Siria: policía y rayas rojas

En la crisis de Siria están involucrados varios elementos y, obviamente, permanece incierto el desenlace. Pero podemos adelantar un par de consideraciones, una de principio y otra de índole geopolítica, que hace de este nuevo conflicto en Medio Oriente un auténtico laboratorio de evoluciones futuras.

Por lo menos desde el Tratado de Versalles y la creación de la Sociedad de Naciones, se sabe que no hay ni derecho ni sistema jurídico internacional sin algún tipo de policía, también internacional. La decisión del Senado de Estados Unidos de no permitir el ingreso de Washington a la organización basada en Ginebra la condenó a la irrelevancia, pero su estructura tampoco hubiera permitido un funcionamiento eficaz, ya que carecía de elementos disuasivos contra los violadores del derecho internacional. Por ese motivo, cuando se crea la ONU en 1945, se establece el Consejo de Seguridad, compuesto por cinco miembros permanentes con derecho de veto -los ganadores de la guerra- y un número que ha ido variando de no permanentes, para en su caso ordenar el uso de la fuerza cuando se ven amenazadas la paz y la seguridad o se violan normas jurídicas convenidas en algún momento. El Consejo es la policía.

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Lo bailado con Francia…

El lunes 15 de mayo Enrique Peña Nieto instaló en Palacio Nacional el Consejo Estratégico Franco-Mexicano que buscará coadyuvar, primero, a colocar de nuevo las relaciones entre México y Francia al nivel existente antes del affaire Cassez, y luego intentar llevarlas a las alturas que el potencial y la historia permiten y exigen. Peña Nieto y José Antonio Meade, secretario de Relaciones, me designaron presidente del Capítulo Mexicano de dicho consejo, a la par de Philippe Faure, presidente del Capítulo Francés. Ya se ha informado en las páginas noticiosas sobre los objetivos de este consejo, así como de quienes lo integran por el lado mexicano y por el lado francés: empresarios, intelectuales, políticos, hombres y mujeres de las letras y las artes. Quisiera dedicar este espacio para explicar a mis escasos pero fieles lectores los motivos que me llevaron a desempeñar esta función, y a describir su naturaleza.

Para empezar, como lo señaló el comunicado emitido por la SRE el 9 de junio, y como lo dijo el mismo Peña Nieto en su intervención este lunes, se trata de un cargo pro bono u honorario, es decir, sin remuneración alguna por parte de México o de Francia. En segundo lugar, es un cargo sin prestaciones, y sin financiamiento de gastos por los gobiernos de México y Francia. Éste fue el caso también del llamado Grupo de Alto Nivel que se creó a principios del sexenio anterior y que se desempeñó con éxito hasta que sucediera la debacle Cassez. No tengo nada en contra de ejercer cargos remunerados y con prestaciones en el sector público; lo he hecho y no me haría de la boca chica si surgiera una nueva oportunidad de hacerlo. Pero en esta ocasión no es el caso.

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