En las reservas ya hay más yuanes que dólares

Hace casi un año, el 29 de octubre de 2014, las reservas internacionales del Banco Central se situaban en un nivel parecido al de hoy, en 27.346 millones de dólares. El 1° de octubre del año pasado Alejandro Vanoli asumió la presidencia de la entidad en reemplazo de Juan Carlos Fábrega con el firme objetivo de sostener el nivel de activos a través de un recurso que se había usado escasamente en el pasado, la firma de acuerdos de “swap” o intercambio de monedas con otros bancos centrales del mundo.

Así, el 30 de octubre de 2014 se activó el primer tramo del “swap” rubricado con el Banco Central de China, por el equivalente en yuanes a 11.000 millones de dólares. Entonces, el 80% de las reservas del BCRA, o poco menos de USD 22.000 millones, estaban nominados en dólares estadounidenses, que incluían fondos netos, depósitos bancarios como encajes o títulos realizables en dólares, como bonos del Tesoro de los EEUU.

Con el transcurso de los meses dicha relación fue retrocediendo a menos de la mitad, pues se utilizaron los dólares para pagar deuda pública o surtir de billetes a los minoristas para ahorro y turismo. Mientras tanto, esa salida de dólares del sistema financiero local se compensó con el ingreso de yuanes prestados, divisas que en el mundo no son consideradas como reserva de valor o moneda “dura”.

El pago final del BODEN 2015 este lunes, por unos USD 5.900 millones, asestó un golpe a los cimientos del activo del BCRA, que pasó el último año reemplazando dólares genuinos, ganados a fuerza de exportaciones -es decir, trabajo argentino-, por yuanes ingresados a través de asientos contables.

“La Argentina ha cerrado el último capítulo del gran endeudamiento argentino. Argentina ha pagado íntegramente el BODEN 2015”, ponderó la presidente Cristina Kirchner por cadena nacional. Aquella emisión la llevó adelante el gobierno de Néstor Kirchner en 2005 para cubrir los préstamos de dólares que hizo Venezuela a la Argentina, cuando el país aún lidiaba con los bonistas luego del default más grande de la historia. Por ello, la mandataria destacó que “es la primera vez que un gobierno que emite una serie de bonos de endeudamiento es el mismo que los paga y no se los deja a otro”. Sin embargo, queda pendiente otra deuda: la que se oculta en el deteriorado balance del BCRA.

A la fecha, ya activado el total de los tramos del “swap” chino, esos yuanes por USD 11.000 millones significan el 39,7% del total de los activos internacionales del BCRA, en USD 27.713 millones, según datos provisorios, tras el pago del BODEN 2015. Las tenencias de oro en reservas, por unos U$S 2.250 millones, representan ahora un 8,1% del total, mientras que los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI (alcanzaban unos USD 2.880 millones al cierre de agosto) son un 10,4 por ciento.

Si a los activos en moneda extranjera (en divisas convertibles) declaradas por el BCRA descontamos los yuanes, los euros equivalentes a unos USD 1.600 millones (un 6,3% del total) y omitimos las posiciones marginales en otras divisas como la libra esterlina, las tenencias de dólares (en divisas y bonos) ascienden a unos USD 10.000 millones (35,4% del total) por debajo del monto del “swap” chino, lo cual sitúa a los yuanes como el activo de mayor peso dentro de las reservas internacionales de la Argentina.

Tiro por la culata de la CNV que impulsó al dólar

En jornadas decisivas antes de las elecciones presidenciales el Gobierno decidió ajustar los controles sobre la plaza financiera con una desacertada medida que afectó a los Fondos Comunes de Inversión: la Comisión Nacional de Valores (CNV) estableció que las posiciones de activos en dólares en cartera se deben valuar al tipo de cambio oficial comprador del Banco Nación, hoy en 9,31 pesos, en lugar de la cotización bursátil del dólar, en torno a 14 pesos para el “contado con liquidación”.

El organismo que vela por “la transparencia de los mercados de valores y la correcta formación de precios” buscó forzar un desacople entre el precio de los activos y el valor de la cuota parte y, en lugar de proteger, perjudicó a los inversores al obligar a los fondos a desprenderse de los activos en dólares y así bajar las cotizaciones de la divisa en la operatoria bursátil e, indirectamente, en el mercado paralelo.

El ministro Axel Kicillof aseguró que la resolución fue una medida “muy chiquita” y “poco relevante”, y atribuyó el rechazo a la misma a “especuladores políticos tratando de sumar incertidumbre porque creen que se benefician cuando la gente piensa que está todo mal”. El efecto “diminuto” que describió el ministro es una duro ejemplo de cómo la impudencia y la impericia tienen consecuencias: las empresas cotizantes en la Bolsa porteña perdieron $117 mil millones en tres ruedas, según datos del Instituto Argentino de Mercado de Capitales.

La determinación de la CNV, que se evaluó en los despachos oficiales como un condicionamiento puntual sobre un segmento menor del mercado, golpeó a todos los activos. Fue una paradoja que el principal propósito del Gobierno -bajar la presión sobre el dólar-, se dio a la inversa y dañó más el ya deteriorado ánimo inversor. Un evidente “tiro por la culata” de los ejecutores de la política económica hasta el próximo 10 de diciembre.

En lugar de ceder, el dólar “blue” avanzó otro paso y quedó posicionado sobre los 16 pesos. Las cotizaciones implícitas en operaciones bursátiles, deprimidas en un principio por una ola de ventas de bonos públicos, rebotaron como un resorte y volvieron a situarse en los 14 pesos.

