Es urgente un Líbano democrático y federal para terminar con Hezbollah

Más allá de cualquier debate ideológico, es un hecho concreto que la influencia del grupo político-terrorista Hezbollah ha favorecido la ingobernabilidad en varios de los conflictos armados en los países de Oriente Medio. Líbano, Siria y Yemen son los ejemplos palmarios donde el accionar y la presencia del grupo han sido factores desencadenantes de ingobernabilidad.

En el caso libanés, para ser un Estado moderno y librarse de Hezbollah, Líbano debe dejar de ser un Estado confesional. Un país cuyo presidente debe ser siempre cristiano maronita, su primer ministro, sunita y el presidente del Parlamento, chiíta, difícilmente pueda funcionar cuando dentro de sus instituciones se ha creado un Estado paralelo e ilegal. Ello es lo que ha hecho Hezbollah en el país de los cedros, donde no sólo secuestró la voluntad y las decisiones del Estado sino que es más fuerte que el propio ejército libanés, por la conocida ayuda material y logística, además del armamento que le proporciona la República Islámica de Irán, a quien Hezbollah responde como virtual ejército de ocupación en Líbano.

Líbano ha sido bendecido por la naturaleza, dispone de hermosas montañas, pistas de esquí superiores a muchas en el mundo. Sus playas del Mediterráneo nada tienen que envidiar a la Costa del Sol. Cuenta con excelentes universidades, una gastronomía formidable y una población extremadamente bien educada para la región. Sin embargo, es sectario en su sistema de gobierno. Y ello es como disponer de un avión privado con toda la tecnología y el confort, que pueda unir grandes distancias sin reabastecerse, en el cual se pueda volar conectado en todo momento a internet y descansar en confortables asientos-cama. Pero si ese lujoso y moderno jet no dispone de tren de aterrizaje, ¡no funcionará! Nunca despegará. Continuar leyendo

El infortunio árabe

Es tiempo de proponer, aportar elementos de juicio que ayuden a responder interrogantes sobre Medio Oriente y, al mismo tiempo, sugerir posibilidades y herramientas que puedan ayudar a superar la crisis para el bien de los pueblos árabes, sin pretender que esta nota sea un esquema programático en lo político o social. Ante todo es un punto de vista intelectual en búsqueda de herramientas superadoras a un presente sombrío y no buscado por millones de seres humanos.

Sin desconocer la realidad, pero también sin excluir responsabilidades dirigenciales y ciudadanas y, en toda instancia, este escrito es mi pensamiento y mi percepción como estudioso de la región, junto a una reflexión sobre el escenario como conocedor del terreno. En definitiva, es una voz e ideas sobre comportamiento humano y sociológico como las que se podrían escuchar en cualquier lugar del mundo, se trate de Buenos Aires, Nueva York, Damasco, Londres, Beirut, El Cairo, Casablanca o Bagdad.

Sin embargo, no por ello el lector y la crítica deben creer que busco cobijo en un pretendido consenso cuya uniformidad acuerde con mis ideas en la materia. Tal cosa no existe en lo relativo al pensamiento humano y no está en la órbita de las reflexiones e ideas que me han movido a escribir esta nota, aunque la identidad política de cada intelectual ciertamente influye en su propuesta y quien no reconoce este punto falta a la verdad o es un militante. Por lo que considero lo más justo y honesto dar a conocer la mía. Continuar leyendo

El islam político está venciendo al islam tradicional

Si bien la ausencia de democracia no es un mal inherente al mundo árabe, todos los países que lo integran la sufren por igual. La dictadura propiamente dicha —aunque limitada a dos o tres de ellos: Irak ayer, Siria hoy y Libia ayer y hoy— afecta al resto y reduce al mínimo el ámbito de las libertades, lo cual pone a las falsas democracias aún más en evidencia, en la medida en que la ciudadanía no ha adquirido en ninguna de ellas la inmunidad suficiente para impulsar una transformación democrática.

Sin embargo, sería engañoso atribuir la crisis de la ciudadanía a una predisposición cultural cuando en realidad es un problema que afecta a la organización del Estado.

El mundo árabe posee el dudoso honor de ser la única región del mundo donde el déficit democrático que padecen todos sus miembros se conjuga con la excusa de hegemonía extranjera —la mayoría de las veces indirecta, otras únicamente económica—, que, en los casos más extremos, como Siria e Irak, se asemeja a una nueva forma de colonialismo. Y si no, que lo digan Vladimir Putin y sus pilotos de la Fuerza Aérea rusa. Continuar leyendo

La orfandad de los sirios y el club de los cínicos

Por estas horas los sirios parecieran ser los huérfanos de la comunidad internacional, rodeados de enemigos reales y amigos falsos cuya tarea ha sido la de formar un club de cínicos con la sola finalidad de hacerse con el control de su destino.

