Gracias por todo, don Julio

Conocí personalmente al doctor Julio Strassera hace no más de 5 años lamentablemente. Por una cosa u otra no se dio la posibilidad antes. Pero estuve muy cerca en su hora más gloriosa, allá por el 9 de diciembre de 1985. El era un fiscal de la Nación, el que llevaba nada menos que el juicio a la juntas genocidas, y el suscripto era un estudiante secundario, comprometido hasta la médula con la democracia naciente, pero no más que eso.

Ese día él estaba puertas adentro de Tribunales, terminando su alegato acusatorio, y un nutrido grupo de pibes estábamos afuera en la Plaza Lavalle, esperando la sentencia. No vimos ni escuchamos en el momento su voz vibrando, pronunciando la frase “Nunca Más”, vivíamos afuera nuestra propia tensión, porque la democracia era fuerte y débil a la vez. Fuerte por la energía popular que la empujaba a consolidarse como nunca antes, débil porque los que la amenazaban todavía controlaban las armas y el poder de la violencia.

No puedo saber cómo era la vida íntima de Strassera por entonces, un simple y mero fiscal federal, pero debo suponer que familia sentía ciertos temores. Las familias de todos los que estábamos en la Plaza los tenían. Nuestras madres suponían que seríamos los desaparecidos del futuro, porque estábamos ahí acompañando y bancando con escasos 16 años. Continuar leyendo

El círculo rojo

El círculo rojo es un círculo de sangre. No apunta a las referencias que hizo Mauricio Macri hace unos meses, en las que se refería a sectores de poder real que no resultan conocidos para el gran público. Este círculo es otro, es el que comienza con la constitución de la Conadep en 1983 y termina de cerrarse con la designación del general César Milani como jefe oficial del Ejército, con aval del Senado de la Nación. Es un círculo de dolor, de tragedia, de persecución y muerte que no puede resolverse volviendo hacia atrás.

La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) fue creada por Raúl Alfonsín el 15 de diciembre de 1983. Sólo cinco días después de asumir su mandato presidencial. Su informe, el Nunca más, sirvió de alimento y guía a la Cámara del Crimen que juzgó a los genocidas. Los condenó el 9 de diciembre de 1985. A partir de allí comenzó el círculo a generarse; luego de la sentencia, se inició el camino de retorno a la injusticia.

En Semana Santa del 87’ el primer levantamiento militar y la ley de Punto Final. En el ’89 el segundo alzamiento y la Obediencia Debida. En el ’90 el tercero y los indultos. La lucha democrática y por la justicia no cejó, y en 1998 el Congreso derogó las leyes de punto final y obediencia debida, con un proyecto que llevó la firma de Humberto Roggero, Carlos “Chacho” Álvarez y Federico Storani. En mayo del 2000, el juez federal Gabriel Cavallo dictó la primera sentencia declarando inconstitucionales los indultos y reabriendo las causas, y en noviembre del mismo año, la Cámara Federal avaló la sentencia de Cavallo. A partir de allí comienzan a reabrirse muchas y voluminosas causas contra los genocidas, como las de apropiaciones indebidas de hijos de desaparecidos; la del Primer Cuerpo de Ejército, etcétera.

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