El “me quiero ir” de Lorenzino

José Castillo

La frase pronunciada por el ministro de Economía ante una periodista griega quedará en la historia junto a otras célebres pronunciadas por colegas suyos en épocas anteriores: “hay que pasar el invierno” de Álvaro Alsogaray o “el que apuesta al dólar pierde”, de Lorenzo Sigaut.

Lorenzino puso de manifiesto que los índices del “INDEK” son tan truchos que ni siquiera los puede defender públicamente. ¡Ni siquiera se acordaba cuánto había sido el número dibujado el año pasado!

El ministro -acostumbrado a entrevistas con periodistas amigos o a las conferencias de prensa sin preguntas- se sorprendió porque imaginaba un reportaje donde se podría explayar sobre las supuestas “bondades” del modelo kirchnerista.

El “ataque de pánico” que sufrió podría haber sido aún mayor si lo hubieran interrogado acerca de por qué el gobierno usa el dinero el dinero del Anses (plata que legítimamente pertenece a los jubilados) para pagar vencimientos de deuda a los mismos banqueros internacionales que se benefician con los salvatajes de los gobiernos de la Unión Europea, mientras la inmensa mayoría de nuestros abuelos cobra la jubilación mínima, se cajonean sus juicios por mala liquidación de haberes y el gobierno continúa con las apelaciones para no pagarles.

Ante semejante papelón, lo único que le cabe a Lorenzino es efectivamente “irse” como ministro, no sólo por “inútil” y autoritario, sino principalmente por aplicar junto a Boudou, De Vido, Moreno, Kicilloff y Cristina Kirchner un “modelo” inflacionario que carcome salarios y jubilaciones. Un modelo corrupto que le permite a sus testaferros y empresarios amigos como Lázaro Báez sacar millones de plata sucia a paraísos fiscales, mientras no se hacen las obras para las inundaciones que hubieran evitado decenas de muertes. Un modelo que nada tiene que ver con la “inclusión” ni la “distribución de la riqueza” -como pregona la presidenta-, sino que está al servicio de las superganancias de patronales como la Barrick Gold, las automotrices extranjeras, Techint, los banqueros y un largo etcétera.

Este papelón debe servir también para seguir denunciando los índices mentirosos que salen de la mafiosa patota de Guillermo Moreno que intervino el organismo, destruyendo no sólo los indicadores de precios, sino también el conjunto de los índices sociales. Por eso, para el gobierno en Argentina hay muy poca pobreza y casi no existe la indigencia (que es lo que hubiese querido Lorenzino que le preguntaran en el reportaje). Basta con recorrer cualquier barrio popular para develar semejante mentira. Es más importante que nunca dar cuenta de esto hoy, cuando el gobierno -con la complicidad del FMI- se apresta a aprobar un nuevo “índice nacional de precios” que busca tapar definitivamente el vaciamiento del organismo. Volver a tener un Indec confiable, con estadísticas serias y con la restitución a sus puestos de trabajo de los técnicos desplazados por la intervención es una tarea impostergable para que se reconozcan los verdaderos números, tanto de la inflación, como de la cantidad de pobres e indigentes que este gobierno kirchnerista sigue generando. Una razón más para seguir apoyando todos los meses los abrazos al Indec que convocan sus trabajadores cada vez que se da a conocer el índice general de precios, como lo venimos haciendo desde Izquierda Socialista desde que comenzó la intervención al organismo en febrero de 2007.