Se verificó así la premisa de que las valuaciones en los circuitos bursátil y cambiario evolucionan por la confianza y las expectativas y no por arbitrio de decretos y resoluciones administrativas. ¿Significa que el mercado se mueve en forma independiente de las decisiones oficiales? De ninguna manera: muchos de los números que hoy aporta el Gobierno son los fundamentos que marcar el pulso de las cotizaciones, como el déficit fiscal, nivel de reservas, emisión monetaria, rojo comercial, atraso cambiario, entre otros puntos débiles de la economía nacional.

Cifras del deterioro

Con los datos fiscales de julio conocidos la semana pasada, el déficit financiero de 2015 -posterior al pago de deuda- ascendió a $108.171 millones, un 181% más que los $38.468 millones del mismo período de 2014. Asimismo, el resultado primario reflejó un desequilibrio de $45.802 millones, cuando el año anterior acumulaba un modesto superávit de 2.970 millones. De enero a julio, los giros adicionales para financiar al Tesoro -provistos por el Banco Central, ANSeS y organismos descentralizados- totalizaron 65.595,8 millones de pesos.

Las reservas internacionales del BCRA, respaldo en divisas de los pesos en la economía, se sostienen en u$s33.300 millones por el aporte contable de yuanes equivalentes a unos u$s10.000 millones, producto del “swap” con el Banco Central de China. Según datos al 22 de septiembre, la Base Monetaria se sitúa en niveles récord de $535.125 millones (+39% interanual). Por cada dólar en reservas hay 16 pesos disponibles y esta relación se ampliará luego del desembolso de unos u$s6.000 millones por la cancelación del Boden 2015 el 3 de octubre.

En cuanto al saldo comercial, la vía casi exclusiva para proveer de divisas a la producción doméstica, el INDEC registró en su informe de Intercambio Comercial Argentino (ICA) un superávit acumulado a agosto de apenas USD1.487 millones, un 70% menos que en el mismo período de 2014. Sin embargo, el propio ente estadístico reconoció en su Base Usuaria un déficit comercial USD1.250 millones en los primeros ocho meses de 2015, resultado negativo sin precedentes desde 2001, antes del colapso de la convertibilidad.

El atraso cambiario es el rezago del ritmo de aumento del tipo de cambio respecto de la inflación, que orada la competitividad y el empleo debido al aumento de los costos internos, tanto en pesos como en dólares. En el recorrido de 2015 el dólar oficial subió 10%; el “blue”, un 14,3%; el índice Merval, un 14,2%, mientras que la inflación minorista acumuló un 18,3%, según datos del sitio Inflación Verdadera. En la comparación interanual, el dólar paralelo se incrementó apenas 2% desde los $15,75 del 25 de septiembre de 2014, el dólar oficial aumentó 11,5%, el Merval cayó 19,4%, y la inflación acumulada se aproximó a 27% (26,5% según Inflación Verdadera, 26,6% para la Inflación “Congreso”).

Escenario comprometido para llegar a fin de año

La profundización de la tendencia bajista para los activos como reflejo de la apreciación global del dólar se precipitó la última semana con una agresividad aún no asimilada por la dirigencia argentina, enfocada en la política y la trascendente pelea electoral que definirá el cambio de Gobierno a partir del 10 de diciembre.

Más atentos a la realidad cotidiana, frente a una actividad económica estancada y la inflación persistente, los ahorristas siguieron buscando dólares como cobertura. Las ventas para atesoramiento superan los u$s4.000 millones en 2015 y agosto se encamina a ser un mes récord de adquisiciones minoristas: en dos semanas se efectivizaron casi 500 millones de dólares.

El dólar “blue” alcanzó los $15,10 el viernes, su valor más alto del año, empujado por la escasez en la oferta de billetes, dado que aquellos que compran divisas formales son reticentes a venderlas en el mercado negro, aún con un arbitraje de 62% por la brecha cambiaria, que permite una ganancia inmediata en pesos mayor al 30% si se descuenta la percepción anticipada del Impuesto a las Ganancias para retirar los billetes del banco.

Igual que en décadas pasadas, el dólar vuelve a tomar protagonismo como un activo seguro y, ahora, barato. En 2015 el dólar oficial aumentó un 8% y el paralelo, un 7,5%, casi la mitad del 14% de inflación entre enero y julio. En los siete primeros meses del año, los precios minoristas subieron en promedio 13,9% según la “inflación Congreso” y 13,8% según el IPCBA, indicador relevado por la Dirección General de Estadística y Censos del Gobierno porteño.

El sacudón externo vino más fuerte desde China, por la resonante devaluación del yuan cerca de 5% en la semana. El país asiático es el segundo destino de las exportaciones nacionales, detrás de Brasil, que depreció el real un 24% desde enero. El euro, en tanto, cae en el año un 8,6 por ciento. Entre los tres concentran la mitad de las ventas externas de la Argentina.

La devaluación de los principales socios comerciales y la apreciación real del peso argentino –al devaluarse a un ritmo menor que el de la inflación- tiene un efecto de pinzas: le compran menos a la Argentina, cuyos productos se encarecen en sus monedas locales, y ganan competitividad cambiaria para venderle más barato a nuestro país.

Los dólares comerciales son la única fuente genuina de divisas, debido a que los canales financieros están obstruidos por el “cepo” cambiario y el “default selectivo”, que ya cumplió más de un año. La dramática caída del potencial exportador argentino en 2015 se observa a las claras en los granos y sus derivados industriales. Este complejo exportador representa un tercio de las exportaciones nacionales y desde el fin de 2014 sufrió caídas de precios en todas sus variantes: porotos de soja (-10,1%), aceites (-10%) y harinas de soja (-9,1%), y maíz y trigo sin procesar (-8,3% y -14,1%, respectivamente). Una caída de cotizaciones en torno al 10% para el agro es una baja mayor al 3% en el total de exportaciones argentinas sólo por precios, sin afectar cantidades.

