Mota y cabañuelas

Han sido buenas cabañuelas para la legalización de la marihuana en el mundo. Como se sabe, entraron en vigor las leyes ya aprobadas en los estados norteamericanos de Washington y Colorado, con todo tipo de sorpresas, desorden, efectos deseados y perversos, y una fuerte repercusión noticiosa internacional. También arrancó la legalización en Uruguay, justo a tiempo para que los argentinos, que suelen veranear desde hace décadas en Punta del Este, puedan alegrar sus días festivos sin temor alguno. Por su parte el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, posible candidato demócrata a la presidencia en 2016 si Hillary Clinton decide no presentarse, firmó un decreto legalizando el acceso a la marihuana para fines terapéuticos sólo para ciertas enfermedades, y en una veintena de hospitales. Tratándose del segundo estado más poblado de la Unión Americana, y que a pesar de la tolerancia de la ciudad de Nueva York, alberga actitudes conservadoras al respecto, es un paso adelante de suma importancia.

Asimismo, los organizadores de la nueva iniciativa de legalización del uso recreativo de la marihuana en California dieron el primer paso en el largo proceso que deberán recorrer para que este noviembre, en su caso, se gane lo que se perdió por una nariz hace tres años. Registraron ya su iniciativa de legalización; se darán un mes y medio para reunir los fondos necesarios para lograr las 700 u 800 mil firmas pertinentes; y decidirán en ese momento si pueden conseguir entre los 15 mil millones de dólares que costaría una campaña exitosa del Sí. No es seguro que todo este proceso sea este año, pero ya se echó a andar.

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Timbres y puertas en la barda

Desde 2001, en Estados Unidos todo intento de modificación del esquema migratorio reviste tres características: la legalización del universo indocumentado; la regulación de flujos migratorios futuros y el supuesto aseguramiento de la frontera. A partir de 2007, los gobiernos de México decidieron no involucrarse en el debate que se diera en EEUU en estos tres capítulos, a pesar de ser obviamente un actor principalísimo en los tres. Sobra repetir que más de la mitad de la población sin papeles en EEUU es mexicana; que más de la mitad de los flujos actuales y futuros son y serán mexicanos y que la frontera es también nuestra.

Siempre estuve en desacuerdo con esta opinión sobre los dos primeros puntos, pero entiendo la lógica de prudencia, temor o reflejo antiintervencionista trasnochado para adoptarla. La postura a propósito del tercer punto ya no es un asunto de opinión sino de hechos. Así como en 2006, Bush con los senadores McCain y Kennedy, lanzó el anzuelo de la construcción de los primeros 480 km de barda, muro o cerca para obtener los votos conservadores tanto en el Senado como en la Cámara Baja para aprobar la reforma migratoria integral de entonces, hoy ”La banda de los 8’‘, con el consentimiento tácito de Obama, ha aprobado la enmienda Corker-Hoeven de sellamiento de la frontera.

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