Jesús y Bolívar

En esta época en que tanto nos hacen faltan grandes líderes, las figuras históricas de Jesucristo y Simón Bolívar parecen desproporcionadas, de ficción. ¿Cómo es posible que un solo hombre, vestido con túnica, sandalias y sin posesiones materiales, haya creado una de las religiones más influyentes de los últimos dos mil años? ¿Cómo pudo un solo hombre derrotar a uno de los imperios más poderosos de la historia (España) y, al mismo tiempo, unir varios países de Sudamérica? Los relatos de las vidas de Jesús y Bolívar están llenos de exageraciones y abusos. El nombre de Jesús ha sido usado en vano durante siglos, tanto por religiosos bien intencionados como por asesinos. Y no hace mucho que el ex presidente Hugo Chávez trató de usar el legado de Bolívar para convertirse en dictador. (Chávez, por cierto, es el único personaje de la historia que ridícula y constantemente se autocomparaba con Jesús y Bolívar.) Pero dos extraordinarios libros desvisten el mito y nos regresan a personas de carne y hueso. La periodista Marie Arana, nacida en Perú, dibuja un detalladísimo retrato del “libertador” – ¿quién sabía que era muy chaparro; sólo medía 1,67 m y apenas pesaba 58 kg?- y nos explica cómo su vida sigue influyendo fuerte en América Latina casi dos siglos después de su muerte. Decir sueño bolivariano implica la unidad de los pueblos. Continuar leyendo

El presidente más pobre y la marihuana

Es el experimento uruguayo: acaban de legalizar la marihuana, y en gran parte esto fue posible gracias a su presidente, José Mujica, todo un personaje y un filósofo.

Es la primera vez que me he tenido que quitar la corbata para entrevistar a un presidente. Lo que pasa es que José Mujica -a quien muchos llaman en Uruguay “el presidente Pepe” – es de una especie política distinta. La corbata, me dijo, “ya no cumple la función por la cual surgió” (y que era cerrar camisas sin botones). “Cuando supe la historia de la corbata,” añadió, “me pareció un rasgo de coquetería masculina.” Y la desechó.

Mujica es, sin duda, uno de los presidentes más pobres del mundo. Regala el 90 % de su salario a obras de caridad y se queda, nada más, con unos mil dólares por mes. No sé de ningún otro mandatario que se quede con tan poco. “Soy sobrio en la manera de vivir, aunque no lo pretendo imponer a nadie,” me dijo en una entrevista durante su reciente viaje a Nueva York. “La vida es para andar liviano de equipaje, poco comprometido con las cosas materiales y para asegurarse el mayor margen posible de libertad individual.” Como ven, es también un presidente filósofo.

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