La caída de precios de bienes transables se extiende a todos los rubros. El INDEC señaló que “en el acumulado al primer semestre de 2015 el saldo de la balanza comercial fue de 1.232 millones de dólares. Si en este período se hubiesen registrado los mismos precios que en el acumulado al primer semestre de 2014 el saldo comercial hubiese sido de 3.874 millones de dólares”. Bajo este supuesto el país tuvo una pérdida en los términos del intercambio de casi u$s3.000 millones en la primera mitad del año.

En ese contexto, las reservas del BCRA acusaron el impacto: cayeron casi u$s300 millones en dos semanas de agosto por las ventas netas de divisas en el mercado mayorista, para satisfacer la demanda de los ahorristas, y el impacto de la caída del yuan, pues por los tramos activados del “swap” de monedas con China, esas divisas componen la cuarta parte del total de activos internacionales.

La apertura del “cepo” se llevó casi u$s4.000 millones

En un año de apertura parcial del “cepo”, las ventas minoristas insumieron casi 4.000 millones de dólares: desde el 27 de enero de 2014, cuando se flexibilizaron las restricciones cambiarias, la AFIP autorizó operaciones por u$s3.357,8 millones para atesoramiento y u$s541,6 millones para turismo.

Después de la devaluación del peso impulsada por el Banco Central en enero de 2014, que significó la mayor apreciación del dólar oficial desde la salida de la convertibilidad, la AFIP y el Banco Central dispusieron la apertura parcial del “cepo” cambiario, que prácticamente mantenía paralizadas las ventas al público desde el 31 de octubre de 2011. En el transcurso de un año se efectivizaron unos u$s3.899,4 millones, y si se toman en cuenta las operaciones validadas, este monto se extendió a u$s4.373,4 millones: u$s3.705 millones en concepto de ahorro y u$s668,4 millones por viajes al exterior.

Si bien son numerosos los factores que inciden en el ingreso y egreso de divisas a las arcas del Banco Central, este monto de demanda minorista representó un 13,6% del total de reservas que contabilizaba la entidad al 27 de enero del año pasado (u$s28.704 millones) y el 12,4% de estos activos internacionales informados hasta el lunes, de 31.276 millones de dólares. Fue un importante sacrificio de fondos líquidos para descomprimir la oferta minorista.

El incremento de la inflación en torno al 38% en los últimos doce meses, según datos de consultoras, superior al aumento promedio de los salarios fijado por paritarias (un 29,7%, según el Ministerio de Trabajo), erosionó el excedente de pesos en manos del público y ayudó a enfriar la demanda por la divisa en el mercado formal.

No obstante, el ostensible atraso cambiario resultado de un aumento del dólar oficial muy por debajo de la inflación pulverizó una eventual pérdida de capacidad de ahorro en dólares de los asalariados. En el promedio de casas de cambio y bancos del microcentro porteño, la divisa para la venta subió apenas un 8,2% desde el 24 de enero del año pasado hasta este lunes, de 8,02 a 8,68 pesos. En proporción similar, el dólar mayorista o interbancario, referencia para todos los circuitos del mercado y tipo de cambio para las operaciones de comercio exterior, avanzó apenas un 7,7%, desde 8,01 a 8,6275 pesos. En la plaza mayorista es el Banco Central el que determina las cotizaciones, a través de las operaciones de regulación de liquidez propias de un régimen cambiario de flotación administrada.

De esta forma, las ventas para turismo y ahorro se estabilizaron bien por encima de los u$s400 millones mensuales, mientras que nueve de cada diez de esos dólares fueron retirados de los bancos. Esto quiere decir que los particulares están dispuestos a pagar el recargo del 20% sobre la compra de dólares para tenencia, como anticipo del Impuesto a las Ganancias, a cambio de “fugar” sus billetes del sistema financiero.

La apertura parcial de la venta de divisas al público reportó un triunfo al Gobierno, al haber contribuido a limitar la evolución alcista del dólar paralelo. En el mercado “blue” avanzó apenas 16,7% desde los $11,70 del viernes 24 de enero de 2014 a los $13,66 del lunes. La brecha entre el dólar oficial y el informal en torno al 60% fue aprovechada por muchos ahorristas, que se hicieron de un “plus” en su sueldo de bolsillo, al adquirir divisas en la plaza formal y venderlas en la informal.

Las autoridades dan vía libre a esta operatoria para conseguir el objetivo de “desinflar” los precios en el mercado negro a través de una oferta más abundante y la competencia de un dólar oficial a todas luces percibido como barato. Esta victoria es costosa, pues además de la pérdida de reservas exige el mencionado atraso cambiario, eficaz en lo inmediato, pero que alimenta la expectativa de otra fuerte devaluación en próximos meses.

El dólar ‘blue’ tantea un piso

El arribo de Alejandro Vanoli a la presidencia del Banco Central significó la puesta en marcha de una serie de medidas de control adicionales sobre el mercado financiero, que detonaron una caída del dólar informal de 28% en apenas 40 días. La divisa norteamericana llegó a ofrecerse a $12,47 durante el mediodía del lunes. Este precio es un 27,9% inferior al récord de cierre de $15,95 del 24 de septiembre, cuando los temores por las consecuencias del default “selectivo” de los bonos Discount y Par extendieron el pesimismo inversor.

