El problema de los chistes de Miguel del Sel

Florencia Saintout

El problema: ¿por qué los chistes de Miguel del Sel son tan preocupantes? Por dos razones: porque los chistes no son nunca sólo chistes y porque Del Sel no es sólo Del Sel.

Vamos por partes.

El chiste siempre se construye condensando y desplazando sentidos que crean uno nuevo. Por eso, que los chistes corran por varios carriles significantes es constitutivo de ellos. Nunca son solamente lo que en una mirada lineal, en la letra muerta, parece que son.

Para hacer un chiste es necesario poner elementos de distinto orden (una sopa de letras, por ejemplo) con otros (una presidenta mujer, por ejemplo también). Y, entonces, al fusionarlos de determinada manera tenemos un nuevo significado. Ese significado, a la vez, no flota en el vacío sino que se sostiene sobre y en determinadas relaciones sociales que permiten unos chistes y no otros, como también unas particulares escuchas o lecturas. Por ejemplo, es muy probable que en una sociedad racista sea posible enunciar el siguiente chiste: “Si se tiene enfrente simultáneamente a un judío y a un negro ¿a quién de los dos hay que matar primero? Respuesta: al judío, porque primero está el deber y luego el placer”. O en una sociedad machista se pueda apelar a la risa con este otro: “¿Por qué una mujer no pude ser inteligente? Respuesta: porque sería un varón”. En ambas sociedades (la racista y la machista) los chistes causarían gracia y reforzarían la idea de que los judíos, o los negros, o los no blancos dominantes son los enemigos a exterminar, como también que las mujeres son estúpidas, inferiores. Lo que a la vez, por supuesto, tiene carácter performativo.

Es verdad que en ocasiones también los chistes contribuyen a discutir o a resistir los peores valores de la sociedad (por ejemplo, con la capacidad de reírse de los dictadores). Hay entonces chistes perversos con la condición humana y chistes emancipadores. Lo que siempre sucede es que el significado construido en un chiste forma parte de toda una cultura (poniendo en cuestión su orden, o reforzándolo), y es por esta razón que el humor es algo muy importante más allá de que se lo trate de banalizar: “es sólo un cómico”, se dice. El humor siempre es profundamente político porque participa de la construcción de verdad.

Los chistes de Miguel del Sel son preocupantes porque forman parte de toda esa batería nada inocente de enunciaciones que denigran al otro.

En segundo lugar, los chistes de Miguel del Sel, como los de su compañero, el tal Mammon (cuyo espectáculo publicita TN), y tantos otros, no son sólo de ellos. Si algo no tienen es originalidad: quiero decir, su punto de origen no está en ellos sino en toda una matriz civilizatoria que desprecia desde hace siglos a las mujeres, a los negros, a los distintos. Por esa razón salen a justificarlo personajes como Mauricio Macri, banalizando el humor, deshistorizándolo (y diciendo barbaridades cómo que es “sólo un cómico”, ¡cuando es un hombre de su propio partido político! Parece que cuando dice que las chicas pobres se embarazan para recibir la Asignación Universal es un político y cuando dice que le diría Hija de Puta a la Presidenta es un cómico).
Es sintomático cómo los medios hegemónicos se preocuparon más por disculparlo o “mostrarlo disculpado”, que por lo que efectivamente fue dicho.

Sería muy tranquilizador pensar que Miguel del Sel es un monstruo, o simplemente un cómico malo. Con señalarlo (ni siquiera hablo de censurarlo) se acabaría el problema. Pero el problema de fondo es la existencia de una derecha excluyente, clasista y sexista, que habla de Unidad llena de odio y que no solamente se ríe de los chistes perversos sino que está dispuesta a hacerlos realidad.

 

Fuente: Télam