Entre los cubanos se ha destapado un manantial de periodismo

El 90% de los cubanos no tienen acceso a esa batalla digital de criterios donde, con más o menos serenidad y vehemencia, se debate sobre el modelo a seguir en el futuro de la nación.

La censura informativa es un arma de doble filo. La absurda decisión del régimen verde olivo, de controlar las noticias, editar audiovisuales y hacer pulpa con novelas y libros contestatarios, ha forjado una base formidable de corresponsales independientes y comunicadores sociales dentro de Cuba.

No ocupan espacio en el diario Granma. En otros medios estatales no podemos leer sus reportes sobre las duras condiciones de vida en las prisiones cubanas o una brutal paliza a un grupo de mujeres que gritan libertad y democracia.

Según los cintillos oficiales, la isla es un remanso de paz y concordia. Pero en calles y bateyes de la Cuba profunda, un segmento amplio de ciudadanos está al límite en su descontento. Continuar leyendo

Fundar un periódico desde La Habana

Ya está en la red el diario independiente 14ymedio, creado por la bloguera Yoani Sánchez y su esposo Reinaldo Escobar.

14ymedio no es una novedad. Antes, hubo varias publicaciones no controladas por el Estado, tanto en la esfera intelectual como disidente.

Algunas tuvieron pocas horas de vuelo, por problemas técnicos o financieros. Otras, como la revista D’Cuba, ideada por el poeta y periodista Raúl Rivero, solo pudo imprimir dos números.

En la primavera de 2003, una razia montada por los servicios especiales desactivó la iniciativa y después de acusarlos de ‘mercenarios’, envió a la cárcel a los dos principales realizadores de la revista, Rivero y el periodista independiente Ricardo González Alfonso.

La iglesia católica nacional también tiene sus publicaciones independientes, consentidas por el gobierno, como Espacio LaicalPalabra Nueva y Vitral. Para el otoño de 2007, dos reporteros libres, Juan González Febles y Luis Cino Álvarez, fundaron Primavera Digital.

Era un semanario y tenía la novedad que se imprimía en papel con fotos a color. A partir del 14 de junio de 2012, Primavera comenzó a salir en la web con frecuencia semanal.

Ya van por el número 324. Cuentan con la ayuda de instituciones no gubernamentales suecas que le han ofrecido la gran oportunidad de editar desde La Habana su propio periódico.

La única pauta que rige a los más de 50 reporteros que colaboran en Primavera Digital lo impone la cordura. Empezaron de cero, sin alharacas publicitarias. Han ido aprendiendo en el camino.

Lo hacen con escasos recursos. Dos ordenadores antiguos armados a pedazos y una HP de cuarta generación. La sede está situada en el minúsculo apartamento de Febles, en la barriada de Lawton.

Los sábados, día de entrega de artículos, aquello es un infierno. El humo de cigarrillos, termos de café, polémicas en voz tan alta que parece una riña y varios reporteros que, a falta de muebles, usan la cama matrimonial de Febles como sofá.

Cuando usted llama para solicitar una aclaración o un comentario periodístico, el saludo de bienvenida te lo ofrece la contestadora de un fax prehistórico.

Esta gente nunca ha sido premiada internacionalmente ni reconocida por Reporteros sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa o potentados cubanoamericanos que eligen a dedo a su disidente o bloguero favorito.

Son periodistas incómodos. Tanto para el régimen como para ciertos sectores del exilio. Su espacio de comentarios no es sitio de paso de exaltados internautas residentes en el exterior.

Es una pena. En Primavera Digital usted puede seguir el acontecer de las rudas prisiones, editoriales sin afeites, crónicas sobre la otra Cuba que el régimen pretende ocultar y análisis sobrios del panorama nacional e internacional.

Abogados independientes escriben de temas jurídicos y Luis Cino tiene un espacio de música para chuparse los dedos. Víctor Manuel, periodista y escritor que desde hace 15 años, casi en el ostracismo, dirige un club de escritores, redacta una columna donde combina el humor y nuestra patética realidad. Se titula Nefasto.

Cuando he escrito notas para Diario de Cuba, El Mundo, Diario de las Américas, Martí Noticias, Infobae o blogs como el de la escritora Zoé Valdés, siempre he tenido sus puertas abiertas. Con 14ymedio me ha sucedido todo lo contrario.

No tengo objeciones sobre la calidad del primer número. Regina Coyula es una pluma de calibre. Miriam Celaya tiene rigor y dispara a matar. Y Víctor Ariel González publicó un magnifico reportaje sobre el cuerpo de guardia del hospital Calixto García.

Es de esperar que el resto de la plantilla y de los colaboradores mantengan el buen tono periodístico. No es mala idea publicar el precio de la carne de cerdo y otros productos del agro o dar consejos para el cuidado del cabello, pese a la simplicidad de las notas.

El problema de 14ymedio es la sobredimensión. Por contar con bolsillos generosos, tiene un marketing que no posee ninguna otra publicación opositora. Ni dentro ni fuera de la isla. La competencia es sana, pero cuando todos cuentan con las mismas posibilidades.

El ego exagerado de Yoani, que incomoda a tantos en Cuba y en el exilio, suele infundir falsas expectativas. Según Yoani, su meta no es hacer otro periódico, sino el mejor periódico.

Sus deslices y amnesia a la hora del recuento sobre el periodismo independiente, soslayando a reporteros que llevan más de 20 años en el oficio, le ha granjeado antipatías y enemigos, que se pudieron evitar con humildad y diplomacia.

Yoani es una competidora feroz. Eso es positivo. Pero también es muy ingenua. Debo recordarle que ella vive en Cuba. Y es imposible editar desde La Habana un periódico comercial mientras exista un régimen como el actual.

