El BCRA apuesta fuerte al segundo semestre

El Banco Central comanda una dura batalla para esterilizar pesos de la plaza financiera y limitar el avasallante ritmo inflacionario. Para ese fin apela a la licitación de instrumentos de deuda, las LEBAC, que dan una tasa de interés que hoy se ubica en el 37,5% anual para posiciones de 35 días.

La entidad que preside Federico Sturzenegger le apunta al corazón y motor de la escalada inflacionaria de los últimos años: la inundación de pesos emitidos para financiar el déficit del Tesoro.

Según las planillas del BCRA, el stock de deuda por letras en pesos ($497.156,1 millones) y notas en dólares (equivalentes a $40.824 millones) suma $537.980 millones, con un crecimiento en apenas cinco meses de 54%, desde los $349.409,7 millones del 10 de diciembre pasado, cuando Mauricio Macri asumió la Presidencia.

En un arranque de año atravesado por el aumento de las tarifas de servicios públicos, la suba de los combustibles y el traslado parcial a precios de la devaluación de diciembre, el endeudamiento del Central es por ahora la única iniciativa eficaz para evitar que la inflación se dispare sobre el 40% anual.

Este crecimiento del pasivo de la entidad es insostenible en el tiempo, debido a que la elevada tasa de interés, al tomar en cuenta todos los tramos, promedia el 34% anual, que incrementaría a unos $700.000 millones el stock de deuda de la entidad hacia fin de año.

Hay que tener en cuenta que en diciembre, la Base Monetaria (billetes y monedas en circulación, cheques cancelatorios y depósitos en cuenta corriente del BCRA) alcanzaba los $612.000 millones y prácticamente duplicaba a los títulos de deuda. El enorme esfuerzo de ajuste monetario que el ente emisor activó en los últimos meses contrajo la Base Monetaria a $592.366,7 millones, a costa de aumentar el stock de Letras y Notas. Es decir que es inconsistente mantener este ritmo de endeudamiento que ya está al mismo nivel que todo el dinero que circula en la economía.

Si los bancos y empresas, principales demandantes de estos títulos, fueran renuentes a renovar los vencimientos, el BCRA estaría obligado a emitir este año más de $200.000 millones por pago de intereses. Por este argumento, los analistas financieros descreen de un rápido recorte de las tasas.

La clave para evitar un “estallido” de pesos será una reducción palpable de la inflación, que posibilite bajar las tasas de LEBAC, pero mantenerlas positivas respecto del índice de precios, y hacia allí apuntan las expectativas del Central.

Federico Sturzenegger explicó que “la inflación ‘resto’ o ‘subyacente’ saca de la inflación lo que se llaman los precios estacionales y los regulados. Entonces es como el devenir normal del resto de los precios. Nosotros habíamos visto un pequeño aumento entre febrero y marzo, cuando hicimos la política monetaria bastante más contractiva”.

Durante la presentación del Informe Trimestral de Política Monetaria, el jefe del Central resaltó que la inflación subyacente de abril en Capital Federal alcanzó un 2,8%, que “ubica a ese número como el más bajo desde noviembre”. Además apuntó que en rubros como alimentos y bebidas el incremento fue menor, de 1,8%, “más allá que el número headline (con tarifas y combustibles) ha sido mucho más significativo, de 6,5% en la ciudad de Buenos Aires”.

Sturzenegger ratificó su confianza en que las tasas de LEBAC se reducirán “a medida que la inflación baje, tal como esperamos que ocurra en el segundo semestre“. Es un objetivo ambicioso, pero aún posible, por cuanto auguró que “una baja de la tasa de interés influirá positivamente sobre el nivel de actividad económica, si bien lo hará de manera desigual en cada sector productivo”.

Dura transición entre dos modelos

Hay que atravesar el desierto. A la economía argentina le faltan dólares para crecer, ya no los tiene en reservas, el déficit fiscal sigue consumiendo pesos, el aporte exportador de la agroindustria se debilitó por el lado de los precios, y todavía no retorna la confianza, ese activo intangible y crucial en el mundo financiero que habilita el flujo de fondos para el desarrollo de los países. Con la vuelta de la confianza llegarán del exterior los dólares para inversión y también los que están en manos de ahorristas fuera del sistema financiero, que suman casi la mitad del PBI argentino.

El gobierno de Mauricio Macri trazó un camino casi en línea recta, necesariamente previsible. Fue una señal. Primero se levantó el “cepo” cambiario y se devaluó fuerte el peso. Para contener la inmediata demanda, exacerbada después de cuatro años de represión cambiaria, se apeló a un crédito puente con bancos internacionales por USD 5.000 millones con los que se estuvo soportando la coyuntural caída de reservas.

Luego llegó el acuerdo con los holdouts. El fin del histórico default destrabará el financiamiento en el mercado global de capitales. Junto con la cosecha gruesa, proveedora de dólares comerciales en el segundo trimestre del año, estos aspectos mejoran el panorama general de la economía para 2016.

