El bloqueo contra Cuba no fue levantado

Jorge Altamira

El anuncio acerca de una reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba ha sido presentado como la introducción a un levantamiento del bloqueo norteamericano contra la Isla, que solamente habría sido postergado porque ponerle fin es una incumbencia del Congreso.

Se trata, sin embargo, de una versión interesada, que disimula que ese levantamiento no será incondicional, y que el fin del bloqueo dependerá de la modificación del carácter social de la Isla que emergió en el curso de la revolución. Como lo explicitó, ante CNN, un defensor de las decisiones de Obama, si Cuba no ofrece concesiones significativas “siempre existe la posibilidad de retirar la oferta de levantar el embargo” (Programa de Fred Zacharías, 21.12).

 

Intereses en pugna

La reanudación de relaciones diplomáticas no supera el conflicto, solamente modifica el escenario. De aquí en más, se abre un período de mayor crisis política – tanto en EEUU como en Cuba. El Congreso norteamericano opondrá los ‘halcones’ que no abandonan la política de agresión directa a las ‘palomas’ que buscarían restablecer una hegemonía ‘gradual’ sobre la Isla. La derecha norteamericana y el uribismo trabajan, en el Caribe, por un colapso del chavismo y una reversión de los acuerdos de paz en Colombia. También esperan explotar una victoria hipotética del macrismo e incluso de Massa o Scioli en Argentina, ni qué decir de una victoria republicana en Estados Unidos dentro de dos años. La política de ‘buena vecindad’ que ha aplicado Obama choca, como ha ocurrido siempre, con los límites que le impone la crisis capitalista. En resumen, ingresamos en un período de crisis políticas más agudas, no en una senda de ‘pacificaciones’.

La negociación del levantamiento del bloqueo cuenta con un apoyo masivo del gran capital internacional; los ‘gusanos’ se rendirán ante esta evidencia. Pero la necesidad de salir del impasse con Cuba tiene asimismo un aspecto político. Con la cuestión inmigratoria en Estados Unidos, Obama tuvo que usar también los de poderes ejecutivos (gobierno por decreto), pero sin resolver, en forma efectiva, la regularización de varios millones de personas. La reanudación de relaciones con Cuba no es ajena a este asunto, dado que la inmensa mayoría de los inmigrantes son de orígen latinoamericano y que su movilización política crece en forma persistente. Sin encaminar un salida a esta crisis. Al mismo tiempo recrudece la brutalidad policial en EEUU y la movilización para hacerle frente. Obama echa lastre. Contra una opinión que se ha generalizado en la izquierda, la crisis mundial ha hecho perder la iniciativa estratégica al imperialismo. 

La derecha no es una tendencia dominante en este momento. Desde hace por lo menos dos décadas, las mayores corporaciones capitalistas abogan por el incremento sustancial del comercio entre ambas partes (Cargill, Caterpillar, General Motors); en la década del 70, las automotrices apoyaron con todo el comercio entre Argentina y Cuba, aunque financiado por el Tesoro ríoplatense. No es la posición de los intereses armamentistas. La confrontación en el Congreso norteamericano dejará al desnudo un choque de intereses y de estrategias. En resumen, la tentativa de operar un levantamiento condicionado del bloqueo, podría naufragar precisamente por esta razón. La sombra de lo que fue la Revolución Cubana, a 150 kilómetros de las costas norteamericanas, sigue siendo una astilla en el corazón del ‘imperio’.

 

América Latina

La cuestión de Cuba se entrelaza con el conjunto de la crisis en América Latina. El acercamiento diplomático EEUU-Cuba es la última expresión de una larguísima colaboración política, cuya manifestación más relevante ha sido la mediación de Cuba en el conflicto colombiano (lo mismo ocurrió hace treinta años en las revoluciones y contrarrevoluciones en Nicaragua, Guatemala y El Salvador). Asistimos a una operación continental: los gobiernos ‘progresistas’ buscan proteger, por la vía del acercamiento Cuba-EEUU, la autonomía relativa y desvanescente que consiguieron como consecuencia de la valorización de los precios internacionales de las materias primas. La finalidad última de estas burguesías nacionales es, sin embargo, la misma que la del imperialismo – la reintegración de Cuba al estatuto capitalista mundial. Un punto central es la reincorporación de Cuba a la OEA, lo cual significaría imponer a Cuba los principios políticos y sociales del sistema interamericano. El levantamiento del bloqueo, reclamamos nosotros, debe ser incondicional.

