como separar el rol de las Fuerzas Armadas dentro del proyecto nacional respecto del accionar de los hombres que las condujeron en algunos momentos de la historia argentina.

Ahora mismo, el poder político se ufana de estar trabajando para unir a la sociedad civil con la militar. Craso error de concepto: no hay dos sociedades en la patria, hay una sola que incluye a médicos, obreros, maestros, ingenieros, bomberos, militares y a todos los hombres que quieran habitar el suelo argentino. Tal como reza el preámbulo de nuestra Constitución. Todo conflicto o enfrentamiento pasado o presente por el que hubiéramos transitado, jamás nos ha de servir como un multiplicador social. No se han de nacer nuevas sociedades a partir de una crisis; por el contrario siempre será la crisis un divisor de la única sociedad que tenemos, este concepto es algo que nuestra actual conducción política inexplicablemente no ha llegado a comprender empeñándose cada día en dividirnos más y más

Días pasados , recibí un casi “paternal” regaño por haber expresado en alguna columna anterior (palabras más palabras menos) que los buques de la armada no están en condiciones de operar. Es muy lógico inferir que escribir una columna de opinión resulte infinitamente más fácil que manejar una institución con miles de hombres y mujeres, y decenas de bienes materiales terrestres, aéreos y navales, pero no es menos lógico intentar desde un lugar como este, estimular -aunque sea a través del enojo- a nuestros funcionarios políticos para que presten la debida atención a una cuestión tan delicada como lo es la defensa nacional.

Todos anhelamos no ver más en nuestros ríos a buques militares con más de 70 años de servicio ni tampoco a destructores transformados en buques secundarios de apoyo logístico, por falta de repuestos para mantenerlos como navíos de combate. Al mismo tiempo no se puede menos que rendir homenaje a quienes día tras día hacen mucho con casi nada y tratan de mantener operativa a la mayor cantidad de unidades posible. Pero debe el país necesariamente plantearse de manera urgente, seria y profesional, el futuro mediato de sus instalaciones y medios militares operacionales para que temerarios atrevimientos editoriales como el mío de hace pocos días atrás no se transformen en verdades absolutas e irrefutables en un futuro cercano

Como siempre, muchos lectores fijarán posición en torno a esta columna y, como suele ocurrir, saldrán a la luz las más variadas posiciones. Todas las opiniones son respetables y dignas de atención, pero sería bueno que al reflexionar sobre este tema, tengamos en cuenta que la Armada no es propiedad de los almirantes que circunstancialmente la conducen, de la misma manera que el Congreso no se les entregó con beneficio de inventario a nuestros representantes legislativos y mucho menos -Dios quiera que lo entiendan- la Nación no ha sido escriturada a nombre del gobierno de turno y muchísimo menos aún a la familia presidencial y su séquito de empresarios aliados. Tenemos el derecho y la obligación de sentirnos dueños de todo aquello que es patrimonio nacional y que en su conjunto reafirma ese concepto que algún que otro perverso quiere que no tengamos en cuenta. Somos una única sociedad aunque se esmeren en querernos dividir para poder doblegarnos mejor.

A todos los colegas de la Armada Argentina, feliz cumpleaños y un muy muy especial “ Bravo Zulú”.

Las marinas argentinas

Ciertamente la celebración del día internacional de la mujer, poco tiene que ver con las tradicionales festividades de neto corte comercial las que si bien evocan aspectos sensibles como las figuras de padre, madre, hijo y valores tales como la amistad y el amor, vienen de la mano de una movida mercantil; la que incluso hace que cada país la adecue a sus disponibilidades de calendario y a que en nuestro país algunas celebraciones hayan migrado de fecha para evitar que sorprendan a la población con los bolsillos flacos por la cercanía del fin de mes.

Por el contrario, el 8 de marzo es un día que va más allá de una celebración social. De hecho la elección de esa fecha – como todos recordamos- tiene fundamento en el trágico fin sufrido por un grupo de trabajadoras de la costura de la ciudad de Nueva York en 1857, que reclamaban una jornada laboral de 10 horas. La protesta devino en un incendio en el que perecieron 16 de ellas.