Alfonso Prat Gay adelantó que se emitirán títulos públicos con una tasa en torno al 7,5% anual en dólares, otra vez bajo jurisdicción de Nueva York, para recaudar casi USD 12.000 millones. “Si se extienden los acuerdos al resto de los bonistas, esto daría una emisión de USD 11.684 millones en bonos. Esto es lo que necesitamos emitir para cerrar definitivamente este problema”, afirmó el ministro de Hacienda.

Frente a una actividad económica que no crece, se cubren con déficit fiscal profundas carencias estructurales que un ajuste liso y llano dejaría mucho más expuestas: lo que en la Argentina identificamos como crisis, con explosión social mediante. El Estado fue casi exclusivo empleador en el último lustro, y mantuvo el escaso ingreso de amplias porciones de la sociedad con proliferación de subsidios. El rojo fiscal es hoy la enfermedad de la economía argentina y a él contribuyeron la deficiente administración de los recursos y, por supuesto, la corrupción.

El nuevo Gobierno sopesa seguramente cómo aplicar el recorte del gasto y estima poder hacerlo a la par de una moderada expansión de la actividad. Ésta necesitará de dólares y la emisión de deuda es la vía más directa para lograrlo. La relación entre deuda en moneda extranjera y PBI en la Argentina es relativamente baja en comparación a otros países, quizás el legado más favorable que dejaron los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner.

Por lo tanto, se avistan dos escenarios. Uno de corto plazo, el de la dura transición entre dos “modelos” (económicos y también políticos) con inflación por encima del 30% anual, debilidad en las reservas, escasez de divisas comerciales, leve recesión, desempleo en alza y estertores devaluatorios que sacuden con violencia la cotización del dólar.

“La inflación ha estado alta estos meses, producto de la inercia de muchos años de inflación alta y de la transición irresponsable que vivimos. Pero estamos convencidos de que la inflación va a ir bajando hacia el final del año. La principal medida para eso fue ir reduciendo la emisión monetaria descontrolada de estos años e ir bajando el déficit fiscal, que debe llegar a cero al final del cuarto año”, afirmó Macri en su discurso ante la Asamblea Legislativa el martes pasado.

El segundo escenario, próximo a 2017, contará con más dólares, producto del crédito internacional, aunque todavía con el costo de tasas altas en la comparación regional. Mitigará la volatilidad en la cotización de la divisa, desacelerará la inflación y el déficit de las cuentas públicas, y tendrá como objetivo una recuperación gradual de los frágiles indicadores económicos. El retorno de la confianza y la credibilidad en los gestores de la política argentina, tanto de los inversores externos como de los ahorristas locales, definirá el éxito de esta alternativa.

El BCRA debe más pesos que los que hay en circulación

Ha sido eficaz la actuación del Banco Central en estas diez semanas de gobierno de Mauricio Macri, aunque la difícil coyuntura económica obligó a la entidad a enfocarse menos en solucionar los problemas que a evitar que se profundicen y causen males mayores. Por eso debió operar con estrecho margen y un equilibrio endeble: las medidas tomadas para contener la inflación incuban una recesión, mientras que mantener a raya al dólar demandó más deuda y pérdida de reservas.

La entidad que preside Federico Sturzenegger lidió con la liberación del “cepo” cambiario y la devaluación, el salto inflacionario, la debilidad de su balance, el pago de los vergonzosos contratos de dólar a futuro que legó su antecesor, la suba de las tasas de interés y la absorción de la liquidez excedente que financió durante años el creciente déficit fiscal. Fueron apenas algunas batallas de las muchas que tendrá que librar la entidad emisora en los próximos meses.

La capacidad técnica y algo de audacia permitieron transitar este verano caliente con poca turbulencia. La primera movida fue la liberación del mercado de cambios a partir del 17 de diciembre, que se cristalizó en una inmediata devaluación del peso. La escalada del dólar oficial fue inferior a lo previsto por muchos analistas: la divisa aumentó 58,3% desde la salida del “cepo”, de 9,91 a 15,69 pesos, pero continuó debajo de los $16 que superó el “blue” en octubre pasado.

Tuvo que ver en esta cotización la reaparición en escena de las intervenciones oficiales en el mercado de cambios, con importantes posiciones vendedoras que desviaron a la autoridad monetaria de la estrategia inicial de dejar flotar libremente al precio de la divisa para que sea el mercado el que fije su valor, a través de la pulseada entre la oferta de exportadores y la demanda de importadores, bancos y empresas.

La regulación de liquidez digitada por el Central es una apuesta riesgosa: para las reservas aumenta el estrés, con la expectativa puesta en un pronto acuerdo con los holdouts que permita a la Argentina regresar al mercado de capitales. Esta nueva deuda, se prevé, aportará una apreciable inyección de divisas, a una tasa entre 5 y 6 por ciento anual, para atenuar el ajuste sobre la economía y la palpable contracción de la actividad.

