Conectar talentos, estudios y salida laboral

En casi todas las industrias modernas, la tecnología está cambiando el modo en que los usuarios acceden a la información. Pero todavía vemos poco de estos cambios en la educación, especialmente en América Latina. Los padres no suelen tener acceso a información sobre la calidad de las escuelas, lo que los lleva a tomar decisiones basadas en otros factores, como la ubicación o las referencias de sus amigos. Esto ocurre incluso con las escuelas privadas, que “no comparten indicadores educativos reales con los padres”, dice Massimo Mazzone, fundador de Cadmus Academies, una nueva red de escuelas privadas de bajo costo en América Central. “Su posicionamiento está más ligado a elementos como el confort y la seguridad de las instalaciones en lugar de las estadísticas de acceso a la universidad o inserción laboral”.

El fenómeno se repite en la educación superior. Los rankings se enfocan en el tamaño de los campus, la cantidad de publicaciones del cuerpo docente y la evolución del financiamiento, en lugar de la escala salarial y las oportunidades de carrera de los alumnos. Sin importar si se elige una licenciatura tradicional de 4 años o algún curso técnico vocacional, prácticamente no hay buena información sobre el destino de los graduados. Continuar leyendo

Una reforma a mitad de camino

Chile ha estado a la vanguardia de la reforma educativa en América Latina por décadas, y acercándose todos los años a los países más desarrollados. En las pruebas PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Chile obtuvo un promedio de 439 puntos en lectura, matemática y ciencia, el mejor del continente por un importante margen. Entre 2009 y 2012, los puntajes en las pruebas PISA mejoraron a mayor velocidad que el promedio de la OCDE. Las tasas de deserción declinaron, estimándose que el 83% de los estudiantes actuales lograrán graduarse del secundario –una diferencia sensible con el 56% de los adultos entre 55 y 64 años que cuentan con el título-.

En educación superior, Chile ha expandido el acceso. Más del 29% ha completado algún tipo de certificación avanzada –apenas por debajo del promedio del 32% que alcanzo la OCDE. Y en las cohortes más jóvenes, entre los 25 y 34 años de edad, esa cifra asciende al 41% -superando a la OCDE. Cerca del 70% de ellos son la primera generación en su familia en asistir a la universidad.

Sin embargo, aún persisten desafíos. Chile posee la distribución del ingreso más desigual de la OCDE y las desventajas socioeconómicas se reproducen en el sistema educativo, en vez de reducirse. Para cuando los alumnos cumplen 10 años, su desempeño educativo ya evidencia agudos contrastes basados en el ingreso familiar.

El hecho de que el país se haya lanzado al debate en los últimos meses, evidenciado en las marchas estudiantiles y hasta los pasillos del Congreso, es un primer paso que demuestra que la sociedad chilena está en constante búsqueda de progreso. ¿Cómo pueden los países latinoamericanos, dadas las restricciones presupuestarias vigentes, alcanzar la doble meta de crear un sistema educativo de nivel mundial que logre a su vez reducir la desigualdad?

Sin embargo, el debate en la Administración de la Presidente Michelle Bachelet está enviando confusos mensajes: que todas las escuelas primarias deben ser públicas y gratuitas; que la educación superior, que hoy no permite instituciones con fin de lucro, debe ser gratuita para todos; que la selección no debería ocurrir a nivel escolar. Para financiar todo esto, el gobierno está proponiendo una reforma impositiva que según algunas estimaciones tendrá un costo de US$ 8 mil millones.

El acceso en Chile ya es bueno; mejorar la calidad es el principal desafío, especialmente en escuelas con alumnos de menores ingresos. A pesar de ello, las medidas para incrementarla parecen estar más bien ausentes del debate. La falta de claridad en las propuestas pone en riesgo a las partes del sistema que si funcionan mientras se dejan a un lado los asuntos realmente más acuciantes.

Entre estos temas pendientes se cuentan, por ejemplo, el cambio de la matriz de pobreza estructural de Chile. La evidencia señala que las intervenciones en la primera infancia generan efectos positivos en cascada que continúan capitalizándose durante la carrera académica y profesional del estudiante. Las políticas focalizadas para mejorar la enseñanza preescolar, el involucramiento parental y la mejora de oportunidades laborales para los trabajadores de menores ingresos con hijos, pueden generar más beneficios que alterar el financiamiento global del sistema.

Mientras que hay consenso sobre la necesidad de mejores regulaciones de la educación superior, no se está discutiendo el cómo se puede lograr esto aprovechando también las contribuciones de las instituciones privada. Tampoco está claro que una educación universitaria gratuita mejorará la calidad. ¿Y cómo afrontara el gobierno estos costos en el largo plazo? Hoy el sistema chileno cuenta con unas 63 universidades que prácticamente no reciben apoyo financiero del Estado.

En efecto, el sistema primario ha sido un modelo a seguir para el resto de América Latina precisamente por la diversidad de oferta, que incluye escuelas públicas gratuitas, establecimientos privados con y sin fin de lucro, y los subvencionados, que son financiados con aportes subsidiados. Hay poca evidencia de que alguna de estas modalidades brinde una calidad superior a la de otra. Más bien, es probable que la combinación de alternativas, la competencia y las evaluaciones anuales sean la mejor opción para los padres, y para la estructura del sistema educativo.

Como el educador y emprendedor chileno Eugenio Severin argumenta: “Entre una reforma total y el status quo, Chile probablemente seguirá –como es tradición- un camino intermedio definido por el gradualismo y la moderación”. La clave será, según Severin, “introducir reformas fundamentales que refuercen los éxitos de Chile y que a la vez mejoren la equidad y la calidad educativa”.

