La Patrie en Danger

Los intelectuales del kirchnerismo se jactaron alguna vez de la capacidad del gobierno para “construir poder”. Contraponían alegres este oportunismo corrupto contra el principismo político de la izquierda, que asienta su estrategia en categorías históricas. La taba, sin embargo, parece haberse dado vuelta, dialécticamente, digamos, porque la quinceava Carta Abierta se lamenta ahora de que el kirchnerismo es víctima del poder de las corporaciones que él mismo albergó ‘a paladas’ en la década remanida. Los K devalúan el peso, dice Carta Abierta, contra su propia voluntad, como si el contratiempo cambiara en algo su carácter social regresivo. ¿Qué dirán entonces de la revalorización que registra el peso en estos días como consecuencia de la resolución del Banco Central kirchnerista para que la banca local venda la mayor parte su tenencia de cuatro mil millones de dólares al tipo de cambio Bolsa? (11/12 pesos, que compró con la plata de sus depositantes, para realizar un beneficio extraordinario y encima invertirlo al 30% anual con un seguro de cambio que le garantiza una paridad con el dólar).

El famoso poder que se construyó con cooptaciones y sin considerar los prontuarios políticos y judiciales, se ha ‘deconstruido’. ¿Se dan cuenta estos pensadores de que con la caracterización de que el poder pasó a las ‘corpos’ están alentando ‘simbólicamente’ el derrocamiento de su propio gobierno? Un gobierno que no gobierna es una contradicción en sus términos. Hasta hace poco los K se jactaban de que haber impuesto la soberanía de la política sobre el interés particular, ahora lamentan que diez años de política haya devuelto el poder al llamado ‘poder concentrado’; los K se pasan de bando. El discurso de los intelectuales K derrama derrotismo. La patria está en peligro es el documento cobarde de un grupo de capituladores. Hasta el encabezamiento del texto es una farsa: en lugar de un slogan gaucho esgrimen una consigna afrancesada, la de las insurrecciones populares, en Francia, entre 1791 y 1793, que convocaban al armamento del pueblo bajo el llamado de la Patrie en Danger. Los filósofos que supimos conseguir no convocan, sin embargo, a ningún levantamiento popular, solo a establecer una Junta Nacional de Granos (justo cuando el precio de la soja está en caída). Jorge Abelardo Ramos, él mismo un nacionalista que recaló en el menemismo, ironizó una vez que allí donde la burguesía francesa había estampado los derechos del hombre y del ciudadano, la de Argentina se trenzaba por las alícuotas de importación.

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Después de las PASO, la crisis política

No pasado una semana desde las PASO y la crisis política ya se había acentuado. La puso en evidencia, enseguida, la propia CFK con su discurso sobre ‘titulares’ y ‘suplentes’. Denunció, en un par de minutos, que había perdido el apoyo de la “burguesía nacional” que la había sustentado, con más altas que bajas, durante una década. Confesó que, como jugadora, tenía tanto tiempo de suplente como Menem. Dejó al desnudo que no había ‘construido’ ninguna clase de ‘poder’, sino que había hecho uso, en calidad de ‘gerente’, del que disponían las grandes corporaciones. La estrategia de la ‘década’ (reconstruir la burguesía nacional” del derrumbe de 2001) fue la línea maestra que amalgamó a las grandes corporaciones capitalistas con el kirchnerismo. Esto es ahora cosa del pasado, ha sido demolido por la crisis mundial y por las limitaciones insalvables de un programa de reconstrucción nacional sobre bases antiguas y agotadas.

La crisis política del momento se caracteriza por el descontento de todas las clases sociales: del capital, que reclama libertad de acción sin perder los subsidios del Estado, por un lado; del conjunto de los trabajadores, quienes ven carcomidas sus condiciones de vida por la inflación, los salarios y jubilaciones mínimas de miseria (las que afectan a la gran mayoría); así como por la precariedad laboral a la que se suma una espantosa crisis de vivienda y de transporte.

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