Sin embargo, no parece certera esta reciente apuesta por una “flotación administrada”: mientras que el dólar apenas desaceleró su marcha ascendente, hubo un elevado costo en reservas, que retrocedieron más de USD 1.500 millones en febrero. Solo por ventas netas en el mercado de cambios la caída fue de USD 346,6 millones desde el jueves 18.

Los activos internacionales alcanzaron los USD 24.862 millones el pasado 10 de diciembre, cuando se concretó el traspaso de mando, mientras que ahora se ubican en los USD 28.556 millones. No obstante, si se descuentan los USD 5.000 millones del pase pasivo con bancos extranjeros del 29 de enero, las reservas hoy estarían en su monto más bajo desde los USD 23.553 millones del 10 de mayo de 2006, hace casi una década. Si se suma a este préstamo el equivalente en yuanes por USD 11.000 millones producto del “swap” con el Banco Popular de China, más de la mitad de las reservas internacionales son fondos prestados.

Preocupa más la inflación que el dólar

Probablemente detrás de este sacrificio de activos para frenar al dólar subsista la urgencia política por apaciguar las expectativas de mayor devaluación y quitar un incentivo para que suban los precios, en momentos en que las negociaciones salariales empiezan a acaparar la agenda oficial.

Está claro que el incremento de tarifas y la devaluación decidida por el gobierno de Macri, más la emisión compulsiva y sin respaldo heredada de la administración Kirchner, potenciaron a la inflación en los últimos cuatro meses. La suba de precios preocupa más al equipo de Sturzenegger que el valor del dólar. Por ese motivo fue agresiva la esterilización de pesos con la colocación de LEBAC y el incremento de las tasas a niveles de 30 por ciento.

La Base Monetaria (billetes y monedas en circulación, cheques cancelatorios y depósitos de entidades financieras en cuenta corriente del BCRA) se redujo 14% en los últimos tres meses desde el récord de $640.006 millones del 22 de diciembre pasado. Respecto de febrero de 2015 la Base Monetaria desaceleró su incremento al 23% interanual. Esa contracción es un potente antídoto contra la fiebre de los precios, aunque sus consecuencias son recesivas en el corto plazo.

Los pesos que se retiran de la plaza financiera engrosan la deuda de la entidad, que además de pagar una alta tasa de interés, concentra sus vencimientos en un breve término de 90 a 180 días. Mientras la Base Monetaria se sitúa ahora en torno a los $553.000 millones por este esfuerzo de absorción de liquidez , el stock de LEBAC asciende a unos 479.000 millones de pesos. Es decir que el organismo debe un monto que se está aproximando a toda la cantidad de pesos en la economía.

Incluso las LEBAC superan al circulante de billetes y monedas (ítem que representa la mayor parte de la Base Monetaria) de 398.000 millones de pesos. Así hay más pesos de deuda en el balance del Central que billetes y monedas en manos del público.

La economía de 2015 se define por la “estanflación”

La semana pasada el INDEC informó que la actividad económica creció en marzo 2% en forma interanual. Aunque registró una caída de 1% en la medición desestacionalizada contra febrero, todo indica que para las estadísticas oficiales el PBI brinda números positivos este año, al contabilizar el 0% de crecimiento interanual en enero y el 1,4% de febrero.

El desarrollo por sector es desparejo. Por ejemplo, el ente estadístico reconoció que la industria retrocedió en abril por 21° mes consecutivo, encabezada por la producción automotriz, que cayó 17,5% en el primer cuatrimestre respecto de 2014. El rubro construcción, por el contrario, mostró un crecimiento interanual de 10,4% en abril, y de 6,7% en el primer cuatrimestre, sostenido por la obra pública, los proyectos petroleros y viviendas, según la información oficial.

Los estudios privados registran distintos resultados y diagnósticos. Para Ecolatina, la actividad económica cayó en el primer trimestre del año 1% frente a igual lapso del año anterior. Si bien este desempeño mejora respecto de la contracción de 2,7% del último trimestre de 2014, abona la visión de que, de punta a punta, el PBI argentino no aumentó en el segundo gobierno de Cristina Kirchner. Ecolatina rescata como “importante” que “en términos desestacionalizados el Producto dejó de caer”, por la contribución de un dólar atrasado ante el avance de la inflación que, precisamente, se desacelera debido a que el tipo de cambio reprimido es la principal “ancla” para los precios minoristas.

A cinco meses de las elecciones presidenciales es un logro del Gobierno haber descomprimido las expectativas devaluatorias e inflacionarias. El sector público está abocado a sostener los niveles de actividad, a través de endeudamiento en dólares para dar ritmo a las importaciones sin resignar reservas, y endeudamiento en pesos para cubrir el déficit fiscal, pues la creciente plantilla del Estado es la que mantiene al índice de desempleo debajo del 10 por ciento.