El dólar oficial minorista recortó la brecha con el “blue” a menos del 50%; también quedó debajo de 30% la diferencia con el dólar “ahorro”. El incremento de los volúmenes operados para atesoramiento minó la demanda en la plaza informal y alimentó la oferta: en diez días de noviembre las ventas autorizadas a particulares rozaron los u$s230 millones, más que la mitad del monto récord de octubre (u$s446,5 millones). “El Gobierno está utilizando al Banco Central vendiendo dólares en el ‘dólar ahorro’, que parte de eso después se vende en el mercado informal”, dijo a InfobaeTV Agustín Echebarne, de la Fundación Libertad y Progreso.

La suspensión de las sociedades de Bolsa Arpenta y JR bursátil, de la casa de cambios América, y la multa de $160 millones para el Banco de Valores fueron muestras contundentes de la ofensiva de Vanoli, secundado por otros funcionarios de menor rango como el superintendente de Entidades Financieras, Germán Feldman. Además, las autoridades del Central citaron a una docena de operadores cambiarios y sociedades de Bolsa para dar explicaciones sobre supuestas violaciones de la Ley Penal Cambiaria. Los agentes del mercado sienten la presión de estar en la mira de los entes de control y limitan los negocios como no se detectó desde la imposición de las restricciones cambiarias en de octubre de 2011.

La estrategia de Vanoli consiguió un rápido resultado, aunque los analistas dudan de la posibilidad de sostener este escenario en los próximos meses. “El tipo de cambio está subiendo tan ordenadamente, que eso marca que todavía la corrida no se armó. Esto es suba con compra y corrección. A cada suba del blue desde sus máximos sobrevino una corrección entre el 20 y el 25 por ciento. Me parece que vimos el piso”, señaló Marcelo Trovato, analista de Pronóstico Bursátil a Desde la Bolsa en Directo. Por InfobaeTV, el economista Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, recordó que “el tipo de cambio oficial prácticamente no se ha movido en octubre y si esto sigue así, el tipo de cambio real cada vez va a estar más atrasado”.

Una variable que grafica este estado es el salto del dólar en Brasil, que deteriora la competitividad cambiaria argentina frente a su principal socio comercial. La divisa norteamericana ascendió 5,8% desde el 24 de septiembre de 2,41 a 2,55 reales, mientras que en la Argentina, según la cotización mayorista, ganó apenas 1%, desde los 8,428 a los 8,51 pesos, período en el que el “blue” perdió 26,1%, a los $12,65 del cierre del lunes.

“El Gobierno consiguió mejorar las perspectivas de las reservas de acá a fin de año, básicamente porque alcanzó un acuerdo con los exportadores, que prometieron acelerar las liquidaciones a u$s5.700 millones hasta fin de año”, recordó Agustín Etchebarne. La semana pasada, el complejo agroexportador rindió u$s641 millones por ventas al exterior, con un fuerte aumento de la oferta de billetes que permiten al BCRA acaparar las compras y fortalecer sus activos. Las reservas del Banco Central se sitúan hoy en 28.156 millones de dólares. Sin embargo, la intensificación de la emisión de pesos para financiar al fisco mantiene la relación de “convertibilidad” entre la cantidad de pesos en la Base Monetaria y los activos internacionales en $14,49 por dólar, tasa que le da al dólar paralelo un potencial de suba de casi 15 por ciento.

Otro indicador que refuerza la idea de que el “blue” está en un precio de piso es el nivel de inflación, que según cálculos privados acumuló un alza superior al 30% entre enero y octubre. En poco más diez meses, el dólar informal avanzó un 26%, por lo cual a valores actuales mantiene un rezago respecto del encarecimiento del promedio de bienes y servicios de la economía.

Un mes de bruscos sobresaltos financieros

En el plano económico, la novedad sobresaliente del pasado octubre fue el reemplazo de Juan Carlos Fábrega por Alejandro Vanoli en la conducción del Banco Central. Este nombramiento tuvo decisivas derivaciones: el ajuste de los controles sobre el mercado y los gestos contundentes para disuadir a los referentes de la plaza financiera que buscaban el refugio del dólar. Éstos últimos optaron por desarmar posiciones, con relativo éxito para frenar la escalada del precio de la divisa. Si esta presión permite un forzado triunfo al Gobierno, trae duras consecuencias, como el exacerbado el “cepo” a las importaciones y una continuidad sin plazo para la recesión. El propio INDEC reconoció que la producción industrial acumuló 14 meses de retroceso interanual.

Inspecciones rigurosas, como el publicitado allanamiento a la sociedad de bolsa Arpenta, y la advertencia del titular del BCRA acerca de que se investigará si hay maniobras de lavado de dinero en las operaciones de “contado con liquidación” fueron ejemplos de las movidas oficiales que desactivaron la dolarización de carteras a través de operaciones bursátiles formales. Cayó el volumen negociado en la Bolsa y el índice Merval perdió en promedio un 12,2% en octubre.

En el mismo sentido, también se recortó con fuerza el precio implícito del dólar en transacciones financieras, al dividir las cotizaciones en pesos en la Bolsa porteña por los precios en dólares en Wall Street. El “contado con liqui” se desplomó 12% (de $14,93 a $13,14), el dólar MEP cayó 12,6% (de $15,26 a $13,34) y el dólar “blue” perdió 9,1% (de $15,72 a $14,28).

El descenso del dólar informal tuvo cierto sustento si se observa la relación de “convertibilidad” entre la Base Monetaria ($396.113 millones) y las reservas (u$s27.402 millones), con datos actualizados por el BCRA al 23 de octubre, que resulta en un dólar teórico de $14,45, más cercano al valor actual del “blue” que de los casi 16 pesos del 24 de septiembre pasado. El atraso cambiario parece ser un baluarte del esquema económico: el dólar mayorista terminó el mes en $8,5025, con una suba de apenas 0,9%, la mitad que la inflación real, desde los $8,4275 del final de septiembre.