Es por ello que a modo de homenaje, y con su permiso – amigo lector- deseo dedicarle la columna de hoy a una porción muy particular de nuestras conciudadanas que “osaron” con todo éxito incursionar en un bastión masculino por excelencia. La actividad naval.

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Gibraltar – Malvinas: parecido pero diferente

Salud España, bienvenida a lucha contra el colonialismo. Las curiosas vueltas de la vida hacen que en pleno siglo XXI la “Madre Patria” y una de sus “hijas” compartan una penuria que va más allá de sus respectivas crisis socioeconómicas, la corrupción de sus gobernantes y el más que inminente fin de ciclo (el ciclo del Partido Popular mucho más corto que el del pseudo progresismo K, por cierto).

Juguetear literariamente con la paradoja de nuestros colonizadores, redescubriendo su condición de víctimas de la política colonial británica, es una gran tentación; pero prefiero dejar esa gimnasia para cada lector y aprovechar estas líneas para analizar algunas cuestiones del presente que nos brindan una oportunidad de reposicionar el tema Malvinas a nivel mundial

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De vacaciones, los políticos olvidan Malvinas

Hace pocos días, las autoridades del Ministerio de Seguridad de la Nación impusieron el nombre de “Mujeres de Obligado” a una dependencia de la Prefectura Naval Argentina ubicada en Puerto Madero. Hubieran querido bautizar con ese nombre a una calle del barrio más nuevo de la Ciudad, pero se dieron cuenta que para ello necesitaban la bendición de la Legislatura Porteña y la misma no parecía muy viable.

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¿Recaudación o soberanía?

Si fuera economista seguramente entendería fácilmente por qué es posible que el Estado nacional efectúe percepciones de ganancias y bienes personales sobre los gastos que realizan los ciudadanos y no sobre los ingresos. Pero soy un simple marinero.

Si fuera economista, también comprendería por qué, si la resolución de la AFIP extendida ahora a los paquetes turísticos dice que la percepción se aplica sobre compras efectuadas en moneda extranjera, un pasaje en micro a Paraguay, comprado a una empresa argentina y pagado en Argentina y en pesos, tiene un recargo del 20%. Pero soy un simple marinero.

También podría entender por qué una familia que hace un modesto viaje en una de esas lanchas del Tigre y viaja hasta Carmelo estaría haciendo ostentación de poder adquisitivo y merece tributar a cuenta de bienes personales que seguramente no tiene. Pero como lo dije reiteradamente lo mío es el agua y no los números.

Sin embargo hay un aspecto que, al margen de no entenderlo, me hace ruido en la cabeza desde hace varios días. La AFIP resolvió grabar con el 20% los pasajes, paquetes y gastos de argentinos en las Islas Malvinas, según informaron los medios de comunicación.

La resolución expresa que no se puede exceptuar a esta porción de suelo patrio (porque es suelo patrio, ¿no?) porque los gastos que allí se realizan se hacen en moneda extranjera y que la norma no puede atender cuestiones geopolíticas o estratégicas.

Dejando de lado que -como creo entender- ir a Colonia en un barco de bandera argentina y no mediando pago en divisa alguno hoy tributa un recargo (a cuenta), hasta qué punto una autoridad fiscal puede atentar contra 180 años de reclamos en defensa de nuestra soberanía y cómo haremos para explicarle a un veterano o al familiar de un caído que para el fisco las Malvinas no son Argentinas.

Es entendible que a la hora de tomar una medida de alta incidencia en el bolsillo de los consumidores y en medio de un clima de desbande cambiario no se haya tenido tiempo de separar la salida de divisas para atender los gastos originados en crucero de lujo en el Mediterráneo de una excursión de fin de semana a Colonia (ROU), y que tampoco se haya podido discernir entre un pasaje en avión al Caribe de uno en micro a Asunción contratado por un obrero de la construcción que tiene a su madre enferma del otro lado de la frontera.

Pero Malvinas…, Malvinas es otra cosa.

Malvinas aún tiene la sangre de nuestros muertos fresca, y los que volvimos ilesos (como en mi caso), heridos o mutilados pero vivos, aún mantenemos muy firme el consuelo que implica haber arriesgado la vida por defender un pedazo de la Patria.

