No existen las casualidades

Hace 3 semanas, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, decretó la emergencia en seguridad. En esa oportunidad anunció, entre otras medidas, una inversión extra de 600 millones de pesos y la incorporación de 5000 efectivos retirados. Analizando las medidas anunciadas señalámos  que esos números, que  en un primer momento aparecen como impactantes,  dada la extensión del territorio de la provincia y su población, resultan realmente escasos.

El monto extra representa solo el 4% de aumento respecto del total de lo presupuestado para el 2014 en seguridad y en lo referente al personal,  aún si se reincorporaran los 5000 efectivos, el efecto real sería de solo 1.2 policías más por turno por comisaría. Hasta el momento, solo se tienen noticias de la reincorporación de 300 agentes.

Señalamos, como un ejemplo dramático, lo que ocurre en Vicente López, donde los efectivos disminuyeron sustancialmente en los últimos años. Hoy solo cuenta con 135 policías efectivos para cuidar a casi 280.000 habitantes. Ocho policías por comisaría por turno. Si bien el municipio en estos últimos años elevó el presupuesto del 2 al 10% e incorporó más cámaras y  móviles con personal municipal,  la falta de policías con poder de fuego real tiene a los vecinos en un permanente estado de alerta por miedo a ser víctimas de delitos.

El asesinato reciente de  José Sangregorio en Villa Adelina no es un hecho aislado sino que es consecuencia directa de la falta de policías en el Partido de Vicente López.  Por más disquisiciones sobre reformas y códigos, esa es la única certeza.

Prevención en Argentina, una materia pendiente

El terremoto de 8,3 en la escala de Richter ocurrido en el norte de Chile el martes por la noche nos debe hacer reflexionar sobre lo que ocurre en nuestro país en materia de respuesta ante catástrofes naturalesLos recientes desastres naturales del volcán Puyehue en 2011 y la inundación ocurrida el año pasado en La Plata marcan a las claras una deficiencia notable tanto en la prevención como en el tratamiento y posterior evaluación del fenómeno. Respecto de la prevención, el tema de las emergencias no escapa a la generalidad de lo que ocurre en otros ámbitos. La prevención es todavía una materia casi inexistente en las políticas públicas cuyas consecuencias resultan gravísimas en términos de vidas humanas y daños materiales.

A raíz de las inundaciones ocurridas en el año 1998, se creó el Sistema Federal de Emergencias (SIFEM), cuya estructura es similar al sistema de emergencias de los Estados Unidos. El SIFEM coordina en teoría 40 reparticiones públicas y originalmente funcionaba en el ámbito de la Jefatura de Gabinete, decisión acertada teniendo en cuenta la importancia de una coordinación lo más abarcativa y eficiente posible. Sin embargo, por causas que se desconocen, el SIFEM nunca fue implementado en forma total y pasó de repartición en repartición hasta terminar dependiendo orgánicamente de la Secretaría de Seguridad.

La falta de un sistema federal de emergencias que funcione en forma permanente para capacitar a los especialistas en emergencias, mantener informada e instruida a la población y que coordine todos los recursos públicos y privados de forma eficiente, es el fiel reflejo de la incapacidad e improvisación que muchas veces nos caracteriza a los argentinos. Especial importancia tiene, en temas de desastres, la necesaria evaluación de lo actuado para no repetir errores y mejorar los aciertos. En este punto también estamos en falta.

Los habitantes de Villa la Angostura debieron enfrentar tarde, mal y casi en soledad las consecuencias de la erupción del volcán Puyehue en el 2011. Faltaron una alerta temprana, una coordinación eficiente entre organismos y jurisdicciones y recursos materiales suficientes a tiempo. A un año de lo ocurrido en La Plata todavía se discute la cantidad de fallecidos y las obras para mitigar nuevas inundaciones se ejecutan a un ritmo muy lentamente. No vale la pena detallar la visible falta de coordinación, la que fue parcialmente subsanada con la solidaridad de la población.

Chile nos lleva un avance muy importante en esta materia. Luego del gravísimo terremoto del año 2010, el gobierno se comprometió a que en un mes todos los alumnos estuvieran nuevamente estudiando. La promesa se cumplió. Esto fue posible por una decisión política del gobierno pero también de todos los sectores, al comprender que organizarse bien antes de que ocurran las catástrofes es una inversión y no un gasto. El terremoto de hace unas horas que afectó a 6 ciudades y por el que hubo que evacuar a 900.000 personas solo se llevó la vida de 6 personas. Esto no fue casualidad. La capacitación y coordinación entre los organismos dedicados a las emergencias permitió que el saldo no fuera mayor en vidas humanas.

La prevención de los desastres, ya sean provocados por el hombre o por causas naturales, debe ser una política de estado que reúna a los mejores especialistas con los recursos técnicos suficientes para minimizar al máximo sus consecuencias negativas. La coordinación del estado nacional con el resto de las jurisdicciones provinciales y locales junto a una población bien instruída en como actuar frente a la emergencia, son la clave para no tener que lamentar más pérdidas humanas y cuantiosos daños materiales.

¿Por qué fallan algunas campañas políticas?

Todo candidato quiere ganar la elección o por lo menos tener el mejor resultado posible. Lamentablemente, muchos no logran su objetivo, pese a sus cualidades personales y/o su experiencia política. Esto ocurre por varias razones:

  • Por no plantearse mentalmente la elección como lo que es: una competencia entre pares.
  • Por no evaluar fortalezas y debilidades propias.
  • Por desconocer a sus opositores.
  • Por carecer de información confiable.
  • Por no saber interpretar la información disponible.
  • Por carecer de un mensaje atractivo.
  • Por no utilizar todas las herramientas de comunicación disponibles.
  • Por utilizar incorrectamente los medios de comunicación.
  • Por no disponer de una organización acorde al objetivo.
  • Por carecer de una estrategia global de campaña.

Continuar leyendo