Que renuncien todos

Fernando Niembro era el primer candidato a diputado nacional de Cambiemos por la Provincia de Buenos Aires. Por una simple denuncia que todavía ni siquiera es investigada por la Justicia, desistió de su candidatura. Pero tenemos un vicepresidente procesado que no se mueve de ahí.

No quiero entrar a considerar si Fernando Niembro hizo bien o mal en renunciar a su candidatura. Lo que debe quedar claro es que el esquema penal tiene varias etapas en la Argentina y una denuncia es apenas el inicio. La Justicia es la que determina luego si se es responsable o no por la imputación. Si todos fuesen culpables de las denuncias que se presentan contra cada uno, no habría guardiacárceles en la Argentina, solo habría presos.

Por otra parte debe aclararse que los fueros que protegen a los legisladores nacionales no son absolutos. No comprenden delitos cometidos previamente a postular la candidatura, nadie esta protegido por eso. En realidad, son eficientes únicamente, para hechos cometidos en el ejercicio de su función legislativa y tiene, como espíritu y fin, último proteger a los opositores para que puedan libremente ejercer su función de control sobre los actos del oficialismo, sin ser apresados por ello. Elisa Carrio, de no existir los fueros, seguramente hubiese sido una presa del kirchnerismo. Por ende, Niembro no hubiese podido protegerse con los fueros en caso de que avanzara la denuncia contra él.

Dicho esto, hay que agregar que en el actual contexto de la Argentina, plagada de funcionarios enjuiciados, la actitud de Niembro de abandonar la lista de candidatos por solamente una denuncia, contrasta con la posición del vicepresidente de la Nación Amado Boudou, quien está procesado y citado a juicio oral y se mantiene sentadito en su sillón como un duque.

Las etapas del proceso penal son tres: procesamiento cuando existe semiplena prueba de la comisión de un ilícito (la doctrina considera que para procesar hay que tener probados los hechos en un 33%), elevación a juicio oral (la doctrina dice que esto puede hacerse cuando se tiene probado el 66% del hecho), y la sentencia, que de ser condenatoria, debe dar por probado el 100% del hecho que se imputó.

La denuncia no es siquiera una etapa del proceso y, con solamente ella, Niembro renunció. No a un cargo, simplemente a ser candidato. Para continuar el contraste, Boudou, con los delitos que se le imputan probados en un 66%, se pasea en su carácter de vicepresidente de la Nación con su nueva novia mexicana.

Esto es lo que acaba de ocurrir con la dimisión del candidato de Cambiemos. Existen diversos funcionarios de este gobierno kirchnerista imputados y en diversas etapas del proceso penal que continúan en sus cargos y nadie renuncia. Niembro dió un ejemplo. La Justicia determinará ahora si es responsable o no, pero Cambiemos nos habla de que otro país es posible, donde la honestidad y la dignidad de las instituciones está por encima de los hombres. Entendamos el mensaje, y que renuncien todos.

Mapa electoral 2015

Es apresurado, lo sé. Establecer hoy un mapa electoral para las próximas presidenciales, dentro de dos años, en un país como la Argentina, puede transformarse en un boomerang y en unos meses nomás, alguien puede recordarme este artículo con aire burlón y acompañado por un “no pegaste una”. Pero los actores se van delineando y la prospectiva es un juego intelectual interesante. Difícilmente alguien se imagine la elección 2015 sin un candidato de arraigo claramente peronista y utilizando la estructura jurídica del Partido Justicialista. Justamente, ayer volvió a reunirse su conducción y hubo algunas líneas que comenzaron a observarse.

Por ejemplo, y en relación a Sergio Massa y su Frente Renovador, el senador Aníbal Fernández espetó: “Es un grupo de rufianes que traicionó a los trabajadores… El mas hijo de p… del peronismo es inmensamente mejor que cualquiera de esa lista”. Contundente y propio del senador, ex duhaldista y ex menemista. Con su apoyo irrestricto a las candidaturas del Frente para la Victoria, el gobernador bonaerense Daniel Scioli hizo una apuesta definitiva. No por lealtad ni por convicción.

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Derogar la nada no puede ser todo

El ex diputado nacional, ahora en busca de su reelección, Adrian Pérez, parece ser el hombre que Sergio Massa ha encargado de llevar adelante las propuestas sobre la problemática de la Justicia, en campaña. La calidad de abogado de Pérez, y su rol cercano a Elisa Carrió, denunciante vocacional, durante sus dos períodos anteriores como legislador nacional, parecen darle cierta legitimidad para abordar esos temas.

La ocurrencia de Pérez, sobre derogar las leyes de reforma judicial sancionadas este año, y que implicaron un violento límite puesto por la Corte Suprema al Poder Ejecutivo por las múltiples violaciones a la Constitución Nacional que dichas leyes contienen, es al menos poco conducente. Por esos mencionados y ya conocidos fallos de la Corte y de los más diversos Tribunales del país, la reforma al Consejo de la Magistratura no es aplicable, la modificación del régimen de medidas cautelares tampoco, ni la creación de nuevas Cámaras de Casación.