¿Cómo generará ganancias? Gústenos o no, cualquier publicación disidente que se hace en Cuba está subvencionada por instituciones foráneas, no gubernamentales o particulares.

No queda otra. Hasta que la autocracia verde olivo sea historia antigua y en el país se instaure una democracia, no existirá una prensa privada que pueda utilizar las reglas del juego del negocio informativo en el mundo moderno.

Intentar vender el nuevo medio como anticastrista es un argumento que raya con la tontería. Se debe tener los pies en la tierra. Cuando un puñado de mujeres y hombres, a riesgo de ser encarcelados, desafían la censura informativa diseñada por dos autócratas que llevan 55 años en el poder, es porque apuestan por una narrativa diferente, amena y libre. Sin censuras ni autocensuras.

El enemigo son los Castro. Y Yoani Sánchez debe asumirlo periodísticamente. Hay momentos en la vida que las personas deben definirse. La ambigüedad alimenta la desconfianza.

También ignorar y menospreciar a los otros. Hace un mes llamé a Reinaldo Escobar, su esposo y editor de 14ymedio, para que me comentara y ofreciera detalles del nuevo diario.
Solo recibí argumentos evasivos y la promesa de que me llamaría antes que saliera el primer número. No cumplió su palabra. Muchas preguntas quedaron sin respuestas.

14ymedio tiene dos opciones: flotar en su órbita particular, desconociendo a otros, o sumando.

Si logran apartar el ego e imponer la profesionalidad, tolerancia, creatividad y pluralismo, podrían pensar en cimentar un futuro diario democrático, como fue Cambio 16 en España. De lo contrario, ese autoritarismo generado en un sector de la disidencia, los conducirá al fracaso.

Personalmente deseo que triunfen. Pero me temo que van a tener que dar un vuelco de 180 grados en sus métodos. El rencor, la poca transparencia y las intrigas personales deben dejarlas de lado.

Cuba-Estados Unidos: apostar por una transparencia meridiana

No siempre tener buenos argumentos justifica actuar pisoteando la jurisdicción de una nación extranjera. La mentalidad de Guerra Fría aun está latente en la manera de actuar de ciertas instituciones estadounidenses. Si un gobierno cree en la democracia y las libertades políticas, no debe de andar ocultándose para apoyar de manera pacífica a los demócratas de países autocráticos como Cuba.

El desempeño de la USAID en el caso del contratista Alan Gross, encarcelado por introducir clandestinamente equipos satelitales de conexión a internet o el Zunzuneo, el llamado twitter cubano, ha estado lastrados por la falta de transparencia y profesionalidad.

La libertad de expresión, información y acceso  a internet son derechos inalienables de cualquier ciudadano. Si el gobierno de un país se lo niega, no es delito punible permitir que de una forma u otra la persona pueda informarse.

Las sociedades autoritarias y verticales como la cubana poseen un racimo de normas que les permite manejar a su antojo el flujo informativo. Ese control les posibilita gobernar sin sobresaltos, manipulando opiniones adversas u ocultándolas.

La Casa Blanca puede implementar políticas que contribuyan a que los cubanos tengan diversas fuentes de información. Pero con transparencia. Y no diseñando estrategias que pudieran interpretarse como injerencia.

Es positivo que en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana funcionen dos salas de navegación gratuita por internet, a las cuales puede ir cualquiera, sea o no disidente.

La política de Washington hacia Cuba suele ser pública y transparente. En internet, no es difícil  encontrar la ayuda o dinero otorgado a grupos opositores en la isla. Una buena manera de enterrar esa manía obsesiva por el espionaje y el misterio.

Debe ser una meta de Estados Unidos que la programación de Radio Martí cada vez sea más amena, analítica y profesional. Desde los años 60, el régimen cubano utiliza a Radio Habana Cuba como un instrumento para vender sus doctrinas en países foráneos.

Con los petrodólares del difunto Hugo Chávez, se creó Telesur, televisora dedicada  a difundir y apoyar sin tapujos a lo más rancio de la izquierda latinoamericana. Están en su derecho.

Pero también debiera respetarse que cada persona, según sus criterios, pueda acceder libremente al canal televisivo que desee, escuchar la estación radial de su preferencia y leer sus periódicos y sitios digitales favoritos.

Para la autocracia verde olivo, el 21 es un siglo de lucha ideológica. Y ha orquestado una campaña denominada ‘batallas de ideas’. Pero en el panorama nacional, las opiniones divergentes con la línea oficial no son aceptadas.

Las antenas por cable son ilegales. Internet tiene precios inalcanzables para la mayoría de la gente de a pie. Diarios extranjeros o libros críticos con el statu quo son censurados. Solo queda escuchar la onda corta. O sentarse en el bar de un hotel, gastar cuatro dólares para beber un mojito y ver CNN en español. Incluso la censura va más allá de la política.

Aunque es justo reconocer que Raúl Castro ha permitido que los cubanos puedan ver de forma diferida un partido de la NBA o MLB, todavía son vetados los juegos de béisbol donde participan peloteros de la isla.

Sucede igual en el campo literario, intelectual y musical. Al cantante Willy Chirino, al compositor Jorge Luis Piloto, al poeta Raúl Rivero, al columnista Carlos Alberto Montaner o a la escritora Zoé Valdés, se les prohíbe actuar o visitar su patria por ser anticastristas convencidos.

Los hermanos Castro padecen de una rara manía: se consideran dueños legítimos de la nación. Y saben venderse como víctimas. No pocas veces, instituciones estadounidenses o europeas, con su mentalidad de Guerra Fría, les proporcionan las municiones.