Palabras cuidadas

En las últimas horas, el relato oficial ha resurgido despertando al mismo tiempo que el espasmódico letargo presidencial. La cadena oficial una vez más se puso en marcha para comunicar las buenas nuevas a los cuarenta millones de argentinos y argentinas. Ya que la Presidente es de todos ellos; si bien puede resultar llamativo ver por qué se pretende que las imágenes sean seguidas incluso por los veintinueve millones que no han votado a la actual mandataria, las emisiones de anuncios presidenciales en lugar de ser neutras y oficiales, son tenidas invariablemente de los colores, la mística y la impronta partidaria de la primera minoría que se encuentra transitoriamente en ejercicio del poder.

No es común en el resto del mundo ver actos oficiales de presidentes serios revestidos con la parafernalia partidaria totalmente válida para eventos realizados puertas adentro de la entidad partidaria que poseen los políticos devenidos en funcionarios públicos. De Obama a Piñera pasando por Dilma y con la excepción del inefable Maduro. Una cosa es el anuncio oficial y otra muy distinta es la arenga al militante. Ergo, la Casa de gobierno debería ser precisamente un lugar de comunión de la totalidad de los gobernados. Eso, si mal no recuerdo, se llamaba democracia…

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