¿Qué hacemos con ellos?

La crisis creada por miles de niños centroamericanos cruzando solos la frontera de México a Estados Unidos nos ha tomado a todos por sorpresa. Nadie parece saber qué hacer con ellos. Pero lo primero, lo más importante, es cuidarlos, tratarlos como niños y dejar a un lado la politiquería.

Las cifras son alarmantes. El año pasado fueron detenidos tras cruzar la frontera entre México y Estados Unidos unos 24 mil niños provenientes, sobre todo, de El Salvador, Honduras y Guatemala. Este año el gobierno de Obama calcula que serán más de 90 mil. ¿Por qué tantos?

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César Chávez en la Casa Blanca

WASHINGTON – César Chávez, el líder histórico de la comunidad latina, nunca fue invitado a la Casa Blanca. Al menos ocho presidentes pudieron invitarlo, pero no lo hicieron.

Quizás porque Chávez hacía sentir muy incómodos a los poderosos. O tal vez porque le tenían miedo a alguien que había bautizado a sus perros “Boycott” y “Huelga”.

Una de las mejores cosas de Estados Unidos es esa voluntad de disculparse públicamente y de corregir errores. Por ejemplo, estoy seguro de que, tarde o temprano, este país rectificará el gravísimo error de haber deportado a dos millones de personas en seis años y de haber esperado casi tres décadas para legalizar a la mayoría de los 11 millones de indocumentados. Eso vendrá. Pero lo que ya ocurrió fue la invitación de César Chávez a la Casa Blanca.

Hace unos días el presidente Barack Obama invitó a los actores de la nueva película César Chávez – Michael Peña, América Ferrera y Rosario Dawson – y a su director, Diego Luna, a la Casa Blanca. Junto a ellos estaban Dolores Huerta, la principal aliada de Chávez en el sindicato de campesinos United Farm Workers, Paul Chávez, el sexto de los ocho hijos del líder, y una docena de familiares. Yo estaba de testigo y aquello fue una fiesta. César Chávez, por fin (y aunque de manera simbólica, en un filme), había llegado a la Casa Blanca.

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El senador que no quería callar

El senador Ted Cruz estaba muy tranquilo, sentado en un sofá de su oficina, con la pierna cruzada, mostrando una de sus muy tejanas botas negras. Parecía que nada le preocupaba. Sin embargo, fuera de ahí, las palabras y las acciones del senador de Texas estaban causando una tormenta política.

A pesar de que el reciente cierre del gobierno causó un severo daño a la imagen del Partido Republicano -las encuestas lo culpan principalmente por los 16 días de crisis financiera- el senador Cruz sigue actuando como si hubiera ganado. Y puede ser que así sea.

Todos en Estados Unidos ya saben quién es, ha recaudado miles de dólares de votantes muy conservadores y no es ningún secreto que está preparando una posible campaña por la presidencia para el 2016. Todo basado en su ataque a la ley de salud pública conocido como “Obamacare” y a su negativa de apoyar una ruta a la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados.

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No se admiten perros o mexicanos

Es difícil de creer, pero durante décadas hubo letreros en restaurantes y tiendas del suroeste de Estados Unidos que decían: “No se admiten perros ni mexicanos”. Ahora ya no hay esos letreros, pero el racismo, la discriminación y la segregación siguen presentes contra los latinos e inmigrantes en este país.

El congresista republicano de Iowa Steve King -uno de los más agresivos oponentes a la reforma migratoria- fue acusado por blogs y organizaciones hispanas de comparar a inmigrantes con perros durante una reunión comunitaria en mayo del 2012. En su discurso, King dijo: “Si uno elige al mejor de la camada, se queda con un buen perro de caza. Pues bien, tenemos lo mejor de todas las civilizaciones donantes del planeta”.

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