Desde el oficialismo, Miguel Bein definió como “un macrocidio” la salida de capitales que se profundizó a partir de 2010 a la par del sensible retraso del dólar, “con un aumento de los salarios en dólares de casi 50%, lo que produjo, entre otras cosas, una caída muy importante de las cuentas externas. Esto terminó con el excedente de dólares en la Argentina y el atraso del dólar hoy”. Bein, economista de referencia de Daniel Scioli, precandidato a Presidente del Frente para la Victoria, explicó que el sucesor de Cristina Kirchner deberá pasar “de un modelo de crecimiento basado en el consumo a uno basado en los motores de la inversión. Argentina debe conectar con una agenda de inversión, para lo cual no alcanza sólo con distribuir. Para distribuir hacen falta pesos, pero para crecer, para construir, hacen falta divisas”.

“Estamos en estanflación y parece que nos hemos acostumbrado a vivir con una inflación del 25 por ciento”, indicó Gerardo Della Paolera, economista de la Universidad de San Andrés. “El modelo ahora es bicicleta financiera y manipulación cambiaria, en lugar de ser de matriz productiva diversificada. Las reservas siguen disminuyendo, que se diga que crecen es un maquillaje”, apunta el ex presidente del BCRA Martín Redrado. “Tenemos yuanes que no son dólares, dólares que no son dólares del Banco de Francia y deuda por importaciones de u$s5.500 millones que no se pagaron y quedan para el próximo gobierno”, enumeró el referente económico del Frente Renovador de Sergio Massa.

Jorge Todesca, de Finsoport, traduce el estancamiento en números. Detectó un deterioro de la competitividad que acumulará 25% en el período 2011/2015, “lo que situaría al tipo de cambio multilateral en el nivel más bajo de los últimos quince años y sólo 30% por encima del que existía a finales de la Convertibilidad”. Además, pronosticó una “caída del superávit comercial externo, que este año oscilaría en los u$s5.500 millones”, en franco retroceso respecto de 2012 (u$s12.226 millones), 2013 (u$s8.005 millones) y 2014 (u$s6.653 millones). En esa línea, Todesca establece un “agotamiento del ciclo de crecimiento, con una probable caída del PBI del 1,5% este año”, algo menor que el 1,9% de contracción en 2014, mientras que prevé para 2015 una caída de la inversión en torno al 10,4 por ciento.

Vistas desde la perspectiva oficial o privada las variables macroeconómicas muestran debilidad, aunque la erosión es contenida por los dólares que ingresan a cambio de un 9% anual de interés y del financiamiento en pesos al 27% anual. Estas tasas pondrán techo al crecimiento y piso a la inflación de 2016, que en el caso de la Argentina es hablar de largo plazo.

Diez buenas noticias para el corto plazo

Mucho se abundó en los últimos meses sobre los desequilibrios que lega el gobierno de Cristina Kirchner a su sucesor: déficit fiscal, atraso cambiario, Banco Central descapitalizado y endeudado, default selectivo, inflación de dos dígitos, estadísticas fraguadas, una intrincada trama de subsidios, “cepo” cambiario, entre otros puntos conflictivos que condicionarán la economía en los próximos años. Más allá de los pesados problemas que el Gobierno se esmera en “heredarle” al próximo Presidente, en los últimos días se sucedieron varias novedades en materia financiera que permiten delinear una transición política sin convulsiones, aún con la economía en recesión.

En el listado de 10 buenas noticias que los mercados financieros traen a la Argentina para el corto plazo hay que enumerar:

1) Emisión de Bonar 2024. Después del fracaso de la colocación de diciembre (menos de u$s300 millones), el Tesoro obtuvo del mercado unos u$s1.400 millones, una revancha frente al fuerte obstáculo que impone el fallo del juez Thomas Griesa en EEUU. Argentina deberá pagar tasas muy elevadas, de 8,9% anual en dólares, por encima de las que se le exigen a otros países de la región como Brasil (3,5%), Chile (1,8%), Paraguay y Uruguay (4%) o Bolivia (5%). Esa inyección de dólares caros es, de todos modos, un alivio para contener tensiones cambiarias.

2) Colocación de deuda de YPF. La petrolera YPF emitió u$s1.500 millones en bonos a diez años, bajo ley de Nueva York, a una tasa de interés fija de 8,5%, levemente inferior a la colocación soberana. Además del bienvenido ingreso de divisas en las próximas semanas, el aval del mercado a la petrolera es imprescindible para reactivar el programa de inversiones de la empresa más grande del país, en medio de un déficit energético cuya fecha de caducidad es una incógnita y un lastre para los próximos años.

3) Reservas en alza. Los activos internacionales del Banco Central se sostienen sobre los u$s32.000 millones, una cifra apreciable, aunque a cuenta de ingresos por emisión de deuda soberana y corporativa a elevadas tasas o préstamos como el “swap” con el Banco Central chino y divisas de los bancos de Francia y Basilea. Estos fondos ayudan a dispersar en lo inmediato las expectativas devaluatorias y permiten flexibilizar la restricción a las importaciones, el principal escollo para el crecimiento de la actividad industrial. También apuntalan las reservas los dólares que no están cobrando los acreedores de deuda reestructurada debido al default selectivo que ya lleva nueve meses.

