En Aeroparque hay que poder elegir

Franco Rinaldi

Pasados más de diez días del plazo perentorio impuesto por el ORSNA -Organismo sin facultades legislativas- han sido expuestas, por fortuna, las verdaderas razones de la resolución 123 impulsada por Kicillof, Recalde y Lipovich.

Inclusive en los últimos días se publicó una nota que revela que en su tesis doctoral el, ahora, titular del ORSNA Gustavo Lipovich tenía una evaluación negativa sobre Ezeiza en términos de viabilidad económica para las aerolíneas.

Es decir, cuando Lipovich firmó la resolución que expulsa a LAN Argentina de Aeroparque era plenamente consciente de que volvía inviable la operación doméstica de LAN en el país.

Sin abundar en las declaraciones efectuadas durante toda la semana por parte del presidente de Aerolíneas Argentinas y Austral, Mariano Recalde, digamos que sus apariciones fueron más que erráticas contradictorias. Empezando porque al inicio de este conflicto había declarado que la aerolínea que él preside nada tenía que ver con este repentino pedido de desalojo, afirmación que debió pasar a archivo al aparecer el video en el cual admitía sus problemas para competir con LAN y que el propio Recalde ratificó con posterioridad en un raid mediático pocas veces visto para el CEO de Aerolíneas.

Es importante aclarar, entonces, que el deseo de quitar al único competidor de relevancia que tiene Aerolíneas Argentinas no responde a intereses de soberanía nacional sino a la necesidad de mejorar el déficit operativo de la línea de bandera.

Los números que tiene Recalde sobre su escritorio le muestran que en todos los destinos con competencia la línea aérea de bandera pierde plata. Debemos asumir que son los números que también conoce Axel Kicillof y la presidente.

Tanto el abogado Recalde como el secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo (usualmente llamado viceministro de Economía) Kicillof saben de costos políticos más que de la industria aerocomercial y en consecuencia decidieron cortar el hilo por lo más delgado: que el ajuste que ni ellos ni la señora presidente quieren hacer en la línea aérea de bandera, lo haga un privado. Es decir LAN Argentina.

Si LAN fuera expulsado de Aeroparque y fuera cierto que el Estado, como le prometieron en reuniones a delegados gremiales de la propia LAN funcionarios del gobierno argentino, pudiera absorber una parte de los despidos que esta decisión generaría, el gobierno nacional en lugar de ser visto como el responsable directo de esos despidos, podría llegar a ser ponderado como el salvador de muchos puestos de trabajo que ocasiona un privado. Tal vez por eso el refuerzo de Recalde sobre un estigma ideológico (la derecha chilena) que tendría el grupo empresario madre LATAM.

El ministro de Interior y Transporte Florencio Randazzo se metió en la disputa para anunciar un pedido de informe a la compañía argentina LAN. Obviando que la justicia ha pedido precisamente lo contrario. La juez Claudia Rodríguez Vidal le ordenó al órgano de control que dé cuenta debidamente de cuál sería el “interés público” por el cual se intenta rescindir un contrato entre dos privados.

La evaluación técnica solicitada a LAN de por qué sería inviable operar alrededor de 60 vuelos diarios en Aeroparque sin hangar, el ministro se la puede pedir al triunvirato Recalde, Lipovich y Kicillof, quienes elaboraron previamente ese impacto y por eso intentan desplazar a la compañía del Jorge Newbery.  El resto es sentido común.

Después de media década, como tituló su gestión el doctor Recalde hace pocos días en un acto partidario, las mejoras en Aerolíneas Argentinas en relación a su época dorada son nulas y casi imperceptibles para los pasajeros en comparación a cuando la empresa era controlada por terceros. El argumento de que en aquel tiempo Aerolíneas fue vaciada suena escaso habida cuenta de que la operatividad de la empresa hoy en día no se sostiene porque se haya revertido esa tragedia en su administración sino porque está conectada a un respirador artificial de Casa Rosada.

El mercado aerocomercial argentino tiene mucho para crecer y eso sólo será posible con más actores y más competencia en el espacio aéreo. El hostigamiento a un particular, en clara desventaja, empeora la situación presente y futura de los pasajeros en Argentina.