La democratización de Griesa

José Benegas

La viveza criolla es un gran equívoco. Hay una suposición de que existe un ingenio que permite reemplazar al cumplimiento de las obligaciones y que tal cosa es gratis. Pero la viveza criolla es nada más que estupidez e ignorancia. Después de una larga tradición de “pioladas”, esa actitud se ha vuelto cultural y en esta última etapa algunos quieren creer que es incluso una ética alternativa.

El triste gobierno de la señora Kirchner es en sí mismo un fútbol para todos y para todo y lo demuestra en el “i-reality” show que ha montado como reacción al fracaso judicial que su negativa a pagar a los holdouts ha tenido en los Estados Unidos.

En su propia composición de lugar, la señora supone que siempre tiene razón en sus caprichos y que es cuestión de adaptar todo lo demás a eso. Primero emite unos bonos atrayendo a inversores con la posibilidad de manejarse en el terreno privado y en una jurisdicción lejos de los Oyarbides. Cuando llega el momento de pagar, invoca sus privilegios políticos basados en la “real politik” que gobierna al derecho internacional público.

Se habrá reunido Kicillof con sus abogados geniales a pensar en todo lo que podían hacer para “democratizar a Griesa” y demostrarle que el poder manda sobre la Justica con la bandera en la mano. Se les ocurrió leer la letra chica de los bonos reestructurados y hacer una solicitada para contarles a los argentinos qué piolas que son en mandar el dinero al Banco de New York, para que después sea un problema de Griesa, el mismo banco, los holdouts, los que entraron en el canje, Obama, las Naciones Unidas y la FIFA que no deja morder a los países pobres. Les cierra, les parece un plan perfecto. El sentido común no les dispara ninguna alarma.

Claro, pequeño detalle, el pago en Nueva York se maneja por una norma individual que estos tipos presentan como la peor amenaza que tiene la Argentina hoy, pero eligen ignorar después. Como hacen con todos los problemas los locos, los tontos y los piolas.

Para que la estúpida solicitada argentina tuviera alguna eficacia el fallo de Griesa de 2012 tendría que no existir. Y si no existiera tampoco sacarían solicitadas, ni viajarían a Rusia o pondrían a Rial y a D’Elía a tuitear al unísono. La decisión del tribunal neoyorkino es la parte más específica de todo el conjunto de normas que gobiernan los pagos argentinos en aquella sede y me atrevo a decir que los tenedores de bonos reestructurados pueden demandar con más facilidad al gobierno argentino ahora que si hubiera pagado a los holdouts amparado en el fallo. Hasta el Banco de New York tiene unos buenos motivos para reclamarle honorarios legales. Tema de ellos.

El problema principal no es la falta de pericia específica en la maniobra, sino siempre reaccionar con maniobras como si fuera la estrategia más inteligente. Esa viveza lamentable es propia de los abogados “sacapresos” o los que defienden inquilinos insolventes, que hacen cualquier cosa en un intento por confundir y ganar tiempo, porque el nombre de sus clientes no tiene valor alguno. Esto es lo otro que no incorporan los vivos al razonamiento, es que fuera del conflicto particular que tratan hay una vida y unos testigos que ven cómo se comporta el país y que eso significa encarecer todas sus transacciones futuras en el terreno contractual y hacer menos valiosas sus ofertas. Se paga por otras muchas ventanillas más caro que la deuda que se quiere bicicletear un rato. Estos abogados no están defendiendo a un ermitaño sino a un Estado que se supone que tiene que salir a hacer todo tipo de tratos con la gente que lee los diarios y ve cómo se comporta. En concreto, su cliente estaba buscando plata desesperado hasta la semana pasada y hoy publica solicitadas queriendo mostrar su habilidad para evadir obligaciones.

La deuda pública debería prohibirse. Por desgracia eso no ocurrirá y países como la Argentina volverán a tener crédito, porque hay todo un sistema de ladrones cobrando comisiones con la facilidad de tratar con recaudadores, en vez de productores. Pero aunque tal bendición llegara, sea por prohibición o por pérdida total de crédito, todo contrato se encarece para alguien en el mercado que se maneja con los parámetros de un pandillero.

Por eso es altamente irracional, irresponsable, demagógico y políticamente correcto el discurso opositor basado en consideraciones nacionalistas muy fuera de lugar, diciendo que en estas circunstancias hay que estar detrás del gobierno. Quienes fueron a hacer el papelón de viajar a Washington D.C. para respaldar al gobierno de la señora se convirtieron en parte del problema y, en su afán de sentirse defensores de las “reestructuraciones”, terminaron convenciendo más al mundo sobre la imposibilidad de confiar en el país.

Hay una ética de los negocios porque es mucho más barata que la trampa. Los que operan en el mercado no son kantianos, son utilitaristas puros. La ética es negocio. No es que los anglosajones no son tan vivos y nosotros somos los mejores mojando orejas. Ellos viven con menos esfuerzo y nosotros nos consolamos en una profunda estupidez auto-satisfactoria.

Pero no creamos que esto es un problema sólo del oficialismo o de los políticos. La confusión es generalizada. Los análisis que se leen o se escuchan están por completo desprovistos de preocupación por el hecho de que la Argentina sea tramposa, apenas están esperando ver si le da resultado. No conocen el otro costo gigante que se pagará por esto. Es un país vacío de pensamiento, lleno de fútbol.