Una campaña electoral híbrida

Los dos presidenciables con mayores chances, Mauricio Macri y Daniel Scioli, empiezan a desandar una campaña compleja, donde el condicionante temporal (la reflexión, como valor político, hace tiempo que fue sustituida por los reflejos y el olfato) es solo una de las piezas a encajar en este tetris. También están el factor discursivo (qué se dice) y los dispositivos (cómo se dice) por donde se encauza el mensaje escogido. Sobre este último haremos hincapié en este breve artículo.

Sobre el ocaso de los años noventa, estaba claro que los candidatos debían conjugar la clásica recorrida territorial -actos, timbrazo, caminatas, afiches callejeros, carteles, etcétera- con la presencia en los medios de comunicación tradicionales -televisión, radio y gráfica. Era prácticamente un imperativo proselitista: de la calle al estudio y viceversa.

En el siglo XXI se añadió otra arena comunicacional: el mundo en línea. Un espacio que, si bien aún no se sabe con exactitud su efecto concreto, se está volviendo crucial al momento de conectar con la ciudadanía. Ejemplo tangible -y pionero- fue el de Barack Obama en el 2008, con su campaña triple o: Obama online operation, que incluía la movilización de ciberactivistas, el debut político de Twitter y la difusión de la página oficial del demócrata. Continuar leyendo

La cara de Aníbal

7:30 am. Salen los primeros rayos de sol en Plaza de Mayo. Por delante del vallado de Casa Rosada aparece él. Saco, corbata, bigote simétrico y semblante imperturbable. Una docena de periodistas lo acosan con preguntas. Tranquilo, responde a todas: a algunas de forma concisa, a otras, con pirotecnia verbal. El graf del noticiero cambia constantemente. Son treinta minutos de títulos resonantes. Chicanas, aforismos, rabietas y acusaciones de alto voltaje decoran el acting. Ha dado su rueda de prensa el jefe de gabinete de la nación, Aníbal Fernández.

El precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria es un político sin medias tintas. Según la encuestadora Ibarómetro posee una imagen negativa del 50 % y una apreciación positiva del 42,7 %. Números que ponen a la vista la fisura que provoca su personaje en la opinión pública.

Pero también habría que interrogarse cuántos de esos 50 puntos de rechazo son de su patrona, Cristina Fernández de Kirchner. Porque Aníbal, quizás como pocos jefes de ministros, ha comprendido perfecto su papel como dique mediático de la máxima autoridad del país. Día a día atrapa toda munición periodística dirigida al despacho presidencial. En criollo: es el que pone la cara. Para las inauguraciones, las inversiones, las obras y demás buenas noticias está la jefa. Labor que, evidentemente, no interpretaron muy bien Jorge Capitanich ni Juan Manuel Abal Medina. Continuar leyendo

Las lecciones comunicacionales de Martín Lousteau

Diversas lecturas políticas proliferaron sobre el balotaje porteño. La mayoría en jerga nacional: hay vida por fuera de la polarización entre el Frente para la Victoria (FPV) y Cambiemos, Macri llegará debilitado a las PASO y el purismo amarillo tiene límites electorales, inclusive, dentro de la Capital Federal. Pero pocos pusieron la lupa sobre la campaña de Martín Lousteau. ¿Qué hizo este joven economista para ponerle suspenso a una película con final cantado? La respuesta habita en el plano comunicacional.

Para empezar, @GugaLusto -así es la cuenta del líder de ECO en Twitter- propuso un discurso de alto riesgo para los tiempos que corren. Con una opinión pública formateada en clave dicotómica, el chico de rulos apostó a una narrativa de superación, no de confrontación. Tomó los aspectos positivos de la gestión PRO y le añadió las demandas latentes en la periferia de la ciudad: desnutrición infantil, problemas de vivienda, deterioro de la salud pública, inseguridad y cuidado del medioambiente. A cada una de estas críticas la acompañó con una propuesta técnica concreta para resolverla y punto. Diagnóstico, análisis y solución, ecuación sintética. Nada de grandes batallas semióticas ni modelos épicos en pugna.

El volumen lo puso con las denuncias. Lousteau acusó tanto al FPV como al Gobierno de la ciudad de utilizar recursos públicos para fines proselitistas. Con esa increpación se distinguió en la arena de los valores y se posicionó como un estandarte de la transparencia. Y, además, alumbró una problemática de larga data en el país: los oficialismos, sean del color que sea, manipulan el andamiaje propagandístico estatal para estaquearse al poder, lo que anula el principio rector de la democracia, la alternancia en los centros de comando. Continuar leyendo