Una conferencia impartida por Neil Postman en 1998, Five Things We Need to Know About Technological Change (PDF), sigue aportando luces para entender la dinámica del cambio tecnológico, 10 años después de la muerte de su autor.
Postman, uno de los más destacados discípulos de McLuhan, habla 6 meses antes del nacimiento de Google, acerca del impacto cultural de las innovaciones tecnológicas y postula cinco ideas plenamente válidas en la actualidad.
La cultura siempre paga un precio por la tecnología: la adopción social de tecnología conlleva transformaciones culturales que tienen una dimensión traumática. Por cada beneficio que ofrece una nueva tecnología, aparece también su correspondiente desventaja.
Hay ganadores y perdedores con cada cambio tecnológico: las innovaciones generan desequilibrios ya que benefician a algunos, perjudican a otros y dejan a muchos indiferentes. Convencer a los perjudicados y a los indecisos es el sentido del discurso de los beneficiados.
Las nuevas tecnologías tienen un prejuicio hacia las anteriores: las ideas que subyacen a cada innovación, aunque poderosas, suelen pasar desapercibidas y tienen consecuencias prácticas. La filosofía de la tecnología suele revestirse de promesa, lo nuevo mejora a lo viejo, lo viejo es peor y hay que superarlo.
El cambio tecnológico no es un proceso acumulativo sino ecológico: los nuevos medios no se añaden a los anteriores, sino que modifican todo el ecosistema informativo. El impacto sistémico de la adopción de innovaciones debe llevar a la cautela: “las consecuencias del cambio tecnológico siempre son vastas, con frecuencia impredecibles y en buena medida irreversibles”.
La tecnología tiende a volverse mítica: el entusiasmo tecnológico se convierte en una forma de idolatría al considerar que las creaciones tecnológicas forman parte del orden natural de las cosas, como un regalo de la naturaleza, olvidando que siempre se trata de artefactos producidos en contextos políticos e históricos.
Años después de que Postman formulara estas ideas llegarían las redes sociales, los smartphones y las tabletas, del mismo modo que pronto llegará la informática para vestir (wearable computing). Lo que no ha cambiado es la fascinación por lo nuevo que convierte a la tecnología en una forma de religión.