El caso es concreto y los hechos están a la vista, a saber:

a) El presidente ruso, Vladimir Putin, insiste en que se arregló una transición que incluye la continuidad en el poder del presidente Bashar Al-Assad, a pesar de que eso podría significar un retorno al punto de partida. Sin embargo, lo que cuenta para Putin es asegurar -con la presencia de tropas rusas dentro de Siria- el tiempo necesario para mantener y reforzar sus bases militares en las costas del Mediterráneo y luego obligar a cualquier futuro Gobierno de Damasco a aceptar esto como un hecho consumado.

b) El secretario de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, también ha pedido que Assad permanezca en el poder por otros seis meses, período durante el cual Inglaterra ayudará a que un milagro revele el camino hacia la paz en Siria. La posición de Londres está en directa relación con la voluntad británica de encubrir su apatía en el conflicto, creando la impresión de que Hammond y sus colegas están haciendo algo por Siria. Es muy claro que no todos los políticos británicos, mayoritariamente racionales y pragmáticos, apoyan el plan de Hammond. ¡Menos mal!

c) El presidente francés, François Hollande, quiere la destitución inmediata de Assad y su juicio por genocidio en la Corte Penal Internacional, pero rechaza la idea de tomar cualquier acción contra su régimen. Llámelo doble discurso si se quiere, pero Hollande parece más preocupado por la proyección de su imagen como líder europeo fuerte que por hacer algo verdadero acerca de Siria. Es por esto que usa un lenguaje belicoso, pero, a la vez, se apresura en afirmar que él no está pensando en ningún escenario de soldados franceses sobre el terreno. Si usted lo entiende, lo felicito. Considérese un posprogresista francés de cartón. A mi juicio, sus palabras valen tanto como hojas al viento.

d) El antiguo secretario de Relaciones Exteriores británico, Lord David Owen, sugiere que Siria debe ser colocada bajo el paraguas de un mandato jordano respaldado por las Naciones Unidas y la Liga Árabe. El señor no explica cómo se va a hacer eso en medio de una guerra que ha dividido a Siria en al menos cinco segmentos. Pero tampoco está preocupado por cuestiones tales como la capacidad de Jordania en desempeñar ese papel, que excede sus recursos y sus deseos. Sencillamente ridículo.

e) El gobierno de Barack Obama muestra el teléfono descompuesto en torno al tema durante los últimos cuatro años. Su última postura refirió la idea de crear una fuerza especial no especificada de poderes regionales para restaurar la paz en Siria. La buena noticia es que nadie en la comunidad internacional lo escucha y parece un boxeador a punto de caer knock out ante la paliza diplomática que le proporciono Putin por los últimos 7 años.

f) En Teherán, Ali Akbar Velayati, asesor del guía supremo, informa que su jefe Ali Khamenei ha decidido que Assad debe permanecer en el poder. Para Irán lo que Khamenei dice es considerado como fasl al-Khitab (fin de la discusión). Desde Teherán no hay lugar para planteos o preguntas tontas como: ¿Qué pasa si los sirios no quieren a Assad? Peor aún, cada vez es más claro que Teherán trata a Assad como a un títere en lugar de un aliado.

g) La orfandad de los sirios también es utilizada por personas como la canciller Ángela Merkel, quien dice que los alemanes están listos para recibir por bondad y misericordia hasta un millón de refugiados sirios. Entonces, la oposición reacciona duramente y le responde que un millón de refugiados será el colapso demográfico de Alemania.

h) El primer ministro húngaro, Viktor Orban, está utilizando a los refugiados sirios para avivar sentimientos chauvinistas y xenófobos, y así cobrar conductas anteriores de la Unión Europea, que siempre lo ha mirado con recelo. ¡Ajuste de cuentas que se llama!

El resultado de esto es que el ISIS se ha convertido en la segunda opción de casi todos.

Los Estados Unidos y los pocos aliados que le quedan son reacios a atacar al ISIS de forma eficaz porque su aplastamiento podría fortalecer a Assad. Al tiempo, el bueno de Bachar y sus aliados iraníes y rusos no están atacando al ISIS y esto claramente es porque ven al Califato como un elemento positivo frente a otras fuerzas de la oposición siria.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por su parte, necesita del ISIS como cortina de humo para atacar y -con suerte- destruir el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) dentro de Siria. Turquía podría cerrar fácilmente la línea logística del ISIS a través de su frontera con Siria, pero no lo hace y sus declaraciones son que Turquía actuará solo si los aliados de la OTAN, liderada por los Estados Unidos, acordaran acabar con Assad, pero los turcos no moverán un dedo por ellos mismos, pues ninguno de los que exigen que actúen lo hacen. Mientras tanto, Turquía hace su negocio y sigue eliminando kurdos.

El PKK y sus aliados kurdos sirios también son ambivalentes acerca de ISIS. Ellos están listos para luchar contra él si amenaza zonas kurdas, pero no mientras ISIS golpee en las zonas aún mantenidas por Assad. Después de todo, ISIS es una buena excusa para que el PKK y sus aliados locales puedan exigir más dinero y armas de las potencias occidentales.

Otro problema es el Gobierno iraquí es reacio a asumir el combate contra el ISIS. Tal medida podría enfadar a Teherán, que, como ya he señalado, no quiere fuerzas de la oposición siria, gana terreno contra Assad y prefiere mantenerlos ocupados combatiendo al ISIS, por ello es que también usa a Hezbollah.

Tampoco se debe soslayar que algunos Estados árabes también consideran al ISIS como el mal menor en comparación con una Siria gobernada por una coalición liderada por los Hermanos Musulmanes, a quienes consideran como el enemigo número uno.

En otras palabras, el núcleo de la tragedia Siria consiste en el hecho de que Assad e ISIS representan las dos caras de la misma moneda. Ambos quieren que el pueblo sirio sea la resultante de la ecuación. Ambos tienen cantidad suficiente de base popular como para continuar la masacre por más tiempo, incluso si no reciben apoyo del exterior, que regularmente consiguen.

Lo peor de este escenario, con el ISIS como segunda opción de todos los involucrados, es que el orfanato sirio parece condenado a una situación a la que los turcos llaman achmaz y que significa “sin salida”.

Los cambios reales en Oriente Medio

Confundir resultados aparentes con hechos reales produce mitos y confusión e inexorablemente lleva al error de comprensión. Esto ha sido especialmente evidente en lo que viene sucediendo con la mayor parte de las noticias que circulan últimamente sobre los cambios políticos en Oriente Medio.

En concordancia con los informes de la prensa, la situación en Siria está empezando a mejorar, Rusia finalmente ratificó su actitud de apoyo abierto hacia Irán y la administración de Bashar Al-Assad. También hemos oído que el retiro houthi en Yemen es el resultado de un acuerdo entre saudíes e iraníes.

Lo concreto es que Arabia Saudita abandonó a la oposición siria, pero también negó cualquier reconciliación con Assad. Y los libaneses ya pueden elegir a un presidente tras el acuerdo nuclear iraní. Algunos medios incluso afirmaron que las nuevas posturas tomadas por el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, son el resultado de un paquete de reconciliación entre Irán y los países del Golfo y que Arabia Saudita ha comenzado a favorecer a Hamas, dando la espalda a la autoridad palestina.

Hasta ahora no hay pruebas convincentes de que estos cambios han tenido lugar, de hecho, personalmente no creo que se produzca ningún cambio político o militar. Continuar leyendo

Las implicancias del acuerdo nuclear

Era una obviedad para la mayoría de los analistas y los comentaristas conocedores de Medio Oriente que lo que parecía una larga telenovela tenía solo dos actores estrellas: Irán y Estados Unidos. Los países europeos solo tuvieron un rol de extras, cuya participación no era más que secundaria y a los solos efectos de dar una fachada de legitimidad internacional a las negociaciones y al acuerdo.

A lo largo de todos estos años, el diálogo real tenía lugar entre Washington y Teherán. La comunidad internacional y el mundo árabe se dieron cuenta de esa realidad sin necesidad de que se los expliquen en profundidad.

Lo especialmente interesante, además de lo extenso de la telenovela, era que no había -ni hay- ninguna garantía de éxito, ello quedó claro en la insistencia de la administración Obama en que las negociaciones se limiten al programa nuclear de Irán, sin tocar otros problemas políticos regionales y repitiendo al más alto nivel que las cuestiones políticas de la región eran cuestiones separadas del acuerdo.

Esas cuestiones políticas regionales jamás fueron tenidas en cuenta ni objetadas por los extras europeos de la telenovela. Nunca se consideró el soporte de Teherán a grupos políticos terroristas como Hezbollah en Líbano, al régimen del dictador Bashar Al Assad en Siria o a la injerencia de Irán en Yemen y Gaza. Tampoco cuestionaron la peligrosidad regional del programa nuclear de Irán en lo referente a las repercusiones geológicas y sísmicas de tener instalaciones nucleares en un país propenso a terremotos devastadores como lo es Irán. Continuar leyendo

Entender el terrorismo fuera de la corrección política

Como es lógico, ante el desconocimiento las cosas parecen ponerse cada vez más difíciles para funcionarios, analistas políticos y periodistas occidentales frente a la creciente expansión del terrorismo, más aún cuando se trata de abordar y lidiar con algo que nunca han podido entender.

Días pasados, el primer ministro británico, David Cameron, pidió a los medios de comunicación ingleses no utilizar el término Estado Islámico para referirse al ISIS (conocido como Da’esh en árabe), porque según él, el Califato basado en Raqqa, Siria, no es islámico. En otras palabras, Cameron está erigiéndose como autoridad en cuanto a lo que es islámico y lo que no. Aplausos para Cameron y misericordia para su ignorancia.

En el otro extremo de estas declaraciones, el primer ministro francés, Manuel Valls, habla de “islamofascismo” y afirma que Occidente está ingresando en una “guerra de civilizaciones” con el islam. Pareciera que el primer ministro galo desconoce que no hay más que una sola civilización: la humana; lo otro, tal vez a lo que quiso referirse desde el grotesco de su declaración, debe ser puesto en el marco de una confrontación cultural, pero nunca civilizacional. Continuar leyendo

Irak y Siria, una misma guerra

Hace aproximadamente un año, el presidente  de los EE.UU., Barack Obama, intentó justificar las diferencias en el enfoque y las posiciones de Washington sobre la crisis en Irak y Siria. Nadie comprendió muy bien la conducta de Obama, puesto que mientras enviaba drones, asesores militares y armas a Irak, en el caso de Siria sólo ordeno el envió de agua mineral, mantas y medicinas. En aquel entonces, Obama dijo que su administración estaba comprometida con la seguridad de Irak porque el país tenía un valor estratégico para los EE.UU. Mientras que en dirección al conflicto sirio la posición de la administración estadounidense solo se centrada en el frente “político y humanitario” y que no había planes para otro tipo de participación norteamericana allí.

La mayoría de los gobiernos de la comunidad internacional hablan de Irak y Siria por separado, igual que el presidente Obama. Sin embargo, esta división entre los dos países vecinos se basa en mapas antiguos, pero hoy día ya no es pertinente simplemente porque los hechos sobre el terreno muestran otra realidad ante el avance y las conquistas del Daesh (ISIS). Ya no hay más límites territoriales, guardias fronterizos, pasaportes, ni ejércitos que separan a Irak y Siria. Hoy, todos los puestos de control son de los hombres del Estado Islámico (ISIS), desde Anbar al oeste de Irak, hasta escasos kilómetros de Damasco la guerra y el terrorismo se han unido en ambos países. Así, se observa con claridad los planes y hasta el nombre que se dio a sí mismo el grupo terrorista: “Estado Islámico de Irak y Siria.”

La imagen presente es muy clara. Irak es una parte indispensable en la evolución de la crisis siria, y las fronteras de ambos países ya no existen más que en viejas líneas marcadas en el papel en las oficinas de varios ministerios de relaciones exteriores de países que alguna vez tuvieron relaciones con ambos estados.

Actualmente asistimos a una crisis que une a los dos países desde Bab Al-Hawa, paso de frontera de Siria al norte de Turquía hasta Trebil -Jordania- en la frontera con Irak, y hasta Arar, el cruce fronterizo con Arabia Saudita al sur de Irak. Al tiempo que los combatientes del ISIS se ciernen peligrosamente en los suburbios de la capital siria, Damasco, que no tardará en caer al igual que la capital iraquí, Bagdad, si es que no se toman medidas militares contundentes para frenar a los terroristas del ISIS.

Si la comunidad internacional ​​desea enfrentar esta crisis y detener la expansión del terrorismo yihadista, tiene que lidiar con Irak y Siria como si fueran un solo país, porque el éxito o el fracaso en uno está conectado al otro.

Ya no es relevante que el mundo, y en particular los Estados Unidos, clasifiquen a Irak como un país rico en petróleo y de alta importancia estratégica si al mismo tiempo comete el error de calificar a Siria como una simple granja de pepinillos. Lo que debe entenderse es que estamos ante un hermano siamés y frente a una guerra contra el mismo enemigo.

Todo esto significa, por supuesto, que en lo que dependa propiamente de Bagdad, Irak está perdido. También significa que el apoyo a las milicias chiitas a través de las fuerzas voluntarias populares iraquíes (dominadas por esa secta) profundizará heridas y aumentara el resentimiento colectivo sunita hacia Bagdad. Así, aumentara la hostilidad contra los EE.UU. de forma indefectible por la subordinación de dichas milicias populares con Teherán. Estas políticas de Obama no hicieron más que fortalecer -en extremo- las pretensiones del ISIS de ser el único representante de la mayoría de los suníes en Siria e Irak, y esta es una innegable realidad actual.

La opción razonable para combatir al ISIS es, en mi opinión,  apoyar y fortalecer a la oposición de las fuerzas suníes en Siria como a las fuerzas tribales sunitas en Irak para ayudar y dejar de usar las fuerzas de movilización popular de las milicias chiitas en Irak, sencillamente porque ellas están bajo el control de los iraníes y en realidad terminan sirviendo a los objetivos de ISIS.

También hay que tomar medidas concretas para resolver la tragedia que el pueblo sirio está sufriendo. Los sunitas sirios, que representan alrededor del 80 por ciento de la población del país, no pueden permanecer en silencio hacia el régimen de Assad después de que sus fuerzas han asesinado a más de un cuarto de millón de sirios.

Por otra parte, Irán es aliado de Assad y jamás aceptara una solución política si esa opción puede resultar en beneficio de la mayoría sunita.

En ausencia de una comprensión y resolución adecuada de la crisis y en los términos planteados por el presidente Obama, ISIS, sin duda, ampliará y captará más partidarios y combatientes, incluso más que los cien mil que dispone actualmente y que ya luchan en Irak y Siria

¿Qué espera Obama que Irán le ofrezca?

En dos semanas el presidente Barack Obama tiene previsto organizar una cumbre en Camp David con los líderes de los Estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). El evento se producirá en un momento en que el Oriente Medio está experimentando turbulencias como no se han visto desde hace más de un siglo.

La agitación, o como algunos sugieren, el caos, responde a numerosas causas, entre ellas la implosión de los regímenes despóticos militares que había sido ignorada hasta el presente. También al hecho de que por primera vez en al menos dos siglos una fuerte dosis de sectarismo ha sido inyectada en un cóctel mortal de rivalidades tribales, políticas e ideológicas.

Sin embargo, la razón principal del caos actual bien podría ser el desmantelamiento del tradicional equilibrio de poder que había asegurado en la región una cierta estabilidad estratégica desde la década de 1920. Continuar leyendo

Necesaria ampliación de la ofensiva militar

En las últimas semanas, Oriente Medio ha sido motivo de una intensa actividad diplomática en la que se han incluido las visitas de varios líderes mundiales a las capitales de la región, en particular a Riad. Luego de esta actividad, hemos visto a Jordania, Egipto y Turquía intensificar su participación en la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Esto es algo que hay que observar con atención ya que representa un importante punto de inflexión en las relaciones entre los cuatro países más importantes de la región en lo relativo al resultado del curso del conflicto en Siria, es decir: Arabia Saudita, Turquía, Egipto y Jordania, quienes están proporcionando una oportunidad para que el reino saudí juegue un papel central al freno del extremismo sunita y a la propia expansión de su contraparte chiíta.

Toda esta actividad diplomática no puede divorciarse situacionalmente de las relaciones que los países de la región mantienen actualmente con jugadores relevantes fuera de ella, en particular con países de Europa Occidental y Estados Unidos. Las recientes reuniones, los diálogos y las declaraciones conjuntas entre representantes regionales y visitantes extranjeros muestran coherencia en términos de las posiciones mantenidas. Esta situación tiene lugar en el contexto de los esfuerzos y la lucha contra el ISIS y sus grupos satelitales que se han convertido en una especie de nuevo modelo para la guerra contra el terrorismo en este tiempo, tal y como describí que sucedería antes de principios del año 2009 en mi obra “La Yihad Global, el terrorismo del Siglo XXI”.

Los actuales esfuerzos diplomáticos no deben ser separados de la coordinación y el aumento de la cooperación militar entre los miembros regionales de la coalición. Ellos van en línea con la reciente coordinación iraquí-jordana-egipcia en la lucha contra el ISIS. Así fue que vimos aviones de combate egipcios y jordanos bombardear objetivos del ISIS en ciudades de Siria y Libia.

El tipo de cooperación militar de la que estoy hablando se asemeja a la ofrecida por los Estados Unidos y Arabia Saudita para entrenar y equipar a los kurdos o a los recientes esfuerzos de Francia para comercializar sus aviones de combate Rafale a la coalición integrada por Emiratos Árabes Unidos y Egipto que están utilizándolos para bombardear a los terroristas; de hecho, Egipto ha utilizado estos aviones que ha adquirido de Francia como parte de su reciente ofensiva aérea contra el ISIS en Libia.

Así, en el transcurso de las reuniones y la actividad diplomática, parecería que el objetivo principal es ampliar la lucha actual en una guerra global contra todos los grupos terroristas internacionales, no sólo contra el ISIS -utilizando para ello la lucha actual como trampolín para derrotarlo- en Siria e Irak, sino también en Libia, Egipto y en cualquier otro lugar que pretenda operar y luego neutralizar a sus otros primos siniestros.

Aunque en la actualidad, la mayoría de las campañas aéreas se están llevando a cabo contra el ISIS, esas medidas se direccionan a la formación de una fuerza militar regional para luchar contra todos los grupos islamistas de la región, lo cual representaría un importante punto de inflexión estratégica en el conflicto. Sin embargo, es imposible derrotar a este grupo sin un enfrentamiento directo con participación de tropas en tierra, y en ello, son los Peshmegas kurdos los que están abriendo la primera brecha y mostrando que se puede lastimar al ISIS sobre el terreno. Aun así, esto no será suficiente para afrontar realmente la lucha contra el grupo en un siguiente nivel de combate.

Paralelamente a estas medidas, los países de la región y el resto de la comunidad internacional tendrán que intensificar sus esfuerzos para cortar la financiación al ISIS, detener la ola de combatientes de todo el mundo que se unen a la agrupación y monitorear efectivamente sus actividades de propaganda en los medios de comunicación.

Los esfuerzos actuales contra el grupo representan un paso importante en términos de reunir diferentes capacidades militares internacionales y regionales en una sola fuerza, además de la importancia y los esfuerzos dirigidos a neutralizar sus canales de financiación y su sofisticada maquinaria mediática.

No obstante, como dijimos, solamente con ataques aéreos no será suficiente para neutralizar al grupo islamista, la lucha sobre el terreno de los kurdos debe ser imitada y apoyada plenamente para que la coalición regional e internacional tenga éxito y, si realmente se quiere liberar al mundo de la destrucción y muerte que los radicales han desatado, estas nuevas medidas no podrán dejar de tomarse. La primera de ellas en términos de importancia es, por supuesto, la ampliación del alcance de la ofensiva militar contra ISIS para incluir también a otros grupos terroristas. Esto obligaría a la ampliación de la lista de objetivos, por lo que también deberían incluirse a las fuerzas del presidente sirio Al-Assad quien no es ajeno a la etiqueta de terrorista. Desde que comenzó el conflicto Bashar ha estado involucrado de cerca con grupos terroristas como Hezbollah, que combate dentro de Siria en apoyo del régimen con todo el sostén y la logística de Irán.

El segundo paso consiste en la continuidad de ayuda humanitaria y asistencia a las personas que viven en territorio bajo control de ISIS para normalizar su vida cotidiana. El tercer punto requiere del lanzamiento y profundización de campañas mediáticas anti-extremistas que deberían tener su epicentro, sobre todo, en la comunidades musulmanas de todo el mundo centrándose en la forma en que estos grupos se han desviado del Islam perturbándolo a través de su dogmatismo ideológico y mostrando que unirse a estos grupos es ajeno al Islam, pues los terroristas rompen las normas religiosas y éticas básicas de la religión.

El combate contra los grupos terroristas es crucial, y lo que es más importante, se trata de una lucha amplia e integral. Si esto no se logra, entonces la guerra contra el terrorismo no tendrá éxito en la derrota de uno solo de estos grupos y el conflicto continuará otorgando el tiempo suficiente para que los grupos terroristas de hoy engendren otros nuevos y mas feroces, como Al-Qaeda hizo antes dando lugar al ISIS y Al-Nusra, quienes seguramente abrirán puertas a los grupos terroristas del mañana