La Alianza del Pacífico y el emprendimiento

La integración de la Alianza del Pacífico parece avanzar sin demoras. México, Perú, Colombia y Chile ya funcionan integrados en varios aspectos políticos, económicos y sociales y trabajan para profundizar los todavía pendientes, como el tema de emprendimiento e innovación, que se trató los días 5 y 6 de diciembre en Santiago, Chile, con la presencia de emprendedores de todo el continente, funcionarios y dirigentes de los gobiernos, líderes sociales y ponentes de 20 países.

“La Alianza del Pacífico cree y promueve el libre movimiento de personas, de bienes y servicios, de capitales, de estudiantes y profesores; una integración energética y comercial”, dijo el presidente Sebastian Piñera en sus palabras de inauguración. “Y muy principalmente”, continuo, “la promoción de la innovación y el emprendimiento como fuentes fundamentales de creación de riqueza”.

Las países conformados en la Alianza representan en su conjunto la sexta economía del mundo, con más de 200 millones de habitantes, más de la mitad del comercio de América Latina, y un tercio del producto bruto de la región. Los cuatros países tienen tratados de libre comercio con Estados Unidos, dos de ellos pertenecen a la OCDE y uno está en camino, y todos miran a Asia para expandir su comercio. Los cuatros tienen un bono demográfico en términos de altos porcentajes de poblaciones jóvenes y crecientes clases medias. A su vez, sus dirigencias políticas y empresariales parecen enfocadas en seguir promoviendo dinamismo y crecimiento a sus economías, priorizando regla de juego claras, integración al mundo y el capital privado.

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¿Está el aprendizaje online transformando la educación?

“Las escuelas tradicionales seguirán existiendo y la abrumadora mayoría de los niños seguirán asistiendo a ellas, pero pasarán a ser centros de enseñanza personalizada a través de contenidos interactivos en lugar de clases con pizarra, manuales y calificaciones. En el secundario y primario, cada niño tendrá una computadora para trabajar a su propio ritmo en programas personalizados, que serán provistos a través de la tecnología, adaptados a sus necesidades y fortalezas”.

¿Es este escenario de ciencia ficción? ¿Puede volverse realidad alguna vez? ¿Y si lo hiciera, mejoraría la calidad? ¿Cuál sería el rol de los maestros?

Ron Packard se refiere a estas preguntas en su último libro Education Transformation. En particular, resalta cómo la tecnología puede proveer alternativas educativas valiosas, especialmente para estudiantes de bajos ingresos en comunidades con escuelas vulnerables.

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Graduados universitarios: ¿sobrecalificados y con falta de preparación?

Son muchas las investigaciones que demuestran correlación entre los niveles de educación superior, los ingresos individuales y el crecimiento económico nacional. Pero ¿sigue siendo la universidad la única forma de alcanzar la mejor empleabilidad? Un estudio realizado por McKinsey, basado en la experiencia de 5000 graduados, consideró que “no se utiliza todo el potencial de los graduados, ya que casi la mitad de ellos dicen que están en puestos de trabajo que no requieren estudios universitarios”.

En este contexto, muchos analistas y recientes libros se preguntan: ¿vale la pena estudiar en la universidad? ¿O el sistema de educación superior simplemente está produciendo alumnos sobreeducados, que en muchos casos están, además, agobiados por deudas difíciles de pagar debido a su incapacidad para encontrar aquellos buenos empleos que anhelaban cuando comenzaron su educación?

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¿Puede crecer la economía de América Latina sin más innovación?

La innovación está en boca de todos. Pocos políticos, líderes sociales o empresarios dan un discurso sobre América Latina sin incluir la importancia de innovar. Pero ¿qué quiere decir “innovación”? Y más importante aún, ¿cómo se alcanza? La Cumbre Latinoamericana de Innovación, que se realizó en Chile esta semana con apoyo del Institute for Large Scale Innovation, de California, y el Ministerio de Economía y Fomento de Chile invitó a líderes del sector político, empresarial y social para debatir sobre el concepto y definir una agenda regional que permita promover un ecosistema de innovación y emprendimiento en la región.

“La región reconoce la importancia de desarrollar estrategias innovadoras para comunicar el futuro y avanzar en las áreas de la tecnología, la economía y de modo significativo, en educación” dijo John Kao, presidente de la Cumbre. “A medida que la innovación se convierte en una prioridad para las naciones alrededor del mundo, la urgencia por crear una política para la innovación en América Latina comienza a ser vista con claridad por los líderes de todo el continente”.

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¿Donde trabajará el 50% de latinoamericanos sin estudios secundarios?

Entre 2013 y 2040 cerca del 40% de la fuerza laboral de América Latina no contará con título secundario. ¿Cómo podrá la región sostener el crecimiento económico de la última década cuando casi la mitad de su capital humano carece de las competencias básicas para competir en este siglo? ¿De dónde vendrá la innovación, el crecimiento de la productividad, la capacidad de emprender que todos los economistas destacan como el único camino para saltar al próximo nivel de desarrollo económico?

Si bien América Latina ha mejorado mucho en términos de acceso a la educación a nivel de escuela primaria e inicios del secundario, la deserción escolar sigue siendo muy alta. Según datos del Banco Mundial, sólo el 55% ha terminado la preparatoria en México, el 50% en Argentina, el 60% en Colombia y casi el 70% en Chile. A ello se suma el hecho que la población estudiantil que sí se gradúa, lo hace con indicadores de calidad bajos que los ubican en las últimas posiciones de todos los ránkings internacionales.

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