No es sensiblería barata, es una cuestión de pura lógica. ¿Cuál puede ser el movimiento de pasajeros a Malvinas ? ¿Cuál el nivel de gastos en las Islas (no hay shopping , ni grandes cadenas de electrodomésticos , ni concesionarias de autos de alta gama, sólo ovejas , viento, frío y algún que otro recuerdo típico. ¿Creen realmente nuestras autoridades impositivas que Malvinas como destino turístico puede acrecentar la imparable fuga de divisas?

Si la preocupación fuera por las eventuales compras hechas en Puerto Argentino (¿me permite el fisco llamarlo así?), la solución es simple: basta con aplicar el mismo régimen que se utiliza cuando uno hace un gasto en Ushuaia y que tributa impuesto al ingresar al territorio continental por tener la ciudad austral un tratamiento impositivo diferencial. Para el resto de los gastos en los que un eventual turista pueda hacer en las Islas el Estado argentino tendrá que evaluar qué es más conveniente; si resignar una ínfima porción del nuevo régimen de percepción impositiva o crear un peligroso antecedente que sin lugar a dudas será usado por el gobierno inglés a la hora de intentar demostrar que la propia Argentina le da a las Islas el trato equivalente al que le da a cualquier otro país.

Si de por sí la medida adoptada es poco feliz, también lo es el momento elegido: la época del año en que muchos familiares de caídos organizan la visita a las tumbas de sus seres queridos, que no murieron esquiando en la cordillera ni practicando turismo aventura en el lejano sur, murieron en una guerra cruel, desigual y tremenda por la defensa de nuestra soberanía precisamente sobre esta tierra fiscalmente extranjera.

¿Cuanto esfuerzo les costará a los hoy ya ancianos padres de cualquier soldado conscripto, cabo o marinero de 1982, juntar peso por peso el importe equivalente al pasaje para ir a llevar un rosario, rezar una plegaria o simplemente llorar frente a una tumba que suponen es la de su hijo?

No llegaran en jets privados, ni se alojarán en un hotel cinco estrellas ni comerán caviar… Van a exteriorizar angustia, pena, tristeza, no riqueza.

Está dicho y está claro: “nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio”. A nuestras autoridades les pido, demostremos que tal vez esta triste realidad aún se puede remediar.

“TRAS UN MANTO DE NEBLINA NO LAS HEMOS DE OLVIDAR,

LAS MALVINAS ARGENTINAS CLAMA EL VIENTO Y RUGE EL MAR”

 

Cameron es argentino

Seguramente no aporto nada al lector informándolo de que finalmente “Habemus Papam” y que éste es Argentino.

Sí podría sumar un poco de polémica sosteniendo que, dado el tradicional reconocimiento del “Ius soli” (derecho del suelo) como criterio de nuestro país para otorgar nacionalidad a sus habitantes, los actuales ocupantes de las Islas (con excepción de las tropas coloniales) deberían ser considerados como argentinos.

Si finalmente me atreviera a sostener que el Premier británico también lo es, la opinión general de los distinguidos lectores, sería unánime: “El marino se volvió loco”

Pero mi atrevido razonamiento no obedece a cuestiones de derechos de suelo o de problemas de salud mental,  simplemente me baso en las  actitudes con los que los súbditos de su Majestad han sorprendido al mundo en los últimos días.

En primer lugar la realización del plebiscito, consulta popular o como se la quiera llamar realizada entre los habitantes de las islas, para comunicar Urbi et Orbi lo que ya todos sabíamos que pensaban y cuáles son sus deseos- tan respetables como ilegítimos – para el futuro de las Malvinas y ellos mismos.

Cuando creíamos que habíamos llegado a la cima en la escala de fabulaciones e inventiva popular para sostener lo insostenible, el Premier nos sorprende expresando su repudio por las declaraciones del flamante Papa Francisco sobre la soberanía Argentina en Malvinas, formuladas cuando todavía no era Papa y en su condición de Cardenal Primado de nuestro país.

