El PBI per cápita es inferior al de 2011

En 2014 el entonces ministro de Economía Áxel Kicillof anunció un cambio metodológico para las Cuentas Nacionales, que empezaron a tomar como base el año 2004 en lugar de la referencia anterior, de 1993. La cartera económica informó en sus planillas que el PBI per cápita en dólares con la nueva metodología promedió en 2011 unos USD 13.567, siendo este año el último de fuerte crecimiento (+8,4%), antes de implementarse el fatídico “cepo” cambiario.

Siempre según datos del Ministerio de Economía provistos durante la gestión de Kicillof, en 2012 el PBI per cápita promedió USD 14.560; en 2013 fue de USD 14.747, y en 2014 retrocedió a USD 12.750, año en el que el gobierno impulsó una fuerte devaluación del peso. Con cifras de los dos primeros trimestres de 2015 (antes de la devaluación de diciembre pasado) el PBI per cápita promedió USD 13.414, por debajo de los USD 13.567 de 2011, lo que confirma que no hubo crecimiento real en la segunda presidencia de Cristina Kirchner.

En una línea similar, el Banco Mundial coincidió en señalar dicho retroceso en la generación de riqueza. El PBI per cápita de Argentina fue según esta fuente de USD 13.392,9 en 2011 y luego de crecer a USD 14.357,4 en 2012 y USD 14.443,1 en 2013, cayó a USD 12.509,5 en 2014.

Los cambios metodológicos publicados por el Ministerio de Economía desde 2014, con base en 2004, mantuvieron las inconsistencias sectoriales, con una sobrestimación del crecimiento del sector financiero y el comercio, en buena medida por los datos de inflación del intervenido INDEC K, por debajo de las tasas reales. Esta adulteración estadística a través de los precios también reflejó un crecimiento de la actividad industrial por encima del real, al dejar de lado la metodología tradicional en la que predominaban los volúmenes físicos.

Argentina tiene un nuevo gobierno, pero la inversión deficiente, el déficit fiscal y la inflación heredados, entre otros desequilibrios, son demasiado grandes para revertirse en lo inmediato: la economía nacional se encamina en 2016 a completar un lustro de estancamiento.

En otro aspecto también queda desdibujado el eslogan político de la “década ganada” en materia económica. Pues es cierto que la actividad registró una importante expansión a partir de 2002, pero no fue un fenómeno local, producto de la virtud de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, sino una tendencia regional, apuntalada por altos precios internacionales de las materias primas, grandes flujos de dólares gracias a las tasas internacionales en pisos históricos, y al motor de crecimiento global que representaron países como China e India, con ascendente protagonismo en este siglo.

Terceros en la región

Al examinar el PBI per cápita de los países de la región, Argentina ocupa un discreto tercer puesto detrás de Uruguay y Chile. Nuestro país perdió el liderazgo regional con el colapso de 2001-2002, cuando fue superado por Chile, y luego, después de la breve recesión de 2009, quedó detrás de Uruguay.

Con datos del Banco Mundial, actualizados a 2014, Uruguay (USD 16.806,8), Chile (USD 14.528,3), Argentina (USD 12.509,5) y Brasil (USD 11.384,4) son las naciones sudamericanas cuyo PBI per cápita supera los 10 mil dólares. Venezuela, sin datos desde 2012, podría integrar también este cuadro. Detrás quedan Colombia (USD 7.903,9), Perú (USD 6.541), Ecuador (USD 6.345,8), Paraguay (USD 4.712,8) y Bolivia (USD 3.124,1).

Si se toma como año base el 2002, cuando Argentina tocó fondo en su última crisis, resulta que nuestro país fue el que registró el crecimiento más alto de su PBI per cápita (+385%), según los datos del Banco Mundial (a 2014), pero no fue el único que triplicó su productividad: también Uruguay (+311%), Paraguay (+310,5%) y Brasil (+301,5%) lucieron avances comparables. Más atrás quedaron Venezuela (+249,2% entre 2002 y 2012, sin contar la depresión de los últimos años), Bolivia (+242%), Colombia (+235,5%), Perú (+219,6%), Chile (+218,1%) y Ecuador (+190,6%).

El 2002 fue un mal año para la expansión de América Latina en general, y más para la Argentina, que atravesó entonces su recesión más profunda. Si se toma como base el 2001, último de la convertibilidad, cuando el PBI per cápita de la Argentina promedió un elevado USD 7.170,7 (seguramente exagerado por el fuerte atraso cambiario de entonces), el incremento de este indicador hasta 2014 fue de apenas +74,5%, por lejos el más modesto entre sus vecinos.

Según el Banco Mundial, Brasil fue el país sudamericano que más incrementó su PBI per cápita entre 2001 y 2014 (+263%), seguido por Ecuador (+233,3%), Perú (+232,9%), Paraguay (+232,5%), Colombia (+229,9%), Bolivia (+226%), Chile (+208,5%), Uruguay (+167,6%) y Venezuela (+159,2% hasta 2012). Estas tasas reflejan que el crecimiento argentino de todos estos años no fue excepcional, sino más bien parte de un inédito ciclo que acompañó a todos los países de la región, sin distinción de color político.

