Dólar: “ley seca” para la paz cambiaria

La reversión de tendencia para las reservas es un potente argumento a favor del Gobierno. Los activos del BCRA aumentan casi u$s800 millones en noviembre y se acercan a u$s29.000 millones, un progreso que no ocurría desde los u$s1.200 millones sumados en abril, cuando el organismo acopió casi con exclusividad las divisas que liquidaron los exportadores del agro durante la cosecha gruesa.

El swap con China, cuyas primeras dos etapas se efectivizaron las últimas semanas, inyectó otros 1.300 millones de dólares. Aún cuando en concreto se trata de una virtual línea de crédito para agilizar y ampliar el comercio con el gigante asiático, la prescindencia de dólares para las transacciones con este importante socio comercial aportó certidumbre al volátil escenario del mercado de cambios.

El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, puede exhibir la suba de reservas y la caída del dólar “blue” como visibles éxitos, luego de la escalada alcista del billete, que llegó a los $15,95 el 24 de septiembre pasado. Es cierto, el dólar se “amansó” y recortó a 33% la ganancia de 2014 (de $10,04 a $13,35), ligeramente debajo de la línea de inflación real, pero no hay que olvidar que este reverdecer de las reservas se produce en condiciones excepcionales, pues a los manejos contables con el swap chino y préstamos acordados con el Banco de Francia –instrumento recurrente desde ejercicios anteriores-, hay que computar la restricción de divisas para importaciones, que le están permitiendo a la autoridad monetaria adquirir unos u$s500 millones en el mercado mayorista este mes, como hegemónico tomador de la plaza.

Muestra de ello es que en el desplome de 39,2% del saldo comercial de octubre (a u$s361 millones), hubo una caída de 14% en importaciones, consecuencia de la dosificación de las divisas, y de 16% en las exportaciones, por efecto de precios más bajos en el exterior y la erosión de competitividad por la quietud del dólar mayorista.

Vanoli apuesta a torcer la expectativa de un próximo salto del dólar como el ocurrido en el arranque del año. Por radio Nacional Rock explicó que “dar certidumbres y confianza de que no va a haber una devaluación no quiere decir que el tipo de cambio se vaya a mantener fijo, sino que se va a administrar en función de distintas variables para mantener competitividad en la economía”.

En la “era Vanoli” se observa el impacto del ajuste monetario que se inició en enero, con la expansión de la colocación de letras del Banco Central (LEBAC) y el incremento de las tasas a un nivel más próximo al ritmo de los precios de bienes y servicios. Este retiro de grandes volúmenes de pesos del mercado atenuó la demanda de dólares, aunque contribuyó a la retracción de la actividad. Una suerte de “ley seca” para la plaza financiera por la cual los pesos emitidos para financiar al fisco luego son absorbidos por el propio Banco Central, con un sobrecosto del 27% anual, la tasa que ofrecen los títulos de la entidad.

Datos del organismo indican que el ítem “operaciones del sector público” para cubrir la necesidad de fondos de la administración nacional explicaron desde el 1° de enero al 14 de noviembre un incremento en la Base Monetaria de $96.958 millones, que fue neutralizado por la emisión de letras y notas del BCRA por 95.750 millones de pesos.

Aunque escapa a los análisis técnicos, también fue efectiva la estrategia de avanzar con inspecciones y sanciones sobre reconocidas sociedades de Bolsa y agencias de inversión. La advertencia fue captada de inmediato por los actores de los circuitos financieros formal e informal, que están intercomunicados: en dos meses, el dólar paralelo cayó 16,3% y sus variantes bursátiles (“contado con liqui” y dólar MEP), restaron 19%, para pactarse debajo de 12 pesos.

La calma cambiaria es recibida con los brazos abiertos por consumidores y ahorristas, ayuda a desacelerar la inflación, pero no implica una solución consistente para los próximos meses. El año electoral será un período propenso a la expansión del gasto público, con importantes vencimientos de deuda en dólares. Habrá una lluvia de pesos: el ministro Axel Kicillof no deja margen para dudar de lo que vendrá: justificó el persistente desequilibrio en las cuentas públicas y señaló que “el Estado tiene que entrar en déficit fiscal para generar demanda” y con ello dar “señales de inversión al sector privado”.

El BCRA promovió además el incremento de las tasas de interés para minoristas, hoy en promedio de 24%, que no significó una mejora sustancial en las colocaciones a plazo fijo del sector privado, pues desde enero aumentaron 24,2 por ciento. Esto es un estancamiento en términos reales, con rendimiento negativo frente a una inflación acumulada en los primeros 10 meses del año de 33,25%, según el “índice Congreso”. El contraste es notorio al ver la evolución de la venta autorizada de divisas para atesoramiento y turismo, que se aproxima a los u$s3.000 millones en 2014 y se afirma mes a mes en niveles récord. El ahorrista todavía prefiere dólares.

