Entre Auschwitz y el World Trade Center

Alguien escribió alguna vez, no hace mucho tiempo, que Europa murió en Auschwitz, donde mataron a seis millones de judíos. Y creo firmemente que hay una gran verdad en ello. Aunque en los años ochenta y mucho antes de esta frase, la brillante escritora italiana Oriana Fallaci ya nos hablaba de dobles raseros, hipocresía y otras cuestiones que finalmente la llevaron al exilio de esa Europa psicoculposa para radicarse en los Estados Unidos, donde finalmente falleció, no sin antes dejarnos verdades irrefutables e ideas magníficas, más allá de cualquier dogma.

Y es que, ciertamente, una Europa despreciable renunció en Auschwitz a su propia cultura, sus valores, su pensamiento, su creatividad y su talento. Esa Europa fue la que decidió autodestruirse eliminando a veinte millones de seres humanos; seis millones de ellos pertenecientes al pueblo judío, un pueblo que produjo los científicos más grandes y las personas más maravillosas que cambiaron el mundo desde diferentes disciplinas.

La contribución del pueblo judío se manifiesta hoy en todos los ámbitos de la vida del mundo moderno: las ciencias, el arte, el comercio internacional y, sobre todo, como algo que trasciende a todo lo anterior: un elemento superior en la idea y el concepto del respeto por la vida, que, a mi juicio, debe ser definido como la conciencia de la humanidad. Continuar leyendo

El falso debate de confrontar libertad y seguridad

En general, y a través de la historia, un país no escoge entrar o no en una guerra: la guerra le es declarada. De igual manera, un país no elige dónde librar una guerra, depende del enemigo que se la declara. Cuando estas circunstancias se producen, un país no está en condiciones de elegir qué guerra quiere librar: el tipo de guerra le es impuesta por el agresor.

Nunca se elige ni contra quién, ni cómo ni dónde se hace la guerra, salvo en muy escasas ocasiones. Estas tres sencillas verdades han pertenecido durante siglos a la tradición política y estratégica occidental, aunque los dirigentes y las sociedades de lo conocido como mundo libre las hayan olvidado en las últimas dos décadas. Desde la caída de la Unión Soviética, los europeos han vivido unas vacaciones estratégicas y han alimentado tres peligrosas ilusiones: a) que pueden elegir libremente a quién hacer la guerra, b) que pueden elegir de qué manera librarla, y c) que pueden elegir dónde combatirla.

Luego de la masacre de París, los europeos continúan encerrados en esa ilusión. Aunque deben reconocer —cuanto antes— que no depende de ellos librar o no esta guerra. La tienen encima, dentro de sus ciudades, se la declaró el yihadismo con sus fatwas desde mediados de los años noventa, y esta declaración ha sido renovada por las organizaciones radicales, hasta llegar actualmente al ISIS. La guerra ya ha sido declarada por quienes consideran la civilización occidental como una perversión y un mundo a destruir, y ya es muy claro que se han dado a la tarea de aniquilarlo. Continuar leyendo

Las implicancias del acuerdo nuclear

Era una obviedad para la mayoría de los analistas y los comentaristas conocedores de Medio Oriente que lo que parecía una larga telenovela tenía solo dos actores estrellas: Irán y Estados Unidos. Los países europeos solo tuvieron un rol de extras, cuya participación no era más que secundaria y a los solos efectos de dar una fachada de legitimidad internacional a las negociaciones y al acuerdo.

A lo largo de todos estos años, el diálogo real tenía lugar entre Washington y Teherán. La comunidad internacional y el mundo árabe se dieron cuenta de esa realidad sin necesidad de que se los expliquen en profundidad.

Lo especialmente interesante, además de lo extenso de la telenovela, era que no había -ni hay- ninguna garantía de éxito, ello quedó claro en la insistencia de la administración Obama en que las negociaciones se limiten al programa nuclear de Irán, sin tocar otros problemas políticos regionales y repitiendo al más alto nivel que las cuestiones políticas de la región eran cuestiones separadas del acuerdo.

Esas cuestiones políticas regionales jamás fueron tenidas en cuenta ni objetadas por los extras europeos de la telenovela. Nunca se consideró el soporte de Teherán a grupos políticos terroristas como Hezbollah en Líbano, al régimen del dictador Bashar Al Assad en Siria o a la injerencia de Irán en Yemen y Gaza. Tampoco cuestionaron la peligrosidad regional del programa nuclear de Irán en lo referente a las repercusiones geológicas y sísmicas de tener instalaciones nucleares en un país propenso a terremotos devastadores como lo es Irán. Continuar leyendo

Lineamientos para mejorar la seguridad interior

Las motivaciones detrás de potenciales ataques islamistas en suelo occidental son complejas e incluyen ideologías fundamentalistas de adherentes al yihadismo radical del anillo extremista sunnita como de grupos radicales chiítas de Oriente Medio. Ambos sectores disponen de sus propios postulados ideológico-militares y blancos de ocasión tanto en África, Europa, América del Norte y Latinoamérica, por lo que es necesario proyectar y desarrollar con precisión aspectos de prevención que cubran el accionar de la violencia terrorista.

En tal dirección es que la República Argentina debería desarrollar una política preventiva amplia y clara, considerando entre otros, tres elementos centrales. A saber:

Continuar leyendo