El estancamiento económico que legó Cristina

Desde la instauración del cepo cambiario, a fines de octubre de 2011, la economía argentina entró en un período de mediocridad del que aún no puede despegar. Pocos días después del resonante triunfo electoral con el 54% de los votos, la reelegida presidente Cristina Kirchner apostó gran parte de su capital político a una iniciativa que le costó cara al país, pues aplastó el crecimiento y al combinarse con una elevada inflación degradó las chances electorales del Frente para la Victoria en 2015, que siempre tuvo en el aspecto económico un importante soporte.

Con la restricción sobre el dólar se inició un camino de escasez de divisas e inversión extranjera más pérdida de reservas y atraso cambiario que afectó el nivel de exportaciones, la creación de empleo privado y obligó a continuos controles sobre las importaciones.

La manipulación estadística del INDEC de la “era K” no disimuló ese estancamiento económico durante la segunda presidencia de Cristina. El PBI argentino en la evaluación del anterior gobierno creció 0,8% en 2012, un 2,9% en 2013 y 0,5% en 2014, guarismos reproducidos en los informes del Banco Mundial. Sin información definitiva, la actividad económica en 2015 mostró hasta septiembre un crecimiento en torno al 2%, cifra que está siendo revisada por los actuales profesionales que conducen el ente estadístico.

La segunda gestión de Cristina dejó un incremento del PBI acumulado de 6,3% en cuatro años, a un promedio de 1,57% anual en el período, casi la mitad del promedio histórico del último siglo, que según el Proyecto Arklems fue de 2,7% anual, y apenas sobre el ritmo de crecimiento demográfico del país, hoy a una tasa de 1% anual.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de Naciones Unidas, también estimó en 2% el crecimiento del PBI de Argentina para 2015, cuyo cálculo es inferior según otras fuentes. El FMI y el Banco Mundial presentaron en el Foro de Davos un informe que contempla un crecimiento para Argentina de 1,5% en todo 2015. Además, el FMI estimó para 2016 una contracción de 1 por ciento.

El Índice General de Actividad de la consultora Ferreres & Asociados registró un incremento acumulado de 1,7% el año pasado. “Más allá de algunas oscilaciones de corto plazo, la tendencia de largo plazo de la economía se muestra claramente estancada desde hace cuatro años. En este sentido, la economía prácticamente no ha crecido desde el primer trimestre de 2012, hecho que contrasta marcadamente con los registros de las principales economías de la región”, indicó el reporte de Ferreres & Asociados.

Dispar crecimiento de los vecinos

La desaceleración de la actividad local también sufrió por la debilidad de las condiciones externas. En los últimos años Argentina alcanzó mejores indicadores de crecimiento que Venezuela y Brasil, pero sus resultados fueron pobres frente al resto de la región, que logró superar las limitaciones del cambio de ciclo internacional con tasas que duplicaron o triplicaron a las argentinas.

El PBI de Brasil, el principal socio comercial de la Argentina, transitó un lapso de bajo crecimiento en 2012 (+1,8%), 2013, (+2,7%) y 2014 (+0,1%), para caer un 3% en 2015. En los últimos cuatro años Brasil acumuló un alza marginal de 1,5 por ciento. El FMI calcula para el gigante sudamericano una recesión de 3,5% en 2016, en un drástico proceso de ajuste fiscal a cargo de un gobierno cuestionado por los escándalos de corrupción.

Todos los países emergentes acusaron recibo del descenso de los precios de las materias primas. En el caso argentino, basta recordar que hoy el valor de la soja es 40% menor al promedio de 2012, mientras que las pérdidas para el maíz y el trigo fueron de 45 y 37 por ciento, respectivamente.

Pero otros vecinos con limitaciones similares sostuvieron un crecimiento consistente que dejó expuesta la mediocridad de la política económica aplicada en Argentina. Según datos del Banco Mundial para 2012, 2013 y 2014, y proyecciones del FMI para 2015, Ecuador acumuló en cuatro años un crecimiento de 13,9%; Chile, de 14,6%; Uruguay, de 15,2%, y Colombia, del 17 por ciento. El PBI de Perú se expandió 17,6% en el mismo período, y destacaron Paraguay y Bolivia, con incrementos de 21,5 y 23,3 por ciento, respectivamente.

En el otro extremo asoma el ejemplo dramático de Venezuela, cuyo principal ingreso son las exportaciones de petróleo crudo. El país bolivariano, meca del intervencionismo estatal, pasó de crecer en 2012 (+5,6%) y 2013 (+1,3%) a una profunda recesión en 2014 (-4,0%) y 2015 (-10%, según cifras del FMI). En los últimos cuatro años la economía venezolana se contrajo en 7,6% acumulado y en 2016 podría caer otro 6 por ciento.