4) Caída del déficit energético. La impresionante baja de los precios internacionales del petróleo y, en menor medida, la caída de la actividad económica local, posibilitan una reducción a la mitad del rojo de la balanza energética, que en 2014 superó los u$s8.000 millones, en un año en el que languidece el superávit comercial argentino. El barril de crudo se aproximó a 60 dólares, su valor más alto de 2015, aunque un 44% por debajo de la cotización de 12 meses atrás.

5) Cosecha récord. El clima favorable habilita para la presente campaña una producción agrícola récord en Argentina. Los importantes rindes globales presionan a la baja los precios, que aún se aferran a niveles elevados en la comparación histórica. El Ministerio de Agricultura y la Bolsa de Cereales de Rosario coincidieron en cifrar en 59 millones de toneladas la cosecha de soja 2014/2015, cuya recolección concluye en julio. La oleaginosa es en la práctica sinónimo de dólares, pues se exporta casi en su totalidad como granos o derivados industriales (aceites, harinas, residuos). Aún con una sensible pérdida de valor en soja (-33% interanual), maíz (-26%) y trigo (-28%), el agro garantizará este año ingresos anuales en torno a los 20.000 millones de dólares.

6) Dólar estable. El Gobierno utiliza el atraso cambiario como instrumento para contener la inflación y, en la medida que el ingreso de dólares a las arcas del BCRA lo permite, libera divisas para importaciones, atesoramiento y turismo. Las ventas de dólar “ahorro” también ponen un techo al precio del dólar “blue”, que cede 9% desde que empezó el año. Con alta inflación, Argentina se encarece a través de esta “apreciación real” del peso frente al dólar, pero consigue una calma cambiaria que es inusual en períodos electorales y despeja por el momento la inquietud por una pronta devaluación.

7) Rally del Merval. En 12.400 puntos, el indicador líder de la Bolsa de Comercio se ubica en un puntaje cercano a su máximo histórico (12.593 puntos, el 29 de septiembre de 2014) que significa, desde la percepción financiera, un respaldo a los activos argentinos a través del valor que les atribuyen. Al dividir los 12.409 puntos por el dólar implícito en transacciones bursátiles ($11,89 del “contado con liquidación”) queda un Merval por encima de los 1.000 puntos medido en dólares, un registro sin precedentes. Es clara la apuesta de los traders e inversores por un giro en la política económica a partir de 2016 que promueva el ingreso de capitales, pues el mercado se adelanta y alimenta de expectativas además de operar según datos de coyuntura.

En el exterior, los precios en dólares de las compañías argentinas se mantienen firmes gracias al potencial que se les observa en el futuro más que a sus balances trimestrales. En 2015 el ADR de Grupo Financiero Galicia gana en Wall Street un 46%; YPF, un 13,9%; Tenaris, 3,9%, y Telecom, un 11 por ciento.

8) Balance de Petrobras. La empresa brasileña es hoy la que mayor peso tiene en los negocios de la Bolsa de Buenos Aires, de acuerdo a los montos operados en este título en los últimos meses. A partir del balance auditado de 2014, la acción muestra una importante evolución, después de haber tocado un piso en 12 años, e influye positivamente en el Merval.

La estatal brasileña informó una pérdida de casi u$s7.200 millones el año pasado, de los cuales unos u$s2.100 fueron atribuidos a hechos de corrupción. El avance de la Justicia brasileña sobre los responsables de maniobras de fraude y lavado y el reconocimiento del verdadero rojo en el balance animaron a los inversores a reposicionarse en un papel muy castigado. En Wall Street repuntó 99% desde su valor mínimo del 13 de marzo, de 5,01 a 9,99 dólares. En Buenos Aires subió en ese lapso un 96,5 por ciento.

9) Se recupera el real. La cotización de la divisa brasileña es vital para el comercio exterior argentino, pues el socio del Mercosur es el principal demandante de exportaciones argentinas. Una mejora en la actividad económica del país vecino y un ajuste de la tasa de cambio que favorezca a la Argentina siempre potencian las ventas de manufacturas argentinas y contribuyen a reducir el déficit en el comercio bilateral. Basta mencionar que nueve de cada diez autos exportados por Argentina se dirigen a Brasil, que demanda la mitad de las unidades ensambladas en las terminales locales. Después de dos meses, el dólar cayó esta semana debajo de los 3 reales. La moneda brasileña se devaluó 10,1% respecto del dólar norteamericano en el transcurso de 2015, pero rebotó casi 6% en los últimos 30 días.

10) Wall Street, en positivo. Las ganancias de las acciones en los EEUU son un indicador favorable para la Argentina, pues son señal de que la Reserva Federal no apurará el incremento de tasas de referencia o bien comenzará a aplicarlo muy gradualmente. En 18.080 puntos, el Dow Jones de Industriales está cerca de su techo histórico de 18.288 enteros del pasado 2 de marzo, mientras que el Nasdaq tecnológico batió su récord el viernes. La suba de tasas es el principal fundamento que fortalece al dólar en el mundo, encarece el crédito internacional en esa moneda y deprime el precio de los commodities que Argentina exporta, por cuanto un extendido escenario de tipos de interés en torno al 0% es aún de provecho para las economías emergentes.