Sobre el cierre del mes, el Banco Central activó el swap con China y sumó unos u$s800 millones a las reservas, a las que hay que añadir unos u$s200 millones adquiridos en el mercado mayorista, donde la autoridad monetaria monopoliza las compras, a expensas de los importadores. Así, el ente emisor logró un modesto éxito: terminar octubre con un saldo positivo de u$s237 millones para los activos internacionales, en u$s28.103 millones, aún con la efectivización récord de divisas para atesoramiento y turismo por un total de 485 millones de dólares. Hay que recordar que por el default “selectivo”, el BCRA todavía contabiliza u$s700 millones de intereses de bonos Discount y Par, cuyo desembolso fue bloqueado por el juez Thomas Griesa.

De todos modos, hay que resaltar las muy buenas noticias desde el frente externo. Por una parte, los precios de la soja rebotaron desde sus pisos del año y recuperaron un 14% en el mes. Los granos y sus derivados aportan más de un tercio de las exportaciones argentinas y las mejores cotizaciones en el exterior alientan mayores liquidaciones de divisas.

A la vez, se consolidó el descenso del precio del petróleo, que permitirá a la Argentina estabilizar en 2014 el déficit en materia energética, que había trepado en todo 2013 a unos 6.500 millones de dólares. El barril de crudo de Texas se situó apenas sobre u$s80 el barril y desde enero cedió 18%, mientras que la variedad Brent, que se negocia en Londres, perdió alrededor de 25% en el año.

Según el Balance Cambiario del BCRA correspondiente al tercer trimestre del año, en el lapso julio-septiembre los pagos de importaciones de las empresas vinculadas al sector energético bajaron un 7% o u$s258 millones frente al mismo período de 2013. Si bien entre enero y septiembre las compras de energía al exterior se mantuvieron por encima del año anterior (u$s10.800 millones frente a u$s9.722 millones), la tendencia es declinante por el efecto conjunto de la recesión local y la baja de precios internacionales.

La conclusión que dejó octubre es la de una cierta tregua financiera en un país aquejado por el estancamiento, el default y la carencia de crédito. Es un poco de aire fresco para una política económica agotada, que tiene como único objetivo pagar el menor costo político posible para llegar al cambio de mando en diciembre de 2015, a costa de postergar esfuerzos contra los problemas de base acumulados desde la intervención del INDEC para encubrir la inflación, el atraso cambiario que nació a la sombra de “crisis del campo” de 2008 y el camino sin retorno a la recesión que significó el “cepo” al dólar desde 2011.

Múltiples razones detrás del récord de dólar “ahorro”

Las compras de dólar para atesoramiento se aceleran con el transcurrir del año, incentivadas por un incremento del dólar oficial que apenas acompaña a la inflación y no puede escapar al atraso cambiario acumulado en tres años de establecido el control de cambios.

En ocho días hábiles de octubre la demanda minorista cursada por el circuito oficial ascendió a u$s323,1 millones, que representan un 85% del total vendido en septiembre, hasta ahora el mes récord con 379,1 millones de dólares. Transcurrió un tercio de octubre y ya es el segundo mes con más dólares efectivizados para minoristas.

¿Los ahorristas tienen más dinero ahora que a comienzos del año y por eso demandan más divisas? Seguramente no en términos reales: los incrementos salariales registrados durante las paritarias, con un promedio de 29,7% según el Ministerio de Trabajo, coinciden con el 29,8% que aumentó en el año el dólar oficial en el mercado mayorista, de 6,523 a 8,467 pesos.

Un motivo menos obvio que el atraso cambiario está detrás de la transferencia de pesos excedentes –y no tanto- del consumo al ahorro en moneda dura. La incertidumbre sobre el futuro de la economía llevó a muchos pequeños ahorristas a optar por el refugio del billete verde, en detrimento de la compra, por ejemplo, de bienes durables, que tanto favoreció la expansión de la actividad interna.

Esta cobertura del “chiquitaje”, como se dice en la jerga financiera, tiene doble consecuencia recesiva: contrae el consumo y retira dólares del sistema financiero, imprescindibles para inyectar dinámica al comercio exterior, debido a que nueve de cada diez dólares para atesoramiento salen de los bancos y se “fugan”, disminuyendo además las reservas del Banco Central. Parcialmente contrarresta esta pérdida la percepción anticipada de 20% en concepto de impuesto a las Ganancias por cada transacción, aunque luego puede ser deducida.

El Gobierno insistió la semana pasada en que no suspenderá la alternativa de la compra legal del dólar para ahorro, habilitada desde el 27 de enero, ni alentará una devaluación abrupta, lo cual mantendrá como muy atractivo el precio de la divisa, cuando el dólar paralelo se aproxima a los 15 pesos, con una brecha que aún con la carga impositiva es casi del 50 por ciento.

Dentro de la colección de contradicciones oficiales está el control de cambios, impuesto con la intención de preservar las reservas sin apurar la devaluación, en un escenario de déficit fiscal, elevada emisión de pesos y escalada inflacionaria. En tres años de “cepo” las reservas cayeron un 42%, de u$s47.523 millones del 31 de octubre de 2011 a unos u$s27.615 millones hoy. Y la economía se sumió en una clara recesión que promete extenderse a 2015.

Otro “subsidio” a los que más ganan

La apertura parcial del mercado minorista, con cupos establecidos por la AFIP, no llega a satisfacer la demanda de los ahorristas, pues el mercado marginal se mantiene firme y con precios en alza, y tampoco consigue proteger las reservas del BCRA. En el año, por ahorro y turismo el público demandó un total de u$s2.414,4 millones, mientras que los activos internacionales de la entidad monetaria cedieron 2.984 millones de dólares. Si bien hay múltiples factores que explican el ingreso y egreso de divisas a las arcas del BCRA, las ventas para atesoramiento contribuyeron a esta merma.