Por ende, como propuesta “revolucionaria”, el hecho de derogar leyes que no son operativas, es al menos, tibio. Ciertamente, el buen orden del plexo normativo puede requerir que se deroguen aquellas leyes no aplicables para impedir confusiones en algún aspecto, pero habiendo ya sentenciado el Máximo Tribunal de la República, que esas normas no son de aplicación, podríamos decir que dedicarse a derogarlas es un trabajo poco conducente.

La realidad es que el funcionamiento de la Justicia debe modificarse, tal vez incluso, “democratizarse”. No como intentó hacerlo el gobierno, que en realidad usó la palabreja para “tiranizar” el Estado y manipular el único de sus tres poderes que no le responde servilmente. Pero no cabe duda que es una deuda institucional para con los ciudadanos mejorar el servicio de Justicia; y resulta al menos acotado que el referente en la materia de una opción como la que encabeza Massa, con pretensión “renovadora”, anuncie la derogación de lo inaplicable como si se tratase de una iniciativa superadora.

Tal vez, sería un tanto más elaborado escuchar hablar a Pérez de una modificación de los Códigos Procesales para acelerar las causas y que las demoras en los procesos no impliquen una cuasi denegación de Justicia para los ciudadanos. El hecho de que dichos cuerpos normativos casi no establezcan plazos para las Cámaras de Apelaciones en el dictado de sus sentencias, suele resultar en una demora inexcusable en el servicio de Justicia. Una modificación en tal sentido, sería al menos deseable.

Por otro lado, ha resultado al menos cuestionable, la composición de los jurados que resuelven los concursos para quienes se postulan como futuros magistrados. Casos de exámenes donde los concursantes “parecían” conocer las preguntas con antelación, por ejemplo, ponen en crisis la forma en que se componen dichos jurados. Transparentar la Justicia, garantizar la independencia de los magistrados y la influencia lo más mínima posible del poder político en la nominación de jueces bien merecería un proyecto que busque el modo de componer los jurados de tal manera, que resulte mucho más complejo beneficiar a uno u otro concursante.

Por otro lado, y si bien la Corte impidió la aplicación de esta última reforma al Consejo de la Magistratura, el Consejo reformado por la ley 26.080, hoy vigente, también es inconstitucional, porque viola los equilibrios entre estamentos impuestos por la Constitución Nacional. Dicha inconstitucionalidad ha sido acusada por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal hace seis años, y extrañamente la Corte Suprema se ha expedido antes sobre la modificación hecha en 2013 que sobre la implementada en 2006, sobre la cual todavía guarda silencio.

Incluso, la modificación de la 26.080 que deja al Consejo casi bajo control del poder político, fue sancionada en el Congreso en tiempos en que el propio Pérez era diputado, y éste se opuso en aquel entonces a tal sanción. Bien podría hoy retomar el tema ya que aparentemente se la encargado dedicarse al mismo, y plantear la derogación de la inconstitucional 26.080 que está siendo aplicada y no de leyes que en la práctica no tienen ninguna validez.

Existen muchas cuestiones que proveerían a la transparencia Judicial e institucional y que están pendientes. Un mejor diseño de los organismos de control, para que la trampa legal no los deje siempre en manos del propio gobierno que deben controlar, o la resurrección de la Oficina Anticorrupción o la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, con independencia del poder político para que puedan cumplir su rol, serían propuestas interesantes.

A veces resulta un tanto desesperanzadora la carencia de imaginación e iniciativas útiles de ciertos sectores de la “renovación”, en este caso de un “renovador” que va por su tercer mandato en la Cámara de Diputados. No es suficiente con buscar el anuncio que mediáticamente genere algún impacto, eso es de corto alcance, de bajo vuelo. Hay cosas que cambiar en serio y no hace falta mucho más que un poco de trabajo y conocimiento del área. Con derogar lo que de todos modos no se aplica, no alcanza para ser “renovador”.

No vote mi lista

Es un caso muy particular el de Elisa Carrió. Es la anticampaña. No por este preconcepto generalizado y ridículo de que la campaña no debe ser enérgica o “agresiva” que se ha adoptado últimamente, basado en el “fenómeno Scioli” que indicaría que lo aconsejable es la tibieza anodina y el mensaje vacío. No concuerdo con eso. La campaña debe ser lo que el candidato es. Y hay temas que requieren ser evaluados prudentemente y otros con arrolladora energía.

Pero Carrió la emprendió contra otros candidatos con los que selló una alianza, y con los que va a compartir lista. Y en ese punto está el disparate. Llamó cobardes y blandos a competidores en la primaria del espacio UNEN que conformó hace solamente unos días. ¿No eran cobardes y blandos cuando cerró su acuerdo hace menos de un mes? Las primarias son algo que nunca se le ha explicado bien al ciudadano, y que encima, los partidos políticos han tratado de tergiversar, llevando casi siempre listas únicas, de modo que el elector no entienda bien por qué vota dos veces lo mismo. Y en ese punto, el espacio UNEN constituyó una excepción: se abrió a dirimir la interna por el voto popular en la Ciudad de Buenos Aires, y presentó cuatro listas.

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