Golpe de Estado al Poder Judicial

Horacio Minotti

La constante presión ejercida desde diversos agentes del poder político sobre los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, especialmente sobre Carlos Fayt y también Ricardo Lorenzetti, no puede entenderse de otra manera que como un intento de golpe de estado sobre uno de los poderes constitucionales, para doblegarlo y dominarlo.

Tienen en realidad los mismos efectos de los antiguos “planteos militares” del siglo XX, desgastan, agobian y buscan que los jueces dejen sus cargos. Intentan generar una falsa noción de acefalía del Poder Judicial, o una acefalía real si logran las dimisiones que pretenden.

Debe decirse que el modo en que los esbirros oficiales disparan contra Fayt es de cobardes, aunque en el barrio los llamaríamos de un modo más gráfico. Y de descarados también. Algunos de ellos no solamente son charlatanes de toda ocasión, opinólogos iletrados que repiten una frase de algún libro del que ocasionalmente leyeron un resumen y definiciones de Wikipedia, sino que además han tenido severos problemas con la Justicia. Otros se han cobrado vidas inocentes durante la “lucha armada”.

Pero, en definitiva, hoy no son más que un grupo de mercenarios que atacan a un hombre mayor por su calidad de tal, y que resiste en soledad. Bravucones de paradas fáciles, guapos de patota.

Fayt es un lujo y un orgullo para todo hombre de bien que aprecie la libertad, la democracia y el estado de derecho. Es y ha sido en los últimos 30 años, uno de los cinco juristas más brillantes que haya dado nuestro país, reconocido en todo el mundo por tales calidades. Pero ciertamente, no reconoce la autoridad de la patota para manipularlo, no está en su espíritu, genéticamente Fayt no es susceptible al empellón tosco de los irracionales del poder.

Algunos dicen que el jurista debe probar su idoneidad haciéndose un examen psicofísico. ¿Por qué Fayt? ¿Y si lo hacemos bien y lo ponemos como condición general, incluyendo a todos los funcionarios públicos? Y ya que estamos con rinoscopia incluida. Me da la sensación que Fayt se queda y muchos se van.

El kirchnerismo ha intentado profanar la República y con ella el estado de derecho, cada día de su período el frente del gobierno, y debe reconocerse, en muchos casos ha sido exitoso. Con esta Corte sus victorias han sido limitadas, en algunas ocasiones la ha condicionado, pero en la mayoría de los casos se ha encontrado con un grupo de hombres libres que les pusieron freno, Fayt entre ellos.

Las comparaciones nunca son tan precisas, pero uno se ve tentado y al cabo, la historia debe servir para aprender de ella. Hace ya unos años vengo escuchando a muchos contar lo maravilloso que fue Arturo Illia. Su honestidad, sus logros económicos increíbles, su calidad de hombre de bien. No viví su presidencia, pero padezco hace tiempo la amarga sospecha que unos cuantos de los que hoy añoran su decencia, en aquel momento lo dejaron caer, indiferentes, mientras un malnacido con el poder de las armas, lo sacaba totalmente solo y de una oreja, de la Casa de Gobierno. Me parece que a Illia se lo abandonó y ahora se lo extraña.

Deberíamos protegerlo a Fayt, porque el día que puedan con él lo vamos a extrañar. No hay en estos tiempos hombres tan decentes, tan probos, y al mismo tiempo de tanta altura intelectual. Fayt es más que un jurista, es un científico social extraordinario. Y es un hombre honesto. ¿Alguien duda que si se hubiese llevado una resma de hojas de la Corte a su domicilio el kirchnerismo ya lo habría colgado en Plaza Lavalle?. La verdad, en algún punto comprendo a los bravucones de marras. Tanta decencia y tanta altura intelectual combinadas debe resultarles ofensiva a su triste mediocridad, apenas paliada por dinero de origen dudoso. Raro sería que no lo agravien, resentidos por su amarga existencia pueril.

No abandonemos a Fayt como se abandonó a Illia. Tenemos derecho a hacer respetar las instituciones de la República, la Constitución nos lo otorga cuando en su artículo 36 establece el derecho de resistencia del que todos los ciudadanos gozan para combatir “actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático”.

Si perdemos lo poco que queda de la tan menoscabada institucionalidad no tendremos retorno, y Fayt es un símbolo de la resistencia republicana y democrática.