El verdadero miedo es perder la red de la impunidad

Francisco Quintana

En psicoanálisis básico, se define a la proyección como un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas los propios motivos, deseos o emociones. Este parece ser el recurso que está brotando en el Gobierno de salida, por el temor de no contar con los resortes que garantizan su impunidad.

Así, el verdadero miedo no sería una supuesta vuelta a la década de los noventa, una ola privatizadora o la pérdida de derechos, lo que intenta diseminar absurdamente el kirchnerismo. La amenaza real para quienes dejen de ocupar posiciones privilegiadas en el Estado es que, finalmente, aterrice una Justicia independiente, profesional e imparcial. Una república. Para todos.

El cambio que se viene, por el que apostó más del 60% de los argentinos, es un país en el que los funcionarios ya no cuenten con la protección de jueces o fiscales, en donde se termine la designación a dedo de los responsables de investigar causas sensibles. En el que se instituya un Consejo de la Magistratura fuerte e independiente, en el que los magistrados no puedan ser presionados con denuncias infundadas, ni queden impunes cuando no desempeñen bien su función. Un país en el que se acaben los nombramientos, los ascensos o las remociones motivados exclusivamente por la simpatía política, a través de un nuevo sistema de subrogancias.

En esta república en puerta la lucha contra la corrupción, contra el crimen organizado y el narcotráfico serán los principales objetivos de la investigación judicial y contarán con equipos especializados para perseguirlos, sin favoritismos.

En definitiva, el único miedo real no es por lo viejo, sino por lo nuevo. Ese miedo lo tiene el Gobierno, no la gente. La mayoría de la población votó sin temor y con convicción para tener una Argentina mejor, con una Justicia más justa, donde todos seamos iguales ante la ley. Por más que a algunos les asuste, ese es el cambio que piden los argentinos.