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Estamos a días del recambio presidencial en Argentina y no decimos nada interesante al asegurar que no somos ajenos a un mundo que vive momentos de intensa complejida0d, cuando el terrorismo y el narcotráfico juegan un rol fundamental que pone en jaque la propia libertad individual y la de toda la sociedad. Libertad que, por lo menos en el mundo occidental, ha sido el bien más preciado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Hasta hace un tiempo la presencia de militares, armas y vehículos artillados en las calles era una escena típica de lugares periféricos con graves conflictos internos. Hoy, sin embargo, es la cotidianeidad de París y de otras capitales de Europa, para prevenir sin éxito las acciones terroristas de ISIS. También ese es el día a día de importantes ciudades de México, con miles de soldados desplegados intentando, también sin suerte, detener las interminables matanzas entre narcos que involucran, además y sin excepción, a víctimas inocentes.

Hay una natural pregunta que cabe formularnos: ¿por casa cómo andamos? La respuesta es alarmante, si dejamos por un momento el pensamiento mágico que nos ha permitido afirmar muchas veces que vivimos sin problemas de esa magnitud y que, por favor, “no nos importen los conflictos”. La persistencia de sostener esos conceptos como un ritual estereotipado choca con las realidades brutales ya vividas de los atentados a la Embajada de Israel y a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA); también con las miles de víctimas del paco, los cargamentos de cocaína y los sicarios nacionales e importados que ajustan cuentas en nuestras calles de manera cada vez más frecuente. Continuar leyendo

ISIS: la hora del lobo solitario

Vivimos la semana del primer aniversario de la proclamación del Califato guiado por Abu Bakr al-Baghdadi, líder autoproclamado del Estado islámico. El grupo terrorista, que desplaza a Al-Qaeda de la meca del terror, logró que este primer aniversario fuera sangriento a nivel global. Tuvo su viernes negro en pleno Ramadán, con cuatro atentados en tres diferentes continentes, que tuvieron gravísimas consecuencias en vidas humanas y también en la percepción de la inseguridad que vive el mundo entero, objetivo básico de esta organización. En días posteriores también se difundieron escenas de asesinatos de jóvenes gays arrojados de edificios en la ciudad de Fallujah en Irak y posteriormente en Nigeria, Boko Haram (quien ha jurado fidelidad al ISIS) atacó en forma simultánea tres poblaciones, asesinando y destruyendo todo a su paso.

Este breve y sangriento resumen de una semana trágica que quedará en el recuerdo cumple con el llamado realizado en septiembre de “asesinar al infiel con todo lo que se tenga al alcance de la mano, piedra, cuchillo, aplastándolo con un auto o arrojándolo de un edificio”. Estos hechos detestables, que erizan la piel y la sensibilidad de cualquiera, son en general de bajísimo costo operativo y de una extraordinaria explosión mediática. Los televidentes quedan subyugados ante estas imágenes que representan lo peor del ser humano, representan la destrucción personalizada, cercana, de contacto íntimo y muchas veces con armas casi artesanales o con las propias manos. Seguramente quedará para la psiquiatría indagar a fondo los motivos que impiden una mínima empatía de esos terroristas con el humano a ser eliminado y también quedará para la psiquiatría investigar qué representa para el resto del mundo la fascinación por ese espejo en el que la mayoría terminamos curioseando y finalmente nos reflejamos. Continuar leyendo