¿Qué inflación tendrá 2015?

El fenómeno inflacionario no tiene una causa única, aunque la variable monetaria es un indicador fundamental para deducir en qué proporción y dirección evolucionarán los precios minoristas. Así lo demuestra la relación entre el incremento de la Base Monetaria informada por el Banco Central y los reportes de inflación que elaboran algunas consultoras privadas y organismos estadísticos provinciales.

En 2013, la Base Monetaria, es decir el efectivo en circulación más los cheques cancelatorios y depósitos en cuenta corriente, aumentó 22,7% (de $307.352 millones a $377.197 millones), con una inflación que según estudios privados totalizó 28,38% según el denominado “índice Congreso”, y 23,28% según el sitio especializado Inflación Verdadera.

En 2014 el índice Congreso determinó que la inflación trepó al 38,53% anual, e Inflación Verdadera registró un 38,48%, mientras que a lo largo del año pasado la Base Monetaria se incrementó sólo un 22,6% (de $377.197 a $462.564 millones). La inflación sacó ventaja luego de que en enero del año pasado se aplicara una devaluación del peso del 18% (una suba del dólar oficial del 20%).

En parte dicha diferencia se explica porque en el año anterior el entonces presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, emprendió un programa de absorción de liquidez a través de instrumentos de deuda (LEBAC y NOBAC), que desde octubre fue flexibilizado por su reemplazante en el cargo, Alejandro Vanoli. En 2014, el monto acumulado en letras y notas de la autoridad monetaria saltó 155%, de 110.546 millones a 282.135 millones de pesos.

En el 2015 estas variables aparecen más alineadas. La Base Monetaria progresa a un ritmo del 27% en la comparación interanual, semejante a la tasa de interés licitada en LEBAC. Significa que el BCRA viene renovando prácticamente los vencimientos de títulos, pero la deuda igual crece por un efecto de tasa de interés.

Según el Estado Resumido de Activos y Pasivos del BCRA, al 7 de abril pasado, la Base Monetaria creció 27,3% respecto de abril del año pasado (de $360.888 millones a $459.329 millones). En sintonía con esa tasa, el denominado índice Congreso reflejó que los precios minoristas entre marzo de 2014 y el mismo mes de 2015 acumularon un alza del 29,81 por ciento. Según inflación Verdadera, la inflación anual en ese período fue de 32,39 por ciento.

Ambas mediciones privadas coinciden en una desaceleración de la inflación anualizada respecto de los registros de 2014. No obstante, la tasa de interés de las Letras del BCRA –que coincide con la expansión de la Base Monetaria- es un “piso” para la inflación que el Gobierno establece en forma implícita.

De la misma forma, puede estimarse que la brecha entre el dólar oficial y el “contado con liqui” es la expectativa de devaluación que el mercado financiero percibe para el peso respecto de la divisa norteamericana, a través de la cotización de acciones y bonos, pues este dólar implícito se calcula al dividir los precios en pesos de los activos por su valuación en dólares en Wall Street.

En este caso dicha expectativa devaluatoria asoma como un horizonte de “techo” para el incremento de precios. Hoy la brecha entre el “liqui” y el dólar en el mercado mayorista es de 34,5% ($11,93 y $8,87, respectivamente). Si no hay sobresaltos y la Base Monetaria crece a lo largo del año al mismo ritmo que las tasas del BCRA, la inflación se sostendrá por debajo de la de 2014 y en nivel similar a la de 2013, aunque dentro de los registros más elevados desde la salida de la convertibilidad y con un costo creciente para un BCRA cada día más endeudado.

Confianza exacerbada: otra vez el Merval pica en punta

El mercado accionario argentino es el que demuestra la mejor performance en un mundo mezquino en cuanto a rentabilidades financieras. Mientras la economía real de la Argentina sigue sin ofrecer signos vigorosos para augurar un crecimiento en el corto plazo, las cotizaciones de los activos refuerzan la tendencia al alza, cuando los agentes financieros apuestan a que el país podrá revertir el “cepo” cambiario y su escasez de dólares presente por un ciclo de mayor dinamismo futuro, sustentado por un abundante ingreso de capitales a partir del año próximo.

Son especulaciones, que en este caso favorablemente apuntalan a los precios de las compañías argentinas cotizantes en Buenos Aires y el exterior, así como a la deuda pública y corporativa. Muestra de ello es el descenso ostensible del riesgo país argentino. El diferencial de tasa de los bonos soberanos con sus pares del Tesoro de los EEUU disminuyó al rango más bajo desde julio de 2011, en torno a los 560 puntos básicos.

