Sanear institucionalmente a la Argentina

Jorge Arosa

La marcha del 18 de febrero quizás haya sido el tubo de oxígeno que proporcione los signos vitales necesarios para iniciar un tratamiento de carácter político que aliente un diagnóstico futuro más alentador.

El artículo 1ro. de la CNA expresa claramente que la Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal. No obstante, ninguna de estas tres características expresadas al inicio de la Carta Magna son efectivamente cumplidas.

La representatividad ha sido desplazada por la manipulación de listas sábanas, el nepotismo exacerbado y el reciente fraude de las candidaturas testimoniales.

La república es vulnerada cuando el Poder Legislativo abandona su condición de decir qué y cómo debe hacerse la gestión de gobierno y el Poder Judicial deja de controlar que esa gestión se haga conforme a las leyes y normas legislativas. El Poder Ejecutivo es el único que no puede decidir por sí solo, debe cumplir lo que el Poder Legislativo le indica y someterse al control del Poder Judicial, para garantizar que la gestión realizada sea legal y legítima.

El federalismo caduca cuando la arrogancia del Poder Ejecutivo nacional obliga a los estados federales a la mendicidad de los recursos, incurriendo en amiguismos, acuerdos y alianzas que violentan la representatividad y la república y poco tiene que ver con el cumplimiento las leyes y la CNA.

La marcha del 18 de febrero debe ser asumida, por la sociedad en general y la clase política en particular, como el inicio de un tratamiento médico-político cuyo objetivo sea sanar (sanear) institucionalmente a la Argentina.

Recuperar la república, la representatividad y el federalismo no será una tarea sencilla. Tampoco es fácil asumir, como argentinos, setenta años de fracasos, retrocesos y tumbos, impulsados por derechas e izquierdas, socialistas y liberales, militares y civiles, radicales y peronistas. Todos y cada uno de nosotros contribuimos para que la Argentina fuera simplemente una democracia solamente en el acto del sufragio o, peor aún, un país alternado con dictaduras originadas en democracias poco apegadas a su Carta Magna.

La Argentina agoniza en un intento casi póstumo para continuar siendo una República. No desperdiciemos la oportunidad y el tiempo extra que nos proporcionó la marcha.