Con la misma debilidad de criterio se resolvió incrementar las tasas que los bancos deben ofrecer a los ahorristas, con un piso de 23% anual, y triplicar la garantía para depósitos a plazo fijo a 350.000 pesos. Mientras el dólar oficial y el “blue” avancen a mayor ritmo que los rendimientos por esas colocaciones, seguirá el apetito por la divisa y el sacrificio de reservas, aún cuando la cotización aumente a menor ritmo que la inflación, algo poco probable. Prueba de ello es que en octubre ya se contabilizan 482.440 particulares que compraron dólares por el circuito formal, un 50% más que en el mismo lapso de septiembre, cuando lo hicieron 322.026 personas.

Por otra parte, queda plantear si este procedimiento no implica un subsidio para los que más ingresos tienen. Un tercio de los asalariados, que trabaja “en negro”, tiene vedado el acceso al mercado de cambios. También aquellos que cobran “en blanco”, pero con ingresos inferiores a $8.800 mensuales (equivalentes a dos salarios mínimos). Asimismo, como se pueden adquirir dólares por una proporción de los ingresos registrados, los que más ganan, más divisas “baratas” pueden comprar, lo que luce como una política regresiva si en el futuro no se mantiene este nivel tan bajo de tasa de cambio.

Las operaciones para atesoramiento de octubre dejan un promedio de u$s670 por individuo. Como la AFIP fija un cupo determinado por el 20% del ingreso promedio mensual comprobable en el promedio de los últimos doce meses, puede inferirse que el ingreso medio del ahorrista en dólares es de unos 28.300 pesos, un salario que de ninguna manera puede ser equiparado por la mayoría de los trabajadores argentinos.

A este beneficio para el asalariado de altos ingresos hay que sumarle la diferencia que puede hacerse por la posterior venta de los dólares formales en el mercado paralelo. En el caso de los u$s670 de promedio, representarían una ganancia aproximada de unos $3.000 –más de 10% del salario-, aún contabilizando la percepción por Ganancias y el spread que descuentan los cambistas de las “cuevas” respecto del precio de venta del “blue”.

El mes de la “dolarización”

En un difícil año para la economía, el mes de septiembre será recordado por la profundización del default y la declaración de desacato en los tribunales de los EEUU. También por cifras para el asombro en el plano financiero debido a la revalorización de activos, como resultado de la creciente incertidumbre que motorizó los negocios, a falta de fundamentos positivos.

La Bolsa de Comercio local es la plaza que más ganancias obtuvo en el año en todo el mundo. La búsqueda de cobertura ante una inflación persistente y el riesgo de una devaluación brusca que muchos operadores anticipan intensificó las posiciones dolarizadas en acciones y títulos públicos, pues empresas y grandes inversores se valieron del canal financiero para acceder a divisas.

Para las transacciones que se efectivizan en el exterior, es decir el dólar “contado con liquidación” o “cable”, el tipo de cambio implícito finalizó en $14,93, con un incremento de 15,6% en septiembre. Para las operaciones que se cierran en el mercado interno con títulos públicos, es decir el dólar “bolsa” o MEP (Medio Electrónico de Pago), la cotización finalizó en $15,26 y un alza mensual del 17,1 por ciento.

“En el plano doméstico, la escena estuvo nuevamente dominada por el conflicto con los holdouts, que motivó a los inversores a acentuar la dolarización de las carteras, elevando el tipo de cambio implícito en las cotizaciones de los activos financieros. Ley de pago soberano, cambios de jurisdicción y desacato incrementaron el grado de incertidumbre”, sintetizó un informe de Tavelli Sociedad de Bolsa.

Para el ahorrista común, la salida del dólar “blue” fue una alternativa cara. El billete subió un 11,9% en septiembre, a $15,72 en el mercado paralelo, y acumuló un incremento del 56,6% en nueve meses de 2014, el doble que el 29% que subió el dólar oficial en el mercado mayorista, ahora en 8,4275 pesos.

La brecha cambiaria cercana al 90% también activo la avidez por acceder al cupo de dólares para atesoramiento permitido por la AFIP. La divisa acumuló compras récord en septiembre por u$s376,6 millones, mientras que las operaciones minoristas efectivizadas este año para ahorro y turismo sumaron 2.073,1 millones de dólares. La huida del peso hacia el dólar es incentivada por el atraso perceptible de la cotización oficial, que subió apenas 0,2% en el último mes, contra una inflación que multiplicó por diez ese porcentaje.

El índice Merval de la Bolsa porteña se lució con un repunte promedio de 27,8% en el mes, ascenso que se trasladó a los bonos soberanos, especialmente los nominados en divisas. Aluar subió 68,4% en septiembre y anotó la mayor ganancia mensual entre las líderes, seguido por Siderar (+46,3%), Pampa Energía (+41,5%), Banco Francés (+39,5%) e YPF (+32,2%). En el panel general, Transener escaló 84,2% y Banco Patagonia, 80,1 por ciento.

El default “selectivo” cumplió dos meses, luego de que el 30 de julio caducaran los 30 días de plazo para cancelar intereses de bonos Discount en dólares bajo legislación extranjera, giro que bloqueó el juez Griesa. Sin embargo, el apetito por el dólar superó todos los temores y estos títulos ganaron un contundente 27,4% en septiembre. Otras emisiones que pagan capital e intereses en divisas se apreciaron con fuerza en el mercado secundario: el Bonar 2017 sumó 20,5% y el Boden 2015, un 14,20 por ciento.