El avezado analista técnico Jorge Fedio, de Clave Bursátil, fue de los primeros que registró las señales de “bull market” que los inversores globales comenzaron a atribuir a la Argentina: “Esa proyección la tenemos para el 2015/2016 y tiene que ver con las expectativas que generan los cambios que surgen sin necesidad de anuncio alguno y el recambio presidencial”.

El panel Merval de acciones líderes acumula una ganancia en pesos de 17,1% desde que comenzó el año, contra un avance del dólar de apenas 2,5% de 8,555 a 8,7625 pesos en el mercado mayorista. En 2015, el Dow Jones de Wall Street acumula un alza promedio de apenas 1%, el Bovespa brasileño cae 1,7%, el FTSE de Londres progresa 4,7%, el Ibex madrileño sube 7,5 por ciento. El DAX de Francfort asciende 17,4% en el año, pero el beneficio es inferior al del Merval, pues el euro se depreció más que el peso argentino, un 10,8% desde el cierre de 2014.

Para Fedio, “la Bolsa sube y dispara, comienza a tener ‘dinámica alcista’ y, obviamente, estampida de precios en un marzo con todo, que desde el arranque se alza con el ‘Merval 10.000’. Cuando el Merval achica no es para asustarse, en todo caso es para aprovechar que ya recupera la tendencia. Y con mercado alcista, toda baja es oportunidad de compra”.

En una comparación interanual el Merval trepa 70% en pesos, que al restarle el 11,4% que subió el dólar oficial en el período, deja una ganancia cercana al 60% en dólares en doce meses, que supera a la de mercados bursátiles de China (+57,6%), Venezuela (+53,9%) e India (+36,9%), aún sin contar la devaluación de las divisas de estos países respecto del dólar norteamericano.

“La expectativa de que la suba de tasas de la Fed será gradual y sobre todo ordenada, junto a los múltiples estímulos monetarios desde otros bancos centrales, siguen dando espacio para que el apetito por riesgo global continúe vigente”, explicó Gustavo Ber, economista del Estudio Ber. “Ello se combina con una creciente demanda por activos locales, la cual se refleja con claridad no sólo entre los bonos, sino también en las acciones, a pesar de tener que cargar todavía con la ‘mochila’ del petróleo”, agregó.

Germán Fermo, director de MacroFinance y de la Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella, indicó que “se está incubando hace rato ya y muy anticipadamente la ‘historieta’ de Argentina como una nueva perla potencial de emergentes y todavía ni activamos un ‘bull market’ de economía real argentina, cosa que quizá ocurra en 2017”. Enfatizó el potencial que ofrece la acción de YPF, el título financiero más representativo de la Argentina en el mundo, cuyo ADR en u$s26 en Nueva York luce como una oportunidad difícil de igualar en caso de un rebote del crudo. “En algún momento del 2015 tengo la sensación de que habrá que considerar seriamente armar una posición long-energía global como trade de mediano plazo”, estimó Fermo.

Quizás está en el sendero correcto: YPF aún no despegó en el breve recorrido de 2015, que comenzó en u$s26,47, mientras que otros ADR mostraron extraordinarios rendimientos en dólares: Grupo Galicia (+45,1%), Edenor (+69%), Telecom (+18,8%), Banco Macro (+28,8%), Banco Francés (35%), IRSA (+16%), Pampa Energía (+57,4%) o Transportadora Gas del Sur (+32%).

Alerta desde Brasil

Alta inflación, dólar estático y tasas reales negativas para plazos fijos vuelven tentadora a la Bolsa local. Pero es un mercado inestable y volátil, descorrelacionado de la economía real, apto para traders curtidos y de alto riesgo para ahorristas corrientes.

Jorge Compagnucci, analista de Fénix Report, advirtió que las apuestas financieras por la Argentina pueden estar impulsando a una “burbuja” en algunos papeles, pues descuentan un escenario en el que el petróleo tocó un piso y en el que no se pondera la amenaza de una eventual crisis en Brasil, que ataque en simultáneo los planos político, económico y social del país vecino. Por el peso específico del socio del Mercosur en la región, su recesión postergará a la vez una pronta recuperación argentina.

Es más importante el ciclo en el que están compenetrados la Argentina y la región, y sobre todo por la estrecha relación que existe entre Brasil y la Argentina. Si Brasil se hunde, la economía argentina se verá socavada brutalmente”, dijo Compagnucci por Desde la Bolsa en Directo. La turbulencia brasileña, junto con la caída del crudo y la devaluación del real, hundieron 23,1% el precio en dólares de la acción de Petrobras en 2015. También Tenaris (-4,4%) sufrió la depreciación del euro y la baja del petróleo.

“Hay que hacer foco en lo que está pasando en Brasil”, subraya el economista y consultor Luis Secco. “La depreciación es frenética, y después de los cacerolazos, llevó a que Fernando Henrique Cardoso y Dilma Rousseff, por separado, hablaran sobre el juicio político. Hay anunciada hasta una marcha el 15 de marzo, y los brasileños no son de salir a la calle”.