El agro compensa el déficit de autos, turismo y energía

A través del Balance Cambiario, el Banco Central difundió la semana pasada los datos consolidados de las operaciones en el Mercado Único y Libre de Cambios del primer trimestre de 2014. En términos generales, se observó una disminución en la salida de dólares por intercambio de bienes y servicios, aunque se profundizó la caída de reservas aún con la devaluación de enero.

Tal como lo demuestra el intenso ritmo de liquidaciones en el mercado mayorista de divisas, las exportaciones del agro, principalmente la soja y en particular sus derivados industriales como aceites y harinas, posibilitaron ingresos trimestrales por u$s5.000 millones que equilibraron la salida de divisas de los rubros automotriz, turismo y energía, por casi 3.800 millones de dólares. Las exportaciones de las cerealeras crecieron un 1% interanual, a 5.003 millones de dólares. Este aumento permitió al agro acaparar un tercio de las ventas del período, debido a que “el conjunto del resto de los sectores registró cobros por exportaciones por u$s10.130 millones, mostrando un descenso interanual de 13%”, según consignó el BCRA.

La apreciación del dólar incide este año en la disminución del déficit comercial automotriz, que en todo 2013 acumuló un rojo récord de u$s8.178 millones, en una tendencia declinante que coincide con el ciclo de baja en la producción, debido a la dependencia sectorial de piezas, insumos y unidades terminadas de origen extranjero. El rojo automotriz se redujo un 25,3%, a u$s1.002 millones entre enero y marzo de 2104, contra u$s1.342 millones del mismo período del año pasado.

En esta actividad también impactó el aumento de los impuestos a los vehículos de alta gama, aplicado para desalentar la demanda de autos importados, que en 2013, medidos a cotización “blue”, llegaron a pagarse más baratos que en sus países de origen. Además de las ventas internas, la disminución de las exportaciones a Brasil fue muy perjudicial para la industria. Entre enero y marzo, las terminales nacionales produjeron un 16,2% menos respecto del mismo lapso de 2013, mientras que las exportaciones cedieron un 17,8 por ciento.

En cuanto a los servicios, el sector turístico también recortó el profundo déficit que mostró durante todo 2013, fruto de la devaluación del peso que encareció los viajes al exterior, así como el incremento de la imposición a cuenta de Ganancias hasta el 35 por ciento. Así, el déficit por servicios turísticos contabilizó una contracción del 30,5% respecto de los u$s1.725 millones del primer trimestre de 2013, a u$s1.199 millones entre enero y marzo de 2014. La cuenta de turismo fue la más deficitaria del año pasado, por unos 8.700 millones de dólares.

El Gobierno alcanzó un modesto objetivo al contener la salida de divisas comerciales, con el elevado costo recesivo que significó la devaluación y el incremento de los impuestos. Hay que subrayar que la factura energética dificultó esta tarea: en el primer trimestre, las empresas vinculadas al sector energético dejaron un rojo por u$s1.562 millones en el intercambio de mercancías, un 123% más que en el mismo período de 2013.

Un dato para preocuparse es que el primer trimestre siempre es el de menor demanda de importaciones energéticas. No obstante, en este lapso, las compras aumentaron un 33%, hasta u$s2.934 millones: con esta tendencia el año podría finalizar con importaciones por más de u$s16.000 millones si se aspira a cubrir las necesidades de hidrocarburos y electricidad que requiere la economía argentina. Sólo una recesión marcada podría reducir esta demanda, lo cual agregará un problema mayor en lugar de una solución.

¿Por qué cayeron las reservas?

En la “cuenta corriente cambiaria”, que incluye las transacciones de bienes, servicios –como el turismo- y rentas –como el pago de intereses de deuda-, el Banco Central contabilizó una salida de u$s2.103 millones en el primer trimestre, un 7% menos que en 2013.

Sin embargo, la “cuenta capital y financiera cambiaria”, que contempla la inversión extranjera, los préstamos de organismos internacionales y las diversas líneas de crédito del exterior, entre otros ítems, dejó un saldo negativo de u$s1.628 millones entre enero y marzo, cinco veces más que los u$s323 millones del mismo período de 2013. Esto significa que las empresas optaron por cancelar créditos contraídos en el exterior antes que tomar nueva deuda, para aprovechar un tipo de cambio que todavía luce atrasado, a la vez que el Estado canceló más préstamos con organismos multilaterales y bilaterales que los que pudo renovar.

El rojo de las cuentas corriente y capital-financiera sumaron entonces unos u$s3.723 millones, que luego de ajustes contables explican la pérdida de reservas del BCRA por u$s3.592 millones entre enero y marzo, un 26% más que en 2013, monto que no pudieron atenuar la devaluación y los controles a las importaciones.