Siria, la gran excusa

Los congresistas de Estados Unidos, además de sufrir unos patéticos niveles de popularidad, tienen una bien ganada fama de no poder hacer dos cosas al mismo tiempo. No se trata de comer helado y jugar al yoyo, por ejemplo. Mi gran temor es que vayan a dejar a un lado el debate sobre la reforma migratoria mientras se resuelve el conflicto con Siria. Damasco, la capital siria, está a 9458 kilómetros de distancia de Washington. Pero estos últimos días parecería estar mucho más cerca del interés del Congreso estadounidense que los 11 millones de indocumentados que viven en Los Angeles, Houston, Chicago y Miami. El sentido de urgencia que hay respecto a Siria no existe en cuanto a la reforma migratoria. Eso es muy preocupante. Continuar leyendo

El abismo de la guerra

La guerra es el fracaso. Significa que no pudimos encontrar otra opción. Que nuestra paciencia y creatividad llegaron a su límite. Que en vista de nuestra incapacidad negociadora, decidimos lanzarnos a matar al enemigo antes de que nos maten. Eso está ocurriendo tanto en Siria como en Colombia y en el conflicto del Oriente Medio entre israelíes y palestinos.

Primero Siria. Entiendo la enorme resistencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a enviar tropas norteamericanas a la guerra civil en Siria -la nación ha estado librando guerras desde 2001. Son terribles las imágenes de civiles asesinados en Siria, particularmente las de víctimas de un ataque químico, pero hoy es impensable ver tanques y tropas estadounidenses ahí. Estados Unidos podría actuar desde lejos -con diplomacia, sanciones, limitando con sus aviones el espacio aéreo sirio, y hasta con ataques con “drones”- pero no está dispuesto a caer, otra vez, en el abismo de la guerra.

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