A los mediocres resultados macroeconómicos de la Argentina, la soja les aportó el dato más preocupante: en el mes, el contrato más negociado retrocedió 11,2%, a u$s335,54 por tonelada, el precio más bajo en cuatro años y medio. Desde enero, el principal producto de exportación de la Argentina perdió 30,4 por ciento.

En ese contexto de una reducida liquidación de exportaciones del agro se comprende mejor por qué retornó con fuerza el proceso de declive de las reservas del Banco Central, que en u$s27.914 millones cayeron u$s706 millones en septiembre, aún con pagos de deuda que no se están haciendo efectivos. En 2014 las tenencias internacionales de la entidad ceden 8,8% ó 2.685 millones de dólares.

Dólar: el “frente interno” incide más que el “externo”

A la pregunta “¿por qué sube el dólar?”, la respuesta puede ser otra pregunta: “¿por qué no debería subir?”. Con precios en baja para las materias primas, el futuro próximo traerá una caída en el ingreso de divisas comerciales. Y además, habrá más pesos. Con ese contexto, el mercado paralelo reacciona hoy por la falta de oferta más que por una excesiva demanda de moneda extranjera.

El impacto del default, soslayado en los despachos oficiales, refuerza la convicción de que habrá menos dólares por el vedado acceso al crédito externo y la escasa inversión extranjera directa, postergados hasta que no haya una solución con los “buitres”. También desalienta la llegada de dólares el tipo de cambio oficial visiblemente atrasado y el “cepo”, que no sólo perjudica a los ahorristas. Las empresas están impedidas de girar dividendos y deben ingresar divisas a $8,415 –valor mayorista-, pero sacarlas del país a $13,66, a través del “contado con liquidación”.

Tras la cesación de pagos del 30 de julio por el bloqueo del juez Griesa a la cancelación de bonos Discount, el “blue” y el oficial, que estaban subiendo en forma pareja y por encima de la inflación, empezaron a divergir. El dólar informal avanzó en seis semanas un 22% (de $12,38 a $15,10) y el formal, apenas 2,6% (de $8,205 a $8,415 en la cotización mayorista).

Las valuaciones financieras también reflejaron la “fuga del peso”: el “contado con liqui”, para hacerse de dólares en el exterior, escaló 37,5% (de $9,93 a $13,66) desde el 30 de julio. El dólar “bolsa” o MEP, para obtener billetes dentro del sistema financiero local con la compraventa de bonos, aumentó un 19,6% (de $11,40 a $13,64). Esta última cotización es intervenida con la venta de títulos públicos en cartera de organismos oficiales.

Las “cuevas” se adelantaron. El “dólar a 15” es un 5% más caro que los $14,40 que resultan de la “convertibilidad” de la Base Monetaria ($406.000 millones) y las reservas (en u$s28.200 millones). Hoy se impone la incertidumbre antes que los fundamentos, en un mercado insignificante para el tamaño de la economía argentina, pero de mucho peso como termómetro de las expectativas.

Estudios de consultoras señalan que hacia fin de año será necesaria para financiar al fisco una fuerte emisión de pesos, que no se va a replicar en un acrecentamiento proporcional de las reservas. El rango es amplio e impreciso: se estima que el Estado necesitará que el BCRA emita entre 100 y 200 mil millones de pesos extra. Con una Base Monetaria por encima de los $500 mil millones, la relación de “convertibilidad” llevará al dólar teórico más cerca de los 20 pesos. Para el año que viene, la salida de dólares agregará presión: el proyecto de Presupuesto reconoce que se usarán u$s11.900 millones de las reservas para pagar deuda.

A la vez, la recesión cuenta y mucho. A los asalariados les cuesta cada vez más afrontar sus gastos domésticos y les sobran menos pesos para ahorrar en moneda dura. Así como la retracción económica es un dique de contención para un salto inflacionario mayor al actual, también lo es para el dólar informal, que igual tiende a subir por una oferta casi inexistente, pues nadie quiere vender.

El “frente externo” aceleró los tiempos: el dólar sube en el mundo, caen los commodities y Brasil, el principal importador de manufacturas argentinas, también está en recesión. Pero no es todo viento en contra: la demanda de China sigue firme y como la economía de EEUU todavía no crece suficiente, las tasas de interés globales seguirán en su nivel mínimo por un tiempo indeterminado.

Más grave es el “frente interno”, la desconfianza de los propios argentinos, sobreadaptados a las crisis recurrentes de la economía nacional. Desconfianza que los Gobiernos se empecinan en alimentar cíclicamente. En el “colchón”, cajas de seguridad o en el exterior los argentinos mantienen “fugados” unos u$s210 mil millones, que de ingresar al sistema financiero local permitirían holgadamente cumplir con las obligaciones de deuda, planchar el tipo de cambio y reanimar la imprescindible inversión para que la Argentina retome la senda de crecimiento.

Prólogo de un duro fin de año

En agosto irrumpieron tres condicionantes que dañan el crecimiento: el default “selectivo” por el bloqueo a los vencimientos de deuda reestructurada, la baja de los precios de la soja y la recesión técnica en Brasil. Con este lastre, hacia fin de año el Gobierno cuenta poco margen de movimiento para torcer el rumbo de una economía resignada al déficit fiscal, la elevada inflación con caída de actividad y una firme presión alcista para el dólar.

La cesación de pagos, con horizonte indefinido, arrastró al alza a las cotizaciones del dólar en todas sus variantes, incluso el implícito en las valuaciones de acciones y bonos, y coincidió con un retorno de la merma de reservas en el BCRA. El mercado financiero ya convalida un rango de precios entre 13 y 14 pesos para el billete verde.

