Los jóvenes como ciudadanos políticos

Jonathan Thea

El proyecto de ley que busca habilitar a los jóvenes porteños de 16 y 17 años a participar en la instancia electoral constituye su reconocimiento como ciudadanos que participan de la vida social, económica y política de la ciudad. Sin embargo, los legisladores del PRO han bloqueado su tratamiento de manera sistemática.

El proyecto, presentado por la legisladora Claudia Neira en sintonía con la ley nacional 26.774 aprobada en octubre, establece la creación de un Padrón de Electores y Electoras Jóvenes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y caracteriza a la juventud como “un actor fundamental para la transformación de la realidad”.

Quienes se oponen a esta medida lo hacen con argumentos retrógrados que subestiman su efectiva participación en los barrios, colegios y otros ámbitos de organización política y desconocen la historia de los jóvenes en nuestro país. La inexistencia de una legislación local que ratifique lo sancionado a nivel nacional llevaría a una situación contradictoria y absolutamente absurda, en la que los jóvenes porteños de 16 y 17 años se encontrarían habilitados para elegir diputados y senadores nacionales, pero no legisladores de su propio distrito.

La edad no garantiza madurez para comprender su lugar en la sociedad o sus responsabilidades. Tampoco implica una mayor o menor capacidad de comprender los acontecimientos políticos y elegir a sus representantes. Además, el reconocimiento de este derecho y su ejercicio efectivo contribuirá a su formación como ciudadanos democráticos conscientes y responsables de sus decisiones y sus implicancias.

Es tarea del Estado fomentar la participación de los jóvenes en la política y fortalecer la vida democrática. En este sentido, la medida no hace más que interpretar la realidad de la juventud y ampliar sus derechos políticos y constituye un paso adelante en la construcción de ciudadanía y en la consolidación de una democracia más real y participativa. El bloque oficialista porteño debería recapacitar y dejar de resistirse a este inevitable avance en la constitución de los jóvenes de la ciudad como ciudadanos políticos plenos.