Las perspectivas que ofrecería un levantamiento del bloqueo norteamericano depende del carácter concreto que asuma, por un lado, pero por sobre todo del balance de fuerzas al inerior de la sociedad y el Estado cubano. Cuba se encuentra ante un impasse terminal; sus fuerzas productivas han dejado de crecer, en especial desde hace un cuarto de siglo. Es una economía racionada. La apertura al capital extranjero ha sido hasta ahora un fracaso, sea en significación o como vía de salida al estancamiento. La asociación del estado al capital extranjero ha servido a la burocracia de la Isla para apropiarse del excedente que crea la fuerza de trabajo, que es remunerada muy abajo de su valor. Se trata de un método parasitario de subsistencia, no de una vía de desarrollo. El despido de centenares de miles de trabajadores del Estado que ha producido la llamada reforma de la economía, es una expresión contundente del agotamiento de este tipo de régimen.

La finalidad de crear una fuerza de trabajo ‘libre’ a disposición del capital privado no ha sido acogida, hasta ahora, por el otro lado de la ecuación, el capital, y solamente podría tenerla por medio de una invasión del capital extranjero, lo que significaría una nueva colonización. El punto de partida para un nuevo equilibrio económico, desde el punto de vista del trabajo, pasa por eliminar una relación social que se ha vuelto parasitaria, mediante la reapropiación del Estado y los recursos estratégicos por parte de los trabajadores. Es desde una gestión colectiva de los trabajadores que debe abordarse la transición del parasitismo burocrática a un proceso de desarrollo. Esa transición, de todos modos, no es un asunto exclusivamente nacional sino que será condicionado, al menos en última instancia, por el desarrollo de la bancarrota capitalista a nivel mundial, con sus dos componentes fundamentales: una agudización de las luchas populares y el ascenso de una izquierda revolucionaria. 

 

Programa

Las posibilidades de desarrollo que se atribuyen a una apertura de Cuba al capital extranjero son puras fantasías. Dependerían, esencialmente, de una fuerte mediación del Estado, que para eso debería estar bajo el control efectivo de los trabajadores – no de una superestructura como la que representa la burocracia, que a su vez se escinde ante las nuevas presiones de afuera y de adentro, como lo han demostrado reiteradas purgas políticas. Haití, Puerto Rico, Santo Domingo o Panamá y las islas caribeñas son una muestra de los resultados históricos que podría producir una apertura incondicional al capital financiero. El resultado de un levantamiento del bloqueo no será independiente del programa que apliquen y de la fuerza que desenvuelvan cada uno de los protagonistas sociales fundamentales: el imperialismo, la burocracia, los trabajadores. El primer desafío de la nueva etapa para los trabajadores y los socialistas es elaborar un programa propio.

El nuevo giro político que se perfila en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos tendrá lugar con una demora enorme en relación a las restauraciones capitalistas en Europa y Asia en los 80/90, e incluso en otro marco. Esta discrepancia de los tiempos y escenarios políticos no tiene una importancia menor. En Cuba, la restauración capitalista plantearía la pérdida más o menos inmediata de su independencia nacional; la burguesía que podría tomar el relevo del estado cubano se encuentra en Miami, no en La Habana; el intento de la burocracia empresarial de Cuba (entre quienes se encuentran los mandos militares), para apoderarse de las empresas que administra, enfrentaría bastante mayores que las que atravesó la Unión Soviética.

El entorno inmediato de Cuba –América Latina– se caracteriza por convulsiones reiteradas, que se desplazan de un país a otro. La crisis mundial le está pegando ahora con más fuerza. En este marco, la iniciativa de Obama tiene los trazos de un Frente Popular extranacional entre el imperialismo ‘democrático’ y las burguesías latinoamericanas, de un lado, y una gran parte al menos del aparato de Estado de Cuba, del otro. Los Frentes Populares aparecen, históricamente, como recursos para contener procesos revolucionarios o potencialmente revolucionarios.

La revolución cubana y la historia de Cuba de las seis décadas últimas no se han caracterizado por repetir en forma mecánica experiencias ajenas. Muy lejos de ello. La etapa que se inicia no será un ‘deja vu’, al contrario se desatará nuevas crisis y la posibilidad de nuevas revoluciones.