Tanta cantidad de chicanas, alteración de hechos, verdades a medias y otras yerbas, se comparan con lo peor de la política y costumbres criollas. Las mañas puestas de manifiesto por nuestros vecinos y sus líderes políticos se asemejan a nuestras listas de candidatos testimoniales, a nuestros diputruchos (los de antes, pero también los del memorándum con Irán). Flota en el ambiente isleño un aroma parecido al de nuestras políticas clientelares, a nuestras mayorías automáticas no pensantes. Cameron habla de Argentina pero lo hace para consumo del mercado interno inglés….  Es decir nos copiaron, se contagiaron o, lo que es peor, a tono con la moda, alguien los inoculó con idiosincrasia criolla (con lo peor de ella, claro está).

No le concedió a nuestro ex cardenal ahora Papa, la posibilidad de intentar asumir en su nuevo  rol –ahora supranacional- un papel ecuménico que nos acerque a una solución.  Menos mal que el Cardenal inglés tuvo que abstenerse de participar del cónclave, porque de seguir el criterio de Cameron -y siendo que  seguramente le  habrá dado alguna vez  la bendición a algún combatiente ingles- eso lo volvería persona non grata para nuestro pueblo (si hubiese sido elegido Papa).

La celeridad para denostar al Pontífice fue casi tan veloz como la surgida aquí mismo para sacar a relucir de una manera fabulesca responsabilidades nunca demostradas ni tan sólo denunciadas sobre la supuesta participación de Francisco (el Santo Padre) en hechos aberrantes de nuestro pasado reciente.

Tal vez por alguna injustificada razón, uno tendía a pensar que estas cosas en Inglaterra no pasaban, pero sí  pasan y son tan repudiables como las mañas políticas vernáculas.

Es natural que mi criterio de objetividad respecto a la cuestión Malvinas esté turbado por algunas circunstancias. Primero, soy argentino, segundo, soy veterano de guerra, tercero, nací un dos de abril; pero a pesar de ser muchas veces crítico de la gestión de nuestro actual canciller, no puedo menos que alzar la voz para alertar a los posibles desprevenidos sobre el bajo nivel que ha tomado la postura inglesa y kelper en torno a esta disputa. Y fundamentalmente a la creciente falta de respeto del mandatario inglés para con nuestro pueblo.

La fortificación excesiva de las islas, frente a un país que está prácticamente desarmado, es una muestra más que acabada de que el gobierno inglés trata de sofocar o tapar sus cuestiones internas involucrando a la sociedad inglesa en una disputa que realmente a pocos interesa.

Las imágenes que a diario nos llegan mostrando a “ingleses de Malvinas” (que no son iguales a los otros)  envueltos en la bandera “inglesa de Inglaterra” es tan esperable como ver reinar la “azul y oro” en la Bombonera. Es más que claro que ellos no quieren ser argentinos, hasta es razonable y entendible que así piensen, pero no hay que torcer la mira del objetivo. La Argentina no pretende que se enamoren de nosotros, nos alcanza con que entiendan que no les corresponde a ellos la decisión sobre la soberanía del suelo que habitan.

Y me atrevo a decir que no son imputables por el error que cometen; han nacido, crecido y se han desarrollado en un contexto determinado y a ninguno de nosotros nos gustaría que nos cambiaran de pronto las reglas de juego y menos luego de una guerra. Para entender y negociar estas cosas los países tienen gobernantes y si esos gobernantes son estadistas, tanto mejor; pero quien en su ceguera de no ver hacia dónde va el mundo, arremete contra un Papa a horas de su nombramiento, está condenado irremediablementeal juicio adverso de la historia.

Un párrafo final para los hombres de Malvinas (nunca fueron chicos): dieron todo, ofrecieron en todos los casos su vida, la guerra sólo tomó algunas, ninguno volvió siendo el mismo. Muchos aún son jóvenes, tienen la memoria intacta, los recuerdos frescos y las convicciones firmes. No les  falte el respeto, señor Cameron. Siga pensando y sosteniendo lo que políticamente más le convenga, pero le repito y le imploro; no les  falte el respeto, ellos  tuvieron las agallas que tal vez Ud. no tenga ahora para sentarse a dialogar.