“El sistema político está colapsando por la corrupción, igual que el real, y no hay consenso de que con esta devaluación la actividad se recuperará pronto. De hecho, los pronósticos se vienen revisando para abajo y ya varios apuntan a una caída del PBI de 1% este año. Todavía la industria argentina, que complementa la brasileña, no recibió ningún ‘mazazo’ en sus previsiones de pedidos. Pero lo están esperando de un momento a otro”, alertó Luis Secco.

Dólar: impacta con fuerza la baja de commodities

Pasados los dos primeros meses del año, el declive de precios para los granos y derivados golpea en los ingresos por exportaciones. Las ventas de cereales, oleaginosas y derivados mostraron una caída de 31,7% respecto del mismo período de 2014, en un sector que representa un tercio de las ventas externas argentinas.

Según informaron la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre enero y febrero ingresaron divisas por u$s2.022 millones, monto equiparable al de cinco años atrás, cuando se rindieron u$s2.016 millones entre el 4 de enero y el 26 de febrero de 2010. La baja es sustancial en un marco de restricción de dólares necesarios para aportarle dinamismo a la economía local, pues los poco más de u$s2.000 millones declarados por el agro en el primer bimestre de 2015 quedaron lejos de los u$s2.960 millones de 2014, los u$s2.317,8 millones de 2013 (-12,8%), u$s2.850,6 millones de 2012 (-29,1%) y u$s2.647,7 millones de 2011 (-23,6%).

Esta caída no dio de lleno en las reservas, en gran medida, por el retroceso de las cotizaciones de los hidrocarburos, cuando el sector energético desplazó al complejo automotriz como el principal rubro importador de la economía argentina. Según el Banco Central, las compras de energía al exterior ascendieron a u$s13.423 millones en 2014 (+8,1% interanual), contra u$s12.000 millones importados por las automotrices para abastecerse de autopartes, insumos y unidades terminadas, un 38,7% menos que en 2013.

Asimismo, la caída del crudo permitió un sostenimiento en el superávit comercial, pues el intercambio registra una retracción de exportaciones e importaciones en proporción similar, como ocurrió en enero pasado (-18% y -19%, respectivamente). En los últimos doce meses el barril de petróleo de Texas se desplomó 52,7%, a los actuales 50 dólares. En el mismo lapso, la tonelada de soja se depreció 28%, de 517 a 372 dólares.

El BCRA destacó en un informe que en los últimos meses “no se cumplieron las expectativas de devaluación y crecieron las reservas“, dado que los activos internacionales alcanzaron los u$s31.458 millones, con una suba interanual de 14,9 por ciento. Sin embargo, la mayor parte de esa recuperación se registró a partir de octubre, cuando comenzó a activarse el “swap” firmado con el Banco Central chino. Este acuerdo de intercambio de monedas locales tiene un alcance total equivalente a 11 mil millones de dólares. Argentina captó yuanes que representaron unos u$s814 millones el 30 de octubre de 2014, otros u$s500 millones el 17 de noviembre y u$s1.000 millones el 11 de diciembre, más u$s800 millones entre el 13 y el 30 de enero últimos.

En menos de cinco meses las reservas del BCRA pasaron a integrarse en un 10% del total por yuanes, equivalentes a unos 3.114 millones de dólares. Además, desde julio el país recayó en default “selectivo”, por cuanto se siguen contabilizando en el activo del ente monetario los vencimientos de bonos reestructurados que no pudieron pagarse por el fallo del juez Griesa en los EEUU. Estos intereses de bonos Discount, Par y Global 17 en moneda extranjera no atendidos desde el 30 de junio pasado rondan los 1.230 millones de dólares.

Sólo estos dos conceptos (“swap” y default) maquillan en más de u$s4.300 millones a las reservas y explican el 13,8% del total computado por el BCRA como activos líquidos. Esta aparente holgura de divisas, sólo de carácter contable, es aprovechada para liberar más dólares a los ahorristas y también a importadores. Según la AFIP, las ventas para atesoramiento efectivizadas en febrero de este año marcaron un récord mensual de u$s463 millones, tres veces más que los u$s167,7 millones vendidos en febrero de 2013.

La inyección de dólares en manos de los particulares se vuelca en parte a ventas en el mercado paralelo, con una renta inmediata de 30% (deducido el 20% por el adelanto del Impuesto a las Ganancias) gracias a la brecha cambiaria del 50 por ciento. Es el arma más efectiva que encontró el Gobierno para moderar el alza del “blue”, que en los últimos 12 meses avanzó sólo 16%, una tasa inferior a la de plazos fijos en pesos y a la inflación. Pero esta ecuación trae consigo nuevos riesgos: mientras que en el primer bimestre de 2014 las ventas para atesoramiento y turismo significaron u$s329,1 millones, un 11,1% del total liquidado por el agro en el período, este año aumentaron en el lapso enero-febrero a u$s1.026,2 millones para ahorro y viajes, un 50,1% del total exportado por cerealeras y aceiteras.