En cuanto a la soja, principal producto de exportación del país como materia prima y derivados, comenzó el último cuatrimestre del año a u$s376,33 por tonelada para los contratos más negociados, con entrega en noviembre, su piso desde 2010. Este precio es un 42% inferior que el alcanzado hace dos años: el 4 de septiembre de 2012 la oleaginosa marcó un récord histórico de u$s655 en el mercado de Chicago. El retroceso tendrá importantes consecuencias, por menores ingresos fiscales y pérdida de dólares comerciales, además del perjuicio en la rentabilidad de los productores.

Respecto de Brasil, un socio comercial clave para Argentina, los economistas bajaron su proyección de crecimiento del PBI a 0,52% para este año, según el sondeo Focus del banco central brasileño. Para el próximo año, la expectativa de expansión de Brasil se recortó a 1,1 por ciento. La semana pasada, un informo oficial reveló que la actividad económica del segundo trimestre cayó 0,6% en relación a los tres meses anteriores, cuando ya el primer trimestre había mostrado una caída 0,2 por ciento.

Como un dato para rescatar, el déficit comercial con Brasil se contrajo un 66,4% en los primeros ocho meses de 2014 y alcanzó u$s483 millones, según un análisis de Abeceb.com, aunque este descenso se debió al desplome del 22% en el intercambio bilateral, “por una caída similar de las compras y de las ventas que variaron un -24% y -19% respectivamente” para la Argentina. En este caso, es la contracción económica la que fuerza una menor sangría de divisas.

En el plano doméstico, la expansión del déficit fiscal es consecuencia de un gasto público que se incrementó once veces en la última década, de $64.200 millones (2004) a $751.000 millones (2013), según la Contaduría General de la Nación. Un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) establece que en 2014 el gasto público crece a una tasa del 48% anual, de acuerdo con una comparación entre el primer semestre de este año y el de 2013, con una duplicación del déficit. La incidencia del rojo del balance energético, que se traduce en crecientes subsidios, es hoy un escollo insalvable para revertir el resultado negativo de las cuentas públicas.

“Una política fiscal desmedidamente expansiva, que incrementa el déficit fiscal y lo financia con emisión monetaria, combinada con una política de tipo de cambio cuasi fijo -que presiona sobre las reservas- y trabas a las importaciones -para evitar que caigan las reservas- conducen inexorablemente a la estanflación“, concluye un informe de la consultora Economía & Regiones.

La recesión también llegó para quedarse y varios indicadores lo demuestran desde mucho antes de la “saga buitre”. Según el INDEC, la producción industrial descendió 1% en julio respecto del mismo mes de 2013 interanual y cumplió doce meses consecutivos en declive. Las automotrices produjeron entre enero y julio un 22% menos que en el mismo período del año pasado, luego de la suba de impuestos a nivel nacional, la devaluación de enero y la caída de la demanda brasileña.

Sin margen de maniobra

¿Qué pasará hacia fin de año? La necesidad de financiamiento del Estado requerirá mayor emisión de pesos. Con $25.000 millones, la expansión de moneda marcó en agosto un récord del año y se incentensificará hasta diciembre, el mes que estacionalmente demanda más efectivo.

El ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen anticipó que el Estado seguirá financiándose con el BCRA y estimó que la autoridad monetaria deberá emitir otros $120 mil millones hasta fin de año, que representan nada menos que un 30% de la actual Base Monetaria. Los datos de recaudación difundidos por la AFIP este lunes confirman que los recursos crecen por debajo de la inflación: en los primeros ocho meses del año, los ingresos tributarios acumularon $755.922 millones, un 34,2% más que en el mismo período del 2013, cuando los relevamientos privados sitúan la inflación anual en torno al 39 por ciento.

“Sin un cambio contundente en el sesgo de la política fiscal y monetaria, la Base Monetaria terminaría creciendo en 2014 a una tasa interanual más cercana al 25%, que al 20% actual, mientras que las reservas podrían llegar a caer a u$s24.000 millones, tras avanzar el Gobierno en un creciente aislamiento financiero para el país”, indica un informe del Banco Ciudad.

La emisión de pesos sin respaldo es la única alternativa para un Estado sin crédito y con las cuentas en rojo. Tendrá como consecuencia directa una inflación persistente en el rango máximo desde la salida de la convertibilidad, similar a la de 2002, cuando acumuló un 41% en doce meses, aunque todavía lejos del 74,9% de 1991.

La fragilidad del balance del Banco Central también se profundiza por la pérdida de reservas internacionales, que se reactivó en agosto (-u$s391 millones) y sumó una caída de casi u$s2.000 millones en ocho meses. Sólo en este aspecto el Gobierno puede sacar tajada del default, pues la normalización de los pagos sin ingreso de préstamos e inversión externa aceleraría el descenso de los activos nominados en divisas. Para fines de septiembre y principios de octubre, por ejemplo, se esperan vencimientos por unos u$s500 millones entre deuda nacional y provincial, aunque el cumplimiento de estos compromisos sigue en riesgo sin la anuencia del juez Thomas Griesa.

“Al panorama recesivo que muestran casi todos los indicadores de actividad y empleo, se ha sumado en los últimos días una alta inestabilidad en las variables financieras que se puso en evidencia por el aumento observado en la brecha cambiaria. Los agentes económicos parecen responder a la abundancia proyectada de pesos y la escasez de divisas, dolarizando sus portafolios“, puntualizó Daniel Artana, economista de la Fundación FIEL. En los próximos meses, inflación más emisión contribuirán a incrementar el atraso cambiario y la demanda por todos los dólares: el informal, el oficial para atesoramiento, los bonos en divisas y cualquier activo respaldado en moneda dura, con saltos alcistas para el “contado con liqui” y el dólar MEP.