Consolidar un modelo industrial autónomo como política de Estado

Este año celebramos el Día de la Industria en momentos de un profundo debate y análisis de la realidad. El modelo de desarrollo industrial autónomo, que tiene como centro el valor agregado nacional y el alto nivel tecnológico, debe ser ratificado y consolidado como una política de Estado por todos los actores políticos y económicos de la sociedad argentina. Resulta vital para continuar con un modelo inclusivo y de crecimiento.

La posibilidad de caer en la dinámica pendular de considerar al desarrollo industrial como un aspecto optativo y secundario dentro de una campaña electoral sería un retroceso inaceptable para toda la sociedad.

Así, los líderes políticos que gobiernen al país en los sucesivos ciclos que marca el ejercicio de la democracia deben incentivar el crecimiento de la industria e interpretar a uno de los sectores más dinamizantes del desarrollo social, económico y científico.

A los dirigentes industriales nos cabe la responsabilidad de explicar y concientizar sobre esta realidad, que además requiere tener una política independiente de los intereses del establishment de los países desarrollados, quienes continuamente actúan seduciendo de acuerdo a sus intereses. Es necesario ir a contramano de los paradigmas que ellos nos intentan inculcar.

En estos países la industria juega un rol relevante para el sostenimiento del empleo, y es una política de Estado la exportación de valor agregado para mantener los niveles de ingresos requeridos para el sostenimiento de sus altos estándares en el nivel de vida. La apertura que ellos pregonan es funcional a esta visión: encontrar mercados para sus productos elaborados. Es responsabilidad de toda la sociedad argentina mantener un nivel de vida digno para sus integrantes. Es por eso que resulta necesario un equilibrio que permita una adecuada integración global sin afectar los niveles de empleo. Una inteligente administración del comercio resulta necesaria para este objetivo. Jamás podrá el mercado ejercer esta regulación considerando estas premisas.

Acentuar un modelo de desarrollo industrial requiere una mayor transformación, hemos avanzado mucho, pero aún restan desafíos por vencer. Cuanto más se avanza, mayores retos y compromisos son necesarios. El sector privado debe asumir su parte con la inversión, el desarrollo tecnológico y la innovación. El sector público, generar las condiciones macroeconómicas, de infraestructura y formativas apropiadas, y también el sector del trabajo asumiendo su rol protagónico. Los procesos de transformación requieren de los mejores recursos humanos científicos, tecnológicos y de planificación. La capacitación es una acción continua que permite que las personas se encuentren en un constante proceso de aprendizaje en la búsqueda de los objetivos.

Industria es transformación, agregar valor. Este proceso lo realiza el hombre participando así en un proceso creador que lo dignifica. Mediante la industria el hombre se siente protagonista de un mundo en transformación para una mejor calidad de vida.

La industrialización es un proceso que debe ser comprendido y apoyado por toda la sociedad. No existe crecimiento sin sacrificio, hay que asumir un proceso de sustitución de importaciones no exento de un profundo trabajo de diseño, ingeniería, científico, tecnológico y financiero, entre otros, para lograr avanzar en la dirección correcta.

Las verdaderas transformaciones, que generan cambios profundos, en general no son bien vistas y aceptadas en el momento presente, sólo desde una mirada histórica se vislumbra su verdadero valor. El desafío es que nuestros descendientes comprendan que su desarrollo y bienestar son producto de los cambios y desafíos que emprendemos hoy todos nosotros.

El camino de la industria, el camino de la Patria

Luego del colapso de la convertibilidad, la Argentina dejó atrás uno de los procesos más tristes de su historia, cuyos efectos económicos, productivos y sociales aún hoy acarreamos. El período que va de 1976 hasta la caída del modelo neoliberal nos cargó de numerosas “mochilas”: altos niveles de desigualdad, la desarticulación de la estructura productiva, la destrucción de miles de empresas, muchas de las habilidades y conocimientos de nuestros recursos humanos fueron degradadas, el abandono de las instituciones de ciencia, tecnología y educación, la mutilación del Estado en sus capacidades esenciales de intervención y el sometimiento de nuestra economía a los grandes centros de poder financiero mundial. Cualquier indicador que uno compare al inicio y al final de dicho período demuestra el fracaso de aquella concepción de país, que introdujo a la economía en un sendero de estancamiento y produjo un profundo agravio a las condiciones de vida de los argentinos.

Los industriales metalúrgicos podemos dar testimonio de ello, ya que en 2001 nuestro sector se redujo a un tercio de lo que era a principios de los años 70, ya sea en cantidad de empresas, empleo, valor agregado y participación en las exportaciones y en el